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La cultura del consumismo

La cultura del consumismo

Written by Daniel Bravo 

La formación de Ia personalidad es un proceso complejo que va acompañado de numerosos cambios y transformaciones. El consumo es una realidad cotidiana en la que nos hallamos inmersos. Con frecuencia, el adolescente se ve arrastrado a seguir la moda o los dictados de la publicidad porque carece de Ia capacidad de reflexionar sobre el consumo en general y sobre lo que él consume.
Uno de los elementos principales del consumo es Ia publicidad, Ia cual bombardea constantemente Ia vida de los jóvenes, presentando modelos que indican que el “status social” depende de Ia posibilidad de acceder a las ofertas, más que de ninguna otra cosa. 

Al intentar una primera aproximación al concepto de consumo, podríamos entenderlo como el uso, que hacemos las personas, de los bienes y servicios que están a nuestra disposición, con el fin de satisfacer diversas necesidades.

Estas pueden clasificarse de diversas formas: las más elementales, denominadas primarias o biológicas -aquellas vinculadas a Ia supervivencia- y las culturales. Vivimos instalados en una sociedad consumista, pero tenemos a nuestra disposición mecanismos y estrategias para enseñar a nuestros hijos a racionalizar el consumo y adaptarlo a Ia satisfacción de sus necesidades.

Es necesario adoptar una actitud crítica ante eI consumo, sustituyendo el consumismo desenfrenado en el que nos hallamos inmersos, por instrumentos que nos permitan elegir de acuerdo con nuestros intereses, y razonar acerca de nuestros deseos y posibilidades; lo cual está mucho más cerca, no sólo del dominio personal y del autocontrol, sino de Ia calidad de vida.

¿Cómo y por qué aparece el consumismo? Podriamos afirmar que el consumismo tiene su raiz y su origen en Ia adquisicion de más productos de los que necesitamos (ya sea por ostentación, por presión social, o porque los medios de comu-nicación incitan a consumir), situación que Ileva a cientos de per-sonas a hipotecar sus vidas y a cercenar sus posibilidades de desa-rrollo personal. Decimos, entonces: el consumismo se afianza bajo un modelo que basa su estrategia en un incremento constante de Ia producción; el mismo opera con un criterio perfectamente definido y frente al que muchos seres humanos sucumben, impotentes.

La estrategia consiste en crear, en primer lugar, una necesidad, para luego, en segundo lugar, ofrecer un producto que sea capaz de resolverla o satisfacerla y, a continuación, volver a crear una nueva necesidad y prolongar el proceso, interminablemente. Quizas el fenómeno consumista no hubiera podido alcanzar su gigantesca proporción sin el concurso de Ia publicidad que utiliza toda una gama de recursos persuasivos para forzarnos -compulsi-vamente- a adquirir productos muchas veces innecesarios y super-fluos. No cabe duda de que Ia publicidad tiene una enorme capaci-dad de manipulación de conciencias y no vacilaa en emplear todo tipo estrategias para conseguir sus fines.

LA FORMACION INTEGRAL DEL ADOLESCENTE Y SU DESARROLLO PERSONAL

Todos los padres deseamos que nuestros hijos adquieran, lo más pronto posible, un sentido crItico, aunque no siempre contamos con los medios adecuados para colaborar con ellos en Ia construcción de este criterio. La formación de Ia personalidad es un proceso complejo que va acompañado de numerosos cambios y transformaciones.

La educación para el consumo es una tarea de envergadura que debemos afrontar como un désafío imperioso, porque está en juego nada menos qué Ia capacidad de nuestros hijos e hijas para aprender a resistir las provocaciones y las falsas ilusiones con las que el consumismo intenta involucrarlos. Ahora bien: para dialogar con nuestros hijos del tema, debemos comenzar por reconocer que el consumismo se inicia en el hogar y que, probablemente, muchos de sus hábitos sean heredados y los hayan aprendido de nosotros mismos.

