“El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia”
(Proverbios 28:13).
Es muy conocida la historia de que un rey resolvió visitar la prisión para saber los motivos que llevaron cada uno al cárcel. Siempre hacía la misma pregunta: “¿Por qué está preso?” Y la respuesta era siempre la misma: “Por una injusticia, majestad. Soy inocente”. Al llegar a una determinada celda, vio un hombre de cabeza baja. Era un cristiano. Más una vez el rey preguntó: “¿por qué ha sido preso?” Y el cristiano, sin mirar para el rey, contestó: “Estoy aquí porque erré y merecí ser preso”. El rey inmediatamente llamó los guardas y ordenó: “Liberten ese hombre. Es indigno de estar preso en medio a personas tan buenas”.
¿Hemos reconocido nuestras faltas? Hemos pedido perdón por nuestros pecados? ¿Hemos buscado a Dios para que nuestras vidas sean transformadas y volvamos a alegrar el corazón del Señor?
¿De que adelanta esconder el pecado que habita en nuestros corazones? ¿De que adelanta fingir que somos buenos y no necesitamos de arrepentimiento? ¿De que adelanta dejar Dios en según plan si dependemos de Él para todas nuestras conquistas?
La Palabra de Dios nos afirma que nunca prosperaremos si no nos aproximemos al Señor y contemos con Su ayuda en la busca de nuestros sueños. para que Dios nos bendiga, necesitamos no solamente confesar que erramos como abandonar la práctica del pecado. Con Jesús a nuestro lado, tendremos todo, pero, sin Él, no tendremos nada.
¿Aún cree qué no precisa de la ayuda de Dios?
Views: 3