Archivo de la categoría: REFLEXIONES

Para reflexionar… Acabó, Pero, Va a Continuar

“Buscad al Señor y  su  poder;  Buscad  siempre  su  rostro”
(Salmos 105:4).

Leonora estaba saliendo de la iglesia, con toda su  familia, yendo para casa. Un hermano, que no había ido a la  reunión, pasó por el local y, vendo la hermana, preguntó:  “Ya  acabó el culto?” La respuesta  fue  inmediata:  “El  culto  de  la iglesia acabó. Ahora vamos a continuar el culto en casa.”

¿Dónde y cuándo acontecen nuestros cultos? ¿En la iglesia, a los finales de semana? ¿En otros días donde los hermanos  se reúnen para orar y estudiar la Biblia? ¿En los días  en  que nada tenemos  para  hacer  o  lugar  alguno  para  ir?  ¿Qué significa cultuar al Señor para nosotros?

¡Somos la verdadera iglesia del Señor! Y se somos  el  local de culto, en cualquier día, u hora, debemos  estar  adorando al Señor. Si estoy trabajando, mi trabajo es lugar  para  yo cultuar al Señor. Si estoy estudiando, mi escuela o facultad es un lugar donde yo debo cultuar al Señor. Si estoy  en  el templo, allí yo estaré cultuando al Señor. Adorar  al  Señor no  significa  parar  de  trabajar  o  estudiar  para  hacer oraciones de rodillas. Puedo cultuar al Señor con  mi  vida, con mi testimonio, con un brillo que muestre que  Jesucristo está en mi corazón.

Cuando dejamos la iglesia y paramos  de  cultuar  al  Señor, mostramos que  estábamos  apenas  reunidos  y  que  ¡nuestra adoración no  sirvió  para  nada!  Nuestro  culto  debe  ser constante,  en  cualquier  lugar,  en  cualquier  situación, siempre buscando glorificar el nombre del Señor.

¿Cree que es una persona cristiana apenas en  la  iglesia  o veinticuatro horas por día?

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Para reflexionar… Cavar Pozos

“Bienaventurado  el  varón  que  padece  con  paciencia   la tentación, porque cuando fuere probado, recibirá  la  corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman”
(Santiago 1:12).

En sus tierras áridas, Mateus empezó a cavar un pozo.  Todos sus  momentos  libres  eran  dedicados  a  la  tentativa  de conseguir agua para sus plantaciones. Cristiano fiel,  jamás faltaba a las reuniones de la  iglesia.  En  los  cultos  de final de semana, en las reuniones de oración y en la Escuela Bíblica él siempre estaba presente. Los hermanos siempre  le decían: “Pare de cavar aquel pozo, Mateus. No hay agua aquí. Descanse…” Pero, Mateus no desistía. Ya había una  montaña de tierra en vuelta del local donde cavaba todos  los  días. Un día… Mateus empezó a cantar y gritar. El agua empezó  a aparecer y su pozo luego se llenó, suministrando agua a  él, sus plantaciones y todos sus vecinos. En la Escuela  Bíblica de aquella semana el maestro  hablaba  sobre  perseverancia. Preguntó a los alumnos lo que entendían  por  perseverancia. En  la  vez  del  hermano  Mateus,  sonrió    y    contestó: “¡Perseverancia es cavar pozo!”

¿Por qué, muchas veces, desalentamos rápidamente delante  de las luchas qué enfrentamos? ¿Por qué no  persistimos  en  la busca de nuestros sueños? ¿Por qué la  primera  caída  o  el primero fracaso nos hace  desistir  y  volver?  ¡Necesitamos aprender a cavar un pozo!

Si el desempleo nos alcanza, perseveremos en cavar un  pozo. Si el dinero está  escaso  y  la  angustia  toma  cuenta  de nosotros, antes de llegar la  desesperación,  continuemos  a cavar el pozo. Si todos nos ignoran,  si  no  hay  una  mano siquiera extendida para ayudarnos, confiemos en el  Señor  y no dejemos de cavar el pozo. ¡El  agua  luego  surgirá!  ¡La bendición será cierta! ¡La victoria es nuestra en el  nombre de Jesús!

¿Está presto a cavar pozos?