Finalmente, indicaremos que Ia libertad, como capacidad de elegir y de responsabilizarse de las decisiones tomadas, es inseparable de un cierto autocontrol y de una racionalización que permita satisfacer nuestros deseos y necesidades. Es importante que Ia autorrealización sea una meta a Ia que se dediquen los esfuerzos necesarios. En este sentido, a dicha meta se Ilega a través de unos peldaños escalonados que van robusteciendo y fortaleciendo Ia personalidad.

El primero de ellos implica Ia necesidad de formular normas y cumplir las normas ya existentes. – Uno de los principales problemas que afecta especialmente a los adolescentes es Ia anomia, es decir, el incumplimiento sistemático de las normas y el no sentirse vinculado con su cumplimiento. Toda relación está basada en un pacto, en un acuerdo, en un uso racional de nuestra libertad. Somos admitidos en un grupo humano en Ia medida en que estemos dispuestos a cumplir sus normas, y sin ellas no serla posible Ia convivencia. Por supuesto, una norma puede ser injusta o arbitraria y, en ese caso, debe ser modificada.

Creemos que Ia libertad de elegir es un proceso gradual que los adolescentes deben ganarse respondiendo de manera responsable a cada exigencia. Una persona caprichosa, probabIemente, se negara a aceptar las normas y tendrá dificultades para Ia inte-gración grupal. Con ser esto grave, lo es más en el hecho de que quien no domina o controla sus impulsos consumistas no es dueño de si mismo, es incapaz de autocontrolarse y su fiebre y afán por acumular objetos dificultará, seriamente, sus relaciones con las personas.

El consumismo no sólo esclaviza, sino que corrompe. Una actitud anticonsumista, es decir, critica y racionalizadora con respecto at fenómeno del consumo, significa una apuesta por un modelo de sociedad diferente donde los valores humanos y Ia realización per-sonal tengan más importancia que los intereses que mueven el mercado. La vida es un desafío que podemos protagonizar en Ia medida en que conservemos el control sobre nosotros mismos.

Muchos adolescentes pierden ese control, y pasan a ser controlados por quienes los traen y los conducen dócilmente planificando Ia música que deben oir, Ia indumentaria que deben Ilevar, y el último modelo de computadora que deben comprar. La educación para el consumo va a favorecer el desarrollo de hornbres y mujeres libres que sepan elegir las opciones que benefician eI desarrotlo de sus potencialidades y sepan evitar las trampas que conducen a Ia pérdida del control sabre uno mismo.

A partir de esta base, debemos proponernos, coma padres, denunciar los mecanismas de manipulación, advertir sabre los riesgos de Ia publicidad engañosa y potenciar el valor de Ia educación para el consumo, para lograr un cambio de hábitos y actitudes que contribuyan a un desarrollo personal equilibrado y maduro en el adolescente de hoy.

LA FAMILIA FRENTE AL CONSUMISMO

Como ya lo observamos, nuestras acciones, nuestros comportamientos cotidianos, nuestros valores y comentarias tienen una influencia incuestionable en nuestros hijos, ya que Ia atmósfera familiar (Io que ven y Io que oyen) afecta a Ia formación de su personalidad. Por tanto, es muy conveniente que Ia educación sabre el consumo se base en una actitud racional y crItica ante este fenómeno, y se inicie, en Ia familia, a Ia edad más temprana posible.

También, debemos señalar que en muchos padres existe Ia tentación de acallar el cargo de conciencia por el poco tiempo que dedican a sus hijos satisfaciendo todos sus caprichos. La educación para el consumo en el seno familiar debe estar basada en el dialogo. Sería bueno que nuestros hijos adolescentes conocieran nuestra situación económica, planificaran junto a nosotros los fines de semana a las vacaciones, sin ocultar las posibles dificultades que podamos tener.

De esta forma, nuestras hijos se iran concientizando de las posibilidades económicas familiares y se verãn obligados, por los hechos, a cantemplar el principlo de realidad (en Iugar de guiarse, solamente, par el principio de placer). El adolescente debe contar con nuestra ayuda, para enfrentarse a las presiones grupales.

