“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio” (Hechos 3:19).
“Los médicos siempre nos dicen que busquemos un lugar donde podamos respirar aire fresco, pero nunca nos dicen dónde encontrarlo”. (Autor desconocido)
Es posible que los médicos ni siquiera sepan dónde encontrar aire fresco, pero la Palabra de Dios nos enseña cómo encontrar un verdadero refrigerio para nuestras almas. Cuando nos arrepentimos de nuestros pecados, el Señor nos perdona y entra en nuestros corazones, dándonos el aire fresco de alegría, paz y felicidad.
Jesús es nuestro refrigerio, la cura de nuestras preocupaciones, el liberador de nuestra ansiedad y depresión. Nos trae refrigerio en tiempos de asfixia ante la angustia y las frustraciones que nos sobrevienen. Es refrescante cuando nuestra fe es débil y las esperanzas se han ido. Es refrescante cuando el peso del pecado nos tortura.
Él es el aliento que nos mueve hacia las grandes y anheladas victorias. Nos enseña a respirar el aire fresco de la vida eterna.
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