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Para reflexionar… Hallando Lo Que Está Perdido

“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar  lo  que se había perdido”
(Lucas 19:10).

El padre marcó una pesquería con el hijo.  Ya  hacía  tiempo que los dos no salgan juntos,  solos.  Para  llegar  al  río deberían atravesar un gran  bosque,  con  muchos  árboles  y arbustos. El hijo bromeaba y corría y el padre avisando: “No si aleje… puede perderse”. En determinado momento el padre no avistó más el hijo. Empezó a gritar por su nombre sin oír la respuesta. Muy preocupado el padre  iba  para  todos  los lados en la mata y no encontraba el hijo.  Después  de  casi media hora el padre oyó la respuesta  del  hijo.  Corrió  en dirección al sonido y lo  encontró,  llorando,  perdido.  El padre agarró en su mano y dijo: “No lo soltaré más… no más si perderá.”

Quien sepa nosotros somos aquel niño, corriendo de  un  lado para otro, subiendo aquí y allí,  perdido.  Caminamos  y no encontramos el camino, gritamos y no oímos la voz de nuestra seguridad. Lloramos aflictos y angustiados. Como es  difícil seguir enfrente sin la mano protectora del Padre.

El niño, allende llorar, tomó la decisión cierta: paró donde estaba. ¿De que adelantaría continuar a  caminar  sin  saber adonde ir? Quería encontrar  el  padre  y  el  padre  quería encontrarlo. En fin… allá estaba la voz amorosa del  padre llamando  por  su  nombre.  Paró  de  llorar…  comenzó   a sonreír… fue hallado y estaba ahora feliz.

Si usted está perdido y no sabe más para donde ir, pare.  Si sea preciso, llore. El Padre lo llamará y usted oirá su voz. Dirá su nombre y, feliz, podrá decir con  regocijo:  “¡Estoy aquí!” Agarrará su mano y no dejará más que se  ponga  solo. Podrá nuevamente cantar y bromear, correr  y  saltar,  vivir abundantemente.

Si usted está llorando y perdido, oiga la voz  de  Dios.  Él está llamando… diga a Él: “Aquí… agarre mi mano”.

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Para reflexionar… ¿Damos Motivos Para que Hablen Mal De Nosotros?

“Sean gratos los dichos de mi boca y  la  meditación  de  mi corazón delante de ti, Oh Señor, roca mía, y  redentor  mío”
(Salmos 19:14).

“Sugirieron al rey Philipe II, de la Macedônia,  que  puniese un hombre que había hablado mal de él. “Primero,  veamos  si le dimos motivos para eso”, dijo el rey.

¿Qué motivos  hemos  dado  para  que  otros  hablen  mal  de nosotros? ¿Qué actitudes hemos tomado qué permiten  que nos critiquen? ¿Que hechos llevan otros a nos acusen?

Cuando actuamos correctamente,  oímos  elogios.  Cuando  nos preocupamos en ayudar, oímos palabras  de  gratitud.  Cuando nos esforzamos para agradar al Señor en nuestra vida diaria, lo que más oímos es un “gloria a Dios”.

Cuando hablamos o actuamos de manera impensada e imprudente, no solo desagradamos a nuestro prójimo como avergonzamos el nombre de Jesus. En vez de que oigamos de  Dios  un  “siervo bueno y fiel”, probablemente oiremos “nunca os conocí”.

El cristiano debe cultivar una vida espiritual alicerçada en la roca. Estará firme y no será estremecido por  comentarios ajenos. Camina en la presencia del  Señor,  oye  lo  que  el Señor habla, es dirigido por las enseñanzas de  la  Palabra, sabe que el Señor está con él y que él está con el Señor.

Que no solo nuestras palabras y pensamientos sean agradables al Señor. Que todo lo  que  hacemos  sea  para  Su  honor  y gloria. Que nadie tenga nada a hablar de nosotros y  que  el brillo del Señor alumbre los lugares por donde pasamos.