Está en nuestras manos adoptar una actitud, hacia nuestros hijos, en Ia que nos impliquemas en su proceso formativo, dejándoles claras nuestras posiciones, pero fornen-tando que tomen sus propias decisiones y vayan adquiriendo una progresiva autonomía personal. Si somos capaces de potenciar Ia autonomía de nuestros hijos, su proceso de forrnación ira creciendo, pragresivamente, en su usa adecuado de Ia libertad y de Ia responsabilidad.

Es indudablemente positiva comentar en casa los anuncios que aparecen en Ia televisión, los mecanismos de persuasión e, incluso, su poder de manipulación. Los adolescentes comprenderán fácilmente, si se to planteamos bien, Ia contradicción (que existe, por ejemplo, entre los slogans que nos prometen libertad, condicionándonos a Ia adquisición de un determinado producto), a cómo Ia publicidad juega -abiertarnente- con deseos, miedos y frustraciones, vinculando el éxito, Ia integración grupal a Ia diversión con eI consumo… siempre con eI consumo.

La libertad se gana trabajosamente y con esfuerzo. Ayudar a los adolescentes a que desmonten los paraísos artificiales que pretenden venderles y sean conscientes de que pueden elegir su propio camino a dejarse arrastrar par lo que otros quieren y por Io que otros han decidido que compren y consuman, constituye, quiza, uno de los mejores servicios que podemos aportar al desarrollo personal de nuestros hijos.

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Desarrolle una familia fuerte

Desarrolle una familia fuerte

Written by Dennis y Bárbara Rainey

Llegó sin previo aviso. Me encontraba en el trabajo cuando se me ocurrió mirar por la ventana; el hermoso cielo azul que había admirado hacía unos minutos ahora estaba lleno de una nubes negras que no auguraban nada bueno. En un instante más comenzó a llover a cántaros y, a continuación, un feroz viento hizo su aparición doblando a los árboles hasta un ángulo que parecía imposible. Entonces chilló la sirena de tornados. Salimos como pudimos de los escritorios y buscamos refugio; muchos nos acurrucamos debajo de un hueco de la escalera de concreto que estaba en el sótano. La radio confirmó nuestro mayor temor: el tornado se dirigía hacia nosotros.

Mientras las ráfagas de viento de más de 190 km/h rompían vidrios y hacían temblar las paredes, varios de nosotros nos pusimos a orar. Pensé en mi familia y oré para que estuvieran a salvo (más tarde descubrí que el tornado pasó a menos de tres cuadras de nuestra casa). Luego de cinco angustiosos minutos, el viento cedió y el sol volvió a brillar. ¡Sobrevivimos! Gracias a Dios, nadie se hirió.
Salí para ver los daños.
El tornado tocó suelo a solo ciento sesenta metros arrancando varios pinos enormes antes de saltar por encima de nuestro edificio de oficinas y arrancar de raíz más pinos inmensos. Me sorprendió ver que las raíces de los árboles arrancados no eran tan grandes. Luego, no lejos de allí, ví un antiguo y majestuoso roble que parecía casi intacto. Solo tenía algunas ramas rotas.
Tiempo después me enteré que los pinos en nuestra región tienen un sistema de raíces superficiales, de ahí que muchas de esas imponentes bellezas verdes se convirtieran en leña. Sin embargo, el sistema de raíces de un roble se sumerge a lo profundo de la tierra y esto le permite resistir incluso la furia de un tornado.

Hunde tus raíces
Las raíces fueron el elemento decisivo. ¿Qué clase de sistema de raíces espirituales necesita una familia cristiana saludable? Si queremos llevar adelante un liderazgo inconmovible en la familia, esa de fortaleza que resiste a los tornados de la vida, necesitamos raíces espirituales como las del roble. La mejor manera de asegurar la presencia de raíces tan profundas es cerciorarse antes de que los padres se estén convirtiendo en “robles de justicia” (Isaías 61:3). Los padres deben crecer en su fe y deben convertirse en robustos discípulos de Cristo.

