“… Mas el Señor es el que da la victoria ” (Proverbios 21:31).
Algunos soldados en la Grecia antigua se reían de uno de los soldados que tenía un pie torcido. No tuvieron más motivos para las chacotas cuando el soldado dijo: “Estoy aquí para luchar y no para correr.”
Muchos se lamentan de sus carencias. Algunos se quejan de no tener eso o aquello. Otros por ser deficientes en ciertas áreas de la vida. Algunos se justifican de los fracasos al culpar a aquellos que no hicieron nada para ayudarlos. En vez de concentrarnos en lo que no tenemos, debemos aprovechar todo el potencial de que disponemos.
Y un potencial que todos pueden tener es la ayuda del Rey de reyes y Señor de señores. Él es fuerte, poderoso, capaz de hacer todo lo que es posible y lo que es imposible también. Si andamos abrazados a Él, no tenemos excusas para nada. Entendemos que lo que sucede es Su voluntad y nos sentimos felices con todo lo que nos da y nos permite hacer.
Si alguien se burla de usted por una victoria no alcanzada, espere y podrá reír mucho más cuando ven que usted es más que vencedor. ¡Jesús es su Señor!
¡Jesús es su alegría! ¡Él es su gran y definitiva victoria!
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