“Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo” (Mateo 25:34).
“Una sola mala actitud de un cristiano trae tristeza al corazón de Dios, así como una sola gota de tinta ensucia una ropa blanca”.
En nuestra vieja naturaleza, no nos importaba si Dios aprobaba o no nuestro comportamiento. No nos interesaba saber si nuestras vidas eran brillantes o apagadas. El pecado era algo que creíamos común a todos los hombres. Y Jesús… era solo una imagen mostrada en libros religiosos.
Pero nuestra vida ha cambiado. Lo conocemos, Le pedimos perdón por nuestros pecados, sentimos Su abrazo e invitamos a Él a morar en nuestros corazones. Ya no somos más una persona cualquiera. Somos cristianos, hijos de Dios, herederos del cielo y de la vida eterna.
La gota de tinta puede continuar manchando una ropa blanca, pero ya no queremos manchar la santidad de nuestro Dios. Queremos alabarlo, queremos exaltar Su nombre, queremos que se regocije en nuestras vidas y actitudes. Queremos que nuestras ropas espirituales no se manchen con gotas de desobediencia y rebelión. Queremos amarlo. Queremos ser una bendición en Sus manos.
¿Deseas estar entre los “benditos de Mi Padre” del Señor Jesús?
Visitas: 6