Los seguidores de Cristo han entendido durante siglos la importancia crítica de ciertas actividades espirituales que marcan la vida de un discípulo que crece. Mencionaremos tres actividades básicas, aunque no es menos cierto que existen más. Si tan solo priorizaras estas tres, desarrollarás un sistema de raíces que resistirán las tormentas de la vida y te convertirán a ti y a tu cónyuge en líderes firmes de su familia.

Una experiencia personal diaria con Jesucristo

Para que crezcas y llegues a ser todo lo que Dios tenía en mente al crearte, debes someterte a Jesucristo como señor, amo y autor de tu vida. La travesía espiritual de seguirle no consiste en una lista de cosas que debemos hacer y que no debemos hacer, sino más bien en un encuentro momento a momento con Jesús. El crecimiento tiene lugar en nuestras vidas en la medida que nos sometemos a Él, que caminamos con Él por fe y le obedecemos.

Lo que sigue no es una lista de control, sino más bien son disciplinas espirituales de probada eficacia que nos ayudan a crecer como seguidores de Cristo. Tú decidirás de qué manera vas a ponerlas en práctica, pero si lo haces, estos puntos básicos transformarán con el tiempo a un “bebé cristiano” en un seguidor de Cristo maduro.
Oración: Una buena comunicación es la clave para cualquier relación floreciente.
Estudio bíblico: La Escritura es el manual del fabricante para nuestra vida cristiana.
Adoración: Se nos manda que adoremos a Dios de manera individual y colectiva.
Dar y servir: Somos mayordomos de muchos recursos personales, materiales y financieros.
Comunión: No desaproveches el inmenso beneficio de ser cristiano: una conexión dentro del cuerpo de Cristo.
Testimonio: Tenemos la tarea de actuar en nombre de Jesús para reconciliar al perdido con Dios.

Verdaderos amigos

Por lo general, el crecimiento espiritual tiene lugar en el contexto de las relaciones. Todos necesitamos tener a alguien cerca, no solo para disfrutar de la amistad y la comunión, sino también para cosechar los beneficios de rendirle cuentas a esa persona.

Vida auténtica

La verdadera vida comienza en el hogar. El lugar en el que es más difícil ser un seguidor de Cristo diario y constante es la propia casa. Cuando estás en casa, rodeado de un cónyuge que te conoce bien y de varios discipulitos que observan con mucha atención cada una de las palabras y cada uno de tus movimientos, es difícil mantener una fachada durante mucho tiempo. Y no debieras hacerlo. Si tienes una relación vital con Jesucristo, manifiéstala viviendo de la manera más sincera y consecuente posible. Dios se ocupará del resto.
Invierte el tiempo y la energía necesarios para ser como “un árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme que llegue el calor. En época de sequía no se angustia, y nunca deja de dar fruto”. (Jeremías 17:8)
¿No es eso lo que todos buscamos? Deseamos una familia de “árboles” fructíferos que florezcan pase lo que pase.

 

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La niñez nos habla

La niñez nos habla

ninos
Dices que soy el futuro; no me desampares ahora.Dices que soy la esperanza de paz; no me induzcas a la guerra.

Dices que soy promesa de bien; no me confíes el mal.
Dices que soy la luz de tus ojos; no me abandones en la ignorancia.
No espero solamente tu pan; dame luz y entendimiento.
No deseo tan solo la fiesta de tu cariño; te suplico amor para educarme.
No te pido apenas juegos y diversiones; te pido buenos ejemplos y buenas palabras.
No soy simple ornamento de tu camino;
soy quien te abre la puerta de la vida más allá de ti mismo:
seré algo de ti después de ti…
Enséñame el trabajo y la humildad, la devoción y el perdón.
Campadécete de mí y oriéntame para que sea bueno y justo …
Corrígeme en su tiempo, antes de que yo sufra …
Ayúdame hoy para que mañana no tenga que llorar.

