“porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” (Romanos 10:13-15)

“Siembre un testimonio, coja un interesado. Acompañe un interesado, coja un convertido. Prepare un convertido, coja un obreiro. Envíe un obreiro, coja una fiesta en los Cielos.” (P. Barbosa)

La vida cristiana es un desafío. Un desafío que exige coraje, determinación, obediencia. No podemos pensar que somos sólo una persona salva y bendecida por Dios. Somos mucho más que eso. Somos un llamado, un enviado para salvar almas del infierno. El Señor cuenta con nosotros y no debemos decepcionarlo. Obedecer la voz de Cristo es una bendición que nos llevará a la vida eterna, junto con todos aquellos que han sido bendecidos por nuestra obediencia.

Si nos sometemos al llamado del Señor, muchos tendrán las vidas transformadas. Si desobedecemos, muchos caminarán perdidos, sin alegría, para siempre. Mi vida es muy importante en la historia de la salvación. Su vida también es.

Juntos podremos escribir esa historia con un final mucho más feliz. Acepta este desafío emocionante y tu vida será una gran bendición.

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