“En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35).
“Haga su donación mientras está vivo. Así sabrá para donde ella va.”
¿Que estamos esperando para hacer aquello que está en nuestros corazones? ¿Hasta cuando esperaremos para mostrar lo que realmente somos? Si guardamos lo que de bueno hay en nosotros, pensando en una ocasión más oportuna, podremos no tener tiempo de mostrar nuestra generosidad y perder la oportunidad de que otros glorifiquen a Dios por nuestras vidas.
Si queremos donar nuestro tiempo para que Dios nos use para bendecir vidas, ¿por qué no hacerlo ahora mismo? ¿Por qué dejar para otro día? ¿Por qué aguardar para ver si otros harán por nosotros? Si eso acontece, seremos nosotros que perderemos la bendición del Señor.
Si tenemos grande amor en nuestros corazones y deseamos compartirlo con muchas personas que carecen de amor, ¿por qué no colocarlo delante de Cristo y pedir dirección para la mejor manera de dividirlo con el máximo de necesitados? ¿Por qué impedir que otros lo reciban, haciendo selección por nuestra cuenta, pudiendo escoger hora y personas equivocadas?
Si Dios está nos tocando para una donación financiera, ¿por qué no obedecer a Su voluntad? ¿Por qué guardar aquello que el Señor nos mandó dar? ¿Por qué no experimentar un momento de grande felicidad al hacer alguien feliz?
Después de nuestra muerte, probablemente todo cuanto nos pertenece será donado, pero, apenas los otros se alegrarán con la donación ¡y nosotros… no!
Piense en eso y sea aún más feliz.
Visitas: 3