“Pedid, y se os dará…” (Mateo 7:7).

Un joven , de cabeza baja, llamó la atención del pastor. “¿Cuál es el problema, hermano?” preguntó al joven. “Yo percibo que he sido un fracaso en mi vida cristiana. Soy flaco en mis decisiones, aún guardo rencor en el corazón por cosas que otros me hicieron, no tengo virtudes y ni dones, como muchos aquí en la iglesia”. El pastor, con mucho cariño, dijo a él: “Tiene una grande virtud… reconoció que es pecador y recibió Cristo en el corazón.”

¿Por qué lamentamos nuestros defectos y no alabamos al Señor por todo de positivo que tenemos? ¿Por qué nos importamos más con lo que no somos o lo que no tenemos que con todo cuanto el Señor ya nos dio? Y se tenemos mucha cosa data por el Señor, ¿por qué no esperar que nos dé también las demás cosas?

La Palabra nos dice que, al pedir, recibiremos de Dios todo aquello que edifica nuestra vida espiritual. Si constatamos que somos flacos en ciertas circunstancias, pidamos a Él que nos fortaleza. ¡tendrá placer en atendernos! Si aún conservamos almacenados en nuestros corazones los momentos de ira del pasado, pidamos a Él que sustituya todos ésos momentos por pleno y perfecto amor. ¡Él nos atenderá! Si deseamos ser útiles en la obra de Dios y reconocemos que nos falta talentos, pidamos a Dios que nos reviste de poder para ser una grande bendición en Sus manos. ¡Él nos atenderá!

Todos nuestros puntos negativos serán transformados en positivos, si ésa es nuestra voluntad y si busquemos a Dios de todo el corazón.

Dios está esperando su pedido… crea… ¡Él atenderá!

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