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Orden divino para la familia

Orden divino para la familia

Written by SIGUEMEPLUS.COM

Hay cuatro principios en el reino de Dios para la familia. Si tú quieres que el Reino venga a tu hogar y éste sea transformado. Si tú quieres pertenecer a la iglesia que Dios está restaurando, tienes que abrir tu corazón y recibir estos principios, dejando que se arraiguen muy hondamente en tu vida. ¿Sabes porqué el cielo es cielo? No porque haya calles de oro, o puertas de perlas; el cielo es el cielo porque en él reina Jesucristo, y todos los que están allí hacen su voluntad. Y cuando Cristo reine a través de estos cuatro principios en tú hogar, éste será un pequeño cielo aquí en la tierra.

Aunque el piso no sea de oro ni tengas alfombra de Persia, aunque solo tengas un piso de tierra y paredes de cartón, tu ranchito te parecerá un palacio si Cristo es el Rey allí.

¿Qué significa que el reino de Dios entre en el hogar?  Pues mira, en tu hogar hay un trono, un lugar de preeminencia, y en ese trono debe estar sentado Jesucristo. Cada uno de los miembros del hogar debe responder a las órdenes del que está sentado en el trono. Cuando se establece esta relación con Cristo, se puede afirmar que el reino de Dios ha llegado a ese hogar.

Un hogar está formado, básicamente, por una doble relación. La primera es la relación marido-mujer, y la segunda, Padres-hijos. Esta es la estructura familiar básica. El resto de la familia  -Abuelos, cuñados, sobrinos- que conviven bajo el mismo techo, debe sumarse a esta estructura principal que Dios a constituido como base. La Biblia nunca da instrucciones a los abuelos o tíos; habla a los esposos, a las esposas, a los padres, a los hijos; porque esta es la estructura que sustenta la familia.

Y los principios de Dios para cada una de estas cuatro partes son esenciales para el desenvolvimiento del núcleo familiar.

Para las casadas

El primer principio está dirigido a las casadas. ¿Qué le dice el Rey a ellas?
Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor (Efes. 5:22).

Esta es la orden del Señor para las casadas, el principio del reino de Dios para ellas.

¿Por qué Pablo, cuando habla del hogar, tanto en Efesios como en Colosenses, siempre empieza por las casadas?  Es porque la primera en subordinarse debe ser la que sigue inmediatamente después de la autoridad principal.

Tomémonos del ejemplo de un batallón del ejército. Dentro de él, tenemos soldados rasos, luego cabos, un teniente y un capitán. Los soldados deben obedecer al cabo, al teniente y al capitán., El cabo debe obedecer al teniente y al capitán, Y el teniente debe obedecer al capitán.

Si el batallón va a tener orden, el primero en demostrar sujeción debe ser el teniente. Si él no lo hace, si cuando el capitán le ordena algo él dice: “No tengo ganas de hacerlo”, tampoco sus subordinados le van a obedecer cuando él les dé una orden.

Moralmente, ellos quedan libres para desacatarse. La autoridad, entonces, se resquebraja y en el cuartel comienza a reinar la anarquía.

Así ocurre también en el hogar. Si la mujer no se sujeta a su marido, los hijos se sienten libres para desobedecer a los padres; la autoridad ya no existe y reina la rebelión. La mujer debe obedecer a su marido e imponer con su conducta una imagen de respecto y de sujeción reafirmando el principio de autoridad. Ella debe sujetarse a su marido para que Cristo reine en su hogar.

Si el marido es un hombre impulsivo, iracundo, y la mujer no se sujeta, va a haber problemas todos los días: Discusiones, grito, malentendidos, ofensas y contiendas. Si el marido es demasiado “Bueno” y   “no le molesta que se haga lo que ella dice” para que no halla gritos ni peleas, tampoco así va a reinar Cristo en ese hogar, porque no se estará respetando el orden divino para al familia.

Para los maridos

El segundo principio está dirigido a los maridos. Cuando hay que poner disciplina en el hogar, empezamos por los hijos… ¡Un momento! Si la casada no respeta a su marido, no espere que los hijos respeten y obedezcan a su padre. Si el marido no trata a su esposa como corresponde, no esperen que los hijos se traten correctamente. Dios comienza por ordenar el matrimonio. ¿Cuál es el mandamiento del Rey para los maridos?

Maridos, amad a vuestras esposas, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella (Efes. 5:25).

