Para reflexionar… Hablando Sin Parar, Mismo Callados

“Sé ejemplo de los creyentes…” (1 Timoteo 4:12)

“¿Quién habló de Jesús para usted, Catarina? Soy testigo  de que eres una gran bendición para todos nosotros aquí  en  la iglesia”. “Nadie  me  predicó  el  Evangelio”,  contestó  la joven. “Yo me convertí únicamente por el ejemplo de vida  de mi tía, que me creó desde pequeña. Vivió como una  verdadera cristiana”, concluyó ella.

¿A cuántas  personas  hemos  testificado  del  Evangelio  de Cristo con  nuestro  vivir  diario?  ¿Cuántas  vidas fueron transformadas  por  nuestro  ejemplo  cristiano?    ¿Cuántas personas trajimos para el reino de Dios sin decir una  única palabra? ¿O solo nos  recordamos  de  las  personas  que  se alejaron del Señor por nuestra culpa?

¿Cuántas veces oímos un “soy muy feliz con Jesús y usted  ha sido un canal especial para ésa mi  vida  bendecida”?  Andar con el Señor es muy bueno; hacer la obra  del  Señor  es  un motivo de gran regocijo para  nuestras  vidas  espirituales; alumbrar nuestra vecindad con la luz del Evangelio del Señor es algo que no podemos traducir en palabras; Pero,  conducir un  perdido  al  Salvador  es  una  bendición   que    jamás olvidaremos.

Podemos predicar el Evangelio visitando una persona enferma, telefoneando  para  alguien  que  está   viviendo    momentos difíciles en su vida personal, ofreciendo un  folleto  o  un libro para los que están indecisos,  hablando  del  amor  de Dios para los que viven murmurando por no ver solución  para sus problemas, o, mismo  callados,  mostrando  la  fe  y  la esperanza, en  cualquier  situación,  en  nuestra  casa,  en nuestra empleo, en nuestro local de estudios.

Catarina  fue  llevada  al  Señor  por  la  tía  que  nada le hablaba… apenas testificaba. Y  usted,  ¿puede  garantizar que su vida también ya condujo muchos a Cristo?

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