“Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan 8:36).
Manuela comentó con una hermana de la iglesia: “Ya hace más de 10 años que estoy en la iglesia y aún no puedo librarme de algunas culpas del pasado”. La hermana la aconsejó: “Usted ha sido una bendición en nuestro medio, sólo los malos guardan e intentan justificar sus culpas, los buenos, entregan todo en las manos de Jesús y olvidan.”
¿Por qué recomerse de las culpas o pecados del pasado? ¿Por qué conservar en el estante del corazón lo que el Señor ya perdonó? Él nos salvó y liberó y lo que existió antes de nuestro encuentro con Él debe ser abandonado y completamente ignorado. ¡Somos nuevas criaturas! ¡Somos hijos de Dios!
Sabemos que para los que están en Cristo, todo viejo ha pasado y lo que existe ahora es lo nuevo. Estamos libres de la vieja naturaleza y ahora brillamos en una nueva vida y todo lo hacemos para la gloria y el honor de Jesús. Éramos ignorantes y ecadores y ya no somos. Estábamos perdidos y ya no estamos. Somos una bendición para bendecir a todos.
Si usted suele justificarse por los errores antiguos, no lo haga más. Jesús ya los perdonó a todos y se olvidó de ellos totalmente. Haga tú el mismo.
El pasado… es sólo el pasado.
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