Vosotros, maridos, igualmente vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo (1 Pedro 3:7)

El principio del Rey para el marido es: Amar a su esposa y tratarla como a un vaso frágil, dándole un honor especial. Debe asistirla con ternura, con delicadeza. Si el marido no ama a su esposa y no la trata como un vaso frágil, Cristo no puede reinar en ese hogar.

Para los que conocemos las Escrituras estos textos no son ninguna novedad. ¡Los sabemos de memoria! Pero nuestro mayor problema es que lo hemos aprendido al revés. Los maridos saben de memoria el texto que corresponde a las esposas y las mujeres saben de memoria el texto que corresponde  a los maridos. Entonces cada vez que ocurre una discusión o una pelea, el marido le dice a la mujer:

–La Biblia dice: “Casadas, estad sujetas a vuestros maridos”.
Y la mujer responde: “Maridos. Amad a vuestras mujeres… y tratadlas como a un vaso frágil.” ¡Y tú me estás tratando como a un trapo de piso!

La Biblia dice a cada uno cuál es su responsabilidad. “Qué la esposa se sujete… que el marido ame a su mujer…”  Si la mujer no se sujeta al marido, Cristo no reina allí. Pero, si el marido quiere sujetar a su mujer por la fuerza, tampoco Cristo está en eso.

La Biblia no dice: Maridos, sujetad a vuestras mujeres. Expresiones como estas: “Me vas a obedecer… Acá mando yo…”, etc., evidencia que Cristo no reina en ese hogar. El Señor dice al marido lo que el marido debe hacer. Marido, éste es el mensaje para ti: Ama a tu mujer y tratala como a un vaso frágil, con cariño, con ternura, en todo momento.

“Yo la voy a tratar bien, siempre que ella me obedezca…” Tu comportamiento no debe ser una respuesta a la conducta de tu mujer, sino una respuesta al Rey y Señor de tu vida. ¿Quién manda en tu vida? Si Cristo es tu Señor, debes comportarte como El manda.

La mujer tampoco tiene derecho a decir: “Yo le voy a obedecer y me voy a sujetar, si él me trata como corresponde.” De ninguna manera. Pedro dice lo mismo aun a las esposas de los incrédulos. Aunque tu marido sea incrédulo, igual es tu marido y, por lo tanto, tu cabeza. Aunque él no te trate como corresponde, igual tienes que sujetarte, y mostrar que Dios reina en tu vida y a través de tu vida en tu hogar. La respuesta de cada uno no debe estar condicionada al comportamiento del otro.

La actitud del marido debería ser: “Así ella me obedezca o no, siendo mi esposa la voy a amar y a tratar como Cristo enseña.”

A su vez, la mujer tendría que decir: “Así él me ame o no, me trate bien o mal, siendo mi marido, me voy a sujetar a él y le voy a obedecer.” Las discusiones en un hogar se terminan cuando cada uno asume su responsabilidad frente al Señor.

Por lo tanto, maridos, ¡Devuelve el texto a tu esposa! Nunca más pongas en tu boca el mandamiento de Dios a las casadas. Y a ti, esposa, ¡Devuelve el texto a tu marido! Nunca más repitas el mandamiento de Dios a los maridos.

Cada vez que halla conflicto en la casa, pregúntate: ¿cuál es el mandamiento de Dios para mí? ¿Cuál es la parte que a mí me toca hacer? ¿Cuál es mi orden?  (A fuerza de repetir la del otro, ni recordamos la nuestra). Aprende de memoria tu mandamiento. Apréndelo, y repítelo cada vez que surja una dificultad. ¡Se van a acabar los problemas cuando cada uno haga su parte delante del Rey!

Aunque no te guste, es una orden: Casadas, sujetaos… Maridos, amad…

Ten en cuenta que no dice: “Casadas, sería muy bueno que obedecieran.” No, Es una orden. ¡Y Cristo es el que da! ¿Te das cuenta cómo se solucionarían muchos problemas que hoy tenemos en casa si en ella se respetasen los principios del reino de Dios?

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