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Para reflexionar… El Mejor Y No Lo Que Sobra

“Y Arauna dijo a David: Tome y ofrezca mi señor  el  rey  lo que bien le pareciere; he aquí bueyes para el holocausto,  y los trillos y los yugos de los bueyes para leña. Todo  esto, oh rey, Arauna lo da al rey. Luego dijo Arauna  al  rey:  el Señor tu Dios te sea propicio. Y el rey dijo a  Arauna:  No, sino por precio te lo compraré; porque no ofreceré al  Señor mi Dios holocaustos que no me cuesten nada.  Entonces  David compró la era y los bueyes por cincuenta siclos de plata” (2 Samuel 25:22-24).

Ricardo tenía una chacra donde cultivaba flores. Era de  eso que vivía y sostenía su familia. Con mucho amor él  dijo  al pastor: “Quiero ofrecer unas plantas para  hacer  una  bella cerca en vuelta de la iglesia”. El pastor fue hasta la  casa de Ricardo y éste empezó a seleccionar las  mejores  plantas para la iglesia. El pastor, preocupado con el hermano, dijo: “Ésas son las mejores y usted podrá conseguir óptimo  precio por ellas. Tome  las  que  no  pueda  lograr  buen  precio”. Ricardo, mirando para el pastor declaró: “¿El Señor cree que voy querer dar el desecho para Dios?”

¿Qué estamos dando para Dios, nuestro mejor  o  lo  que  nos sobra? ¿Estamos ofreciendo lo más importante o  aquello  que no nos interesa? ¿Que  lugar  Dios  ocupa  en  la  lista  de nuestras ofertas, el primero o el derradeiro?

Dios siempre nos  da  el  mejor.  Dio  Su  único  Hijo  para salvarnos, está siempre a  nuestro  lado  para  no  dejarnos errar el camino; extiende las manos  para  ayudarnos cuando estamos ahondando — como hizo con Pedro en el  mar  —  aun cuando no tengamos la fe que vendríamos a tener; es  nuestro mejor Amigo en toda y cualquier situación. Espera  el  mejor de nosotros y no debemos descuidar de eso.

El Rey David se negó a dar a Dios lo que nada  le  costaría; Ricardo se negó a dar a Dios qué de peor había en su chacra; ¿y nosotros, vamos a actuar de manera diferente?

Dé a Dios qué usted considera lo más valioso para  su  vida. Él merece… no se arrepentirá y su vida será muy bendecida.

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Para reflexionar… Mostrar Y No Encubrir

“El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el  que  los confiesa y se  aparta  alcanzará  misericordia”
(Proverbios 28:13).

Es muy conocida la historia de que un rey  resolvió  visitar la prisión para saber los motivos que llevaron  cada  uno  al cárcel. Siempre hacía la  misma  pregunta:  “¿Por  qué  está preso?” Y la  respuesta  era  siempre  la  misma:  “Por  una injusticia,  majestad.  Soy  inocente”.  Al  llegar  a   una determinada celda, vio un hombre  de  cabeza  baja.  Era  un cristiano. Más una vez el rey preguntó: “¿por  qué  ha  sido preso?” Y el cristiano, sin mirar  para  el  rey,  contestó: “Estoy  aquí  porque  erré  y  merecí  ser  preso”.  El  rey inmediatamente llamó los guardas  y  ordenó:  “Liberten  ese hombre. Es indigno de estar preso en medio  a  personas  tan buenas”.

¿Hemos reconocido nuestras faltas? Hemos pedido  perdón  por nuestros pecados? ¿Hemos buscado a Dios  para  que  nuestras vidas sean transformadas y volvamos a alegrar el corazón del Señor?

¿De que adelanta esconder el pecado que habita  en nuestros corazones? ¿De que adelanta fingir que  somos  buenos  y  no necesitamos de arrepentimiento? ¿De que adelanta dejar  Dios en según plan  si  dependemos  de  Él  para  todas nuestras conquistas?

La Palabra de Dios nos afirma que nunca prosperaremos si  no nos aproximemos al Señor y contemos con Su ayuda en la busca de nuestros sueños. para que Dios nos  bendiga,  necesitamos no solamente confesar que erramos como abandonar la práctica del pecado. Con Jesús a nuestro lado, tendremos todo,  pero, sin Él, no tendremos nada.

¿Aún cree qué no precisa de la ayuda de Dios?

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Para reflexionar… ¿Cuál La Justificación?

“Todo lo puedo  en  Cristo  que  me  fortalece”  (Filipenses 4:13).

