“Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).
“Hay personas que no están contentas porque tienen una religión que las hace así. Si la religión no trae alegría, entonces es una religión defectuosa”.
Cuando abrimos nuestros corazones a Jesús, la verdadera alegría se apodera de nuestras vidas. Incluso frente a luchas y problemas serios, el cristiano está feliz y su rostro transmite una sonrisa que ninguna dificultad puede eliminar. Nuestra alegría no proviene del éxito que podamos tener o no, sino de la presencia de Jesús, nuestro Señor y Salvador, compañero en cualquier situación, nuestra Guía para la vida eterna.
Hay religiones que exigen esto y aquello, que enfatizan el sufrimiento y la tristeza, que impiden que sus seguidores muestren felicidad. Algunos incluso fomentan el mal humor y el odio. Nuestro Dios nos enseña a sonreír, dice que este gozo que proviene de Él es la fuerza que nos lleva a grandes victorias. Qué bueno es tener un Dios que nos motive con palabras de gran alegría.
Recuerdo tantas canciones de mi juventud que decían esto: “La alegría está en el corazón de aquellos que ya conocen a Jesús”, “Estoy feliz. Te diré. Cristo una vez me salvó, así que estoy feliz”,” Si quieres saber por qué vivo cantando. Una luz intensa brilla en mi alma, desde que acepté a Jesús”. Echo de menos ese momento en que cantaba estas canciones y muchas otras. Estaba feliz y estoy feliz hoy y lo estaré por siempre. ¡Glorias al nombre del Señor!
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