Para reflexionar… Muerte Inmediata

“Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos,  para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que  muramos, del Señor somos” (Romanos 14:8).

“Cuando estoy a punto de morir, abriré mi corazón a Cristo”, siempre decía un joven cuando era evangelizado. Uno  de  los evangelistas le preguntó: “¿Y cómo puedes saber que estás  a punto de morir?” Antes de la respuesta, que  ciertamente  no había, el evangelista dijo: “Si recibes  a  Cristo  hoy,  no importa el día de tu muerte. Estarás a salvo con el Señor en el cielo”.

Muchos piensan que el Señor Jesús es solo para  asegurar  un lugar en las moradas celestiales. Y por eso pierden una gran oportunidad de vivir en abundancia y felicidad. Cristo  vino a darnos vida. Él ha venido para que el miedo y la culpa  no interfieran con nuestra vida diaria.  Se  ha  convertido  en nuestro  mejor  Amigo,  el   Compañero    en    todas    las circunstancias, buenas o malas. Él ha venido para darnos  fe y esperanza y para borrar toda nuestra incredulidad  de  una vez por todas.

Si morimos jóvenes, iremos  con  Él  por  la  eternidad.  Si vivimos por muchos, muchos años, Él  caminará  con  nosotros hacia nuestra  vejez.  Cuanto  más  rápido  Cristo  venga  a nuestras vidas, más tiempo disfrutaremos de Su gran  amor  y más oportunidades tendremos para  alcanzar  las  bendiciones deseadas.

Si queremos Cristo pensando solo en nuestra muerte,  muramos a las cosas mundanas de inmediato y Él  caminará  a  nuestro lado todos los días… para siempre.

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