“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23).
“El corazón del necio está en su boca, pero la boca del sabio está en su corazón”. (Benjamín Franklin)
Cuando abrimos nuestros corazones al Señor, invitándolo a hacer su hogar con nosotros, somos sabios y cometemos mucho menos errores. Cuando hablamos sin pensar, sin consultar el corazón donde debería estar Cristo, mostramos que somos tontos, que no estamos preparados para ser una bendición en las manos de Dios.
Si nuestros corazones están llenos de Jesús, entonces están llenos de amor, fe, esperanza, alabanza y sabiduría. Esto es de lo que hablaremos, esto es lo que dirán nuestras actitudes, esta es la luz que brillará donde quiera que vayamos.
Cuando la sabiduría de Dios está en nuestras palabras, la Palabra de Dios está siempre en nuestras conversaciones, en nuestro testimonio. Y muchos, cuando nos escuchen, se contagiarán con la alegría de caminar por el camino que conduce a la vida eterna.
Has guardado al Señor en tu corazón. ¿Ha sido el tema principal de sus conversaciones?
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