“Y levantándose en la misma hora, volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos”
(Lucas 24:33).
“Parece que para todo lugar que voy, las cosas dan errado”, decía Roberto para su amigo Pedro. “Comoquiera, usted siempre puede parar y volver”, contestó el amigo.
¿Estamos nosotros caminando para el lugar cierto? ¿Las cosas que empezamos a hacer son, realmente, las mejores a hacer? ¿Estamos ciertos de qué nuestras decisiones son las más acertadas?
aun cuando nuestras respuestas sean “no” a todas las preguntas arriba, Dios, en Su grande amor, nos ofrece la oportunidad de cambiar de dirección. Si estamos siguiendo para el lugar errado, Él nos muestra que el mejor lugar para ir es Su presencia. Si lo que hacemos no es bueno, dejemos que el Señor nos guíe a hacer Su voluntad. Si nuestras decisiones son equivocadas, pidamos al Señor que nos oriente a tomar las decisiones que nos conduzcan a un crecimiento espiritual y a una vida victoriosa.
Ir para lugares errados no es el peor que puede acontecer en nuestras vidas. No reconocer el error e insistir en cometerlos es muy peor. Sabio es lo que aprende a pedir perdón y está presto a recomenzar. Su vida será una bendición y el nombre de Jesús será glorificado en su nueva manera de vivir.
Los discípulos, desalentados en el camino para Emaús, al tener un encuentro con Jesús, volvieron a Jerusalén, lugar de sus bendiciones. ¿Y tú, está alentado para volver y ser bendecido?
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