“Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, Y una noche a otra noche declara sabiduría. Por toda la tierra salió su voz, Y hasta el extremo del mundo sus palabras” (Salmos 19:1, 2, 4).

Marcelo llegó a la iglesia con los brazos arañados y con una pequeña herida. Un de los hermanos, al verlo entrar, preguntó lo que había acontecido. “Estaba mirando para el cielo, encantado con la belleza de las estrellas que Dios creó y acabé trompicando en una grada. Caí en el suelo y me herí de lleve”. El hermano le dijo con gran amor: “Muchas veces nos quedamos tan maravillados con qué Dios creó que olvidamos de cuidar a nuestro caminar. Y cuando eso acontece, podemos caer y herirnos.”

Es exactamente porque Dios creó cosas maravillosas para aquéllos que lo aman y glorifican, que debemos tener cuidado para que nuestra presencia aquí en el mundo sirva de ejemplo y engrandecimiento a Su nombre. La Palabra dice que los Cielos cuentan la gloria de nuestro Dios y nosotros debemos hacer el mismo mientras caminamos aquí en la tierra. Si hacemos nuestra parte, todos dirán que Dios es maravilloso a lo miren para el alto e igualmente maravilloso a lo miren para bajo y constaten el testimonio de Sus hijos.

Cuando nos mostramos indiferentes a las cosas del Señor, avergonzamos al Dios a quien decimos servir e impedimos que muchos lleguen a la salvación en Cristo. Y cuando caímos, ciertamente sufrimos las consecuencias de la caída y podemos nos herir seriamente.

Por todo el tierra el nombre del Señor es exaltado por la belleza de Su creación. Que sea exaltado también por el brillo de la presencia de los cristianos que traen Cristo en el corazón.

¿Tiene usted sus pasos firmes en el Señor?

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