“… no os entristezcáis, porque el gozo del Señor es vuestra fuerza” (Nehemías 8:10).

“Aproveche todos los momentos posibles para sonreír. Si el día está difícil y los problemas angustian su alma, haga una pausa y sonría. Si las frustraciones y decepciones han sacado su ánimo a punto de no querer más luchar, haga una pausa y sonría. Si los obstáculos a sobrepasar parecen infranqueables y la angustia camina a su lado, haga una pausa y sonría. Esa sonrisa, mismo cuando no hay motivos para sonreír, renovará sus fuerzas y energías y le dará oportunidad de recargar las baterías espirituales y crear nueva esperanza y fe. Lo demás… Dios hará.”(P. Barbosa)

La vida es difícil para muchos. A veces tenemos la impresión de que todo cuanto hacemos no sirve para nada. Solo encontramos desilusiones, fracasos, incomprensión, indiferencia. Parece que todos nos desairan y todo es en contra de nosotros. No tenemos motivos para sonreír.

Pero… la Palabra nos dice que la alegría del Señor es nuestra fuerza. Sufrió por nosotros