“Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (Juan 6:68).
“En lugar de pasar tiempo buscando los culpables de nuestros errores, usemos ese tiempo para corregirlos”.
¿Hasta qué punto hemos podido reconocer los errores cometidos? ¿Hasta qué punto hemos tenido la humildad de tratar de arreglarlos? Y tenemos la ventaja de contar con el Señor Jesús, que nunca fallará.
¿Quién puede ayudarnos a resolver nuestra falta de amor? Jesus! ¿Quién puede curar nuestras enfermidades cuando se agota el poder de la medicina? Jesus! ¿Quién puede levantarnos cuando la depresión nos golpea? Jesus! Todo lo que nos aflige y no sabemos cómo resolverlo, todo lo que llena nuestros corazones de angustia y no tenemos a nadie que nos ayude, todo lo que nos empuja al camino de la derrota tiene una solución: ¡Jesús!
¿Quién tiene la culpa de nuestras luchas y fracasos? No importa. ¿Quién nos ha angustiado al echar el peso de nuestra incapacidad en nuestras caras? No nos interesa. ¿Quién se ha burlado de nuestras frustraciones, diciendo que nunca llegaremos a ninguna parte? Alguien que nunca nos ayudará. Lo que realmente nos interesa es saber cómo parar y comenzar de nuevo, con nuevos pensamientos y la certeza de muchos logros y victorias.
Y para eso, caminaremos al lado del Señor, quien nos alentará y nos guiará de manera feliz y eterna.
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