Maria se lamentaba delante del pastor: “Veo mucha gente  que tiene condiciones financieras para apoyar la  obra  de  Dios sin nada hacer. Tengo tanta voluntad de ayudar, pero,  estoy desempleada y no  tengo  dinero  alguno  para  ofertar”.  El pastor, con mucha ternura, le dijo: “La hermana, con todo su amor, puede ayudar a muchos. Puede ofertar  consuelo  a  los que están desalentados. Donar palabras de cariño y  un  poco de su sonrisa  de  felicidad.  Puede  distribuir  sobres  de alegría y optimismo a los que están pesimistas e  infelices. Imprimir  y  distribuir  a  todos  los  desesperanzados,  un testimonio de su fe y obediencia al Señor”.  Maria  dejó  la presencia del pastor con un ánimo  que  jamás  experimentará antes.

¿Que estamos haciendo para  ayudar  y  proporcionar  mejores días a los que están en la frente de batalla, luchando  para que los perdidos sean hallados, que los incrédulos  pasen  a creer, que la mentira sea derrotada por la verdad, para  que el mundo sea un poco mejor para todos?

¿Podemos ayudar financieramente? ¿Y por qué no  lo  hacemos? ¿Hasta cuándo estaremos indiferentes  a  la  obra  de  Dios? ¿Hasta  cuando  pensaremos  solo  en  nosotros  mismos?  ¿No podemos ayudar? ¿Por qué no alumbrar el  mundo  sin dinero, apenas con nuestra vida espiritual? ¿Por qué  no  testificar sin dinero, apenas con nuestras actitudes diarias? ¿Por  qué no visitar y ofrecer los hombros o las  manos,  sin  dinero, buscando los que  están  al  alcance  de  nuestras  piernas? Podemos presentar varias justificativas, pero  el  Señor  no aceptará ninguna de ellas.

Un día yo pensé que nada más podría hacer, por tener perdido la visión y  también  la  esposa.  “¿Y  ahora?”  yo  lloraba delante de mi Dios. Pero Él me  probó  que  yo  podía  hacer mucha cosa, sí. Y estoy aquí, 28 años después,  glorificando al Señor y diciendo al mundo que Jesucristo es el Señor  y que todos nosotros tenemos gran valor para Él y Su reino.

¿Por qué usted no ayuda de alguna manera? ¿Está pensando  en alguna justificación?

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Para reflexionar… La Aflicción Produce Cosecha Abundante

“Aflicción y angustia  se  han  apoderado  de  mí,  Mas  tus mandamientos fueron mi delicia” (Salmos 119:143).

“La aflicción es el arado con que Dios  revuelve  y  laborea las honduras del alma para  que  produzca  una  cosecha más abundante.”

Dios actúa de varias maneras con Sus hijos. Él  protege,  Él orienta, Él guía, Bendice siempre. Y ¿por qué, a veces,  nos ponemos angustiados y aflictos? ¿Por qué, en ésas ocasiones, nos sentimos desamparados y olvidados?

Dios sabe como somos y  de  que  somos  capaces.  Desea que crezcamos espiritualmente y  aprendamos  a  vivir  bajo  Sus atenciones.

Cuando  Él  permite  que  pasemos aflicción,  sabe  que Lo buscaremos y nos colocaremos delante de Su  altar  para  que algo nuevo y de gran importancia acontezca en nuestras vidas. Aflictos, desarrollaremos el fruto de  la  confianza  en el Señor.  Aflictos,  buscaremos  ayuda  y  comprenderemos que necesitamos ayudar a otros. Aflictos, fortaleceremos nuestra convicción de que sin Cristo  nada  podemos  hacer. Bendita aflicción que nos aproximará aún más  de  Dios  y  producirá experiencias inolvidables en nuestra vida espiritual.

Ni siempre tendremos de enfrentar esos momentos angustiantes para alcanzar nuestras bendiciones. Pero, si ellos vienen… alabemos al Señor y coloquemonos a Su disposición  para  que nos use y dirija, conforme Su voluntad. Al Señor toda gloria y honor y todo el gratitud de nuestros corazones.

¿Durante los momentos difíciles, usted solo murmura o  alaba a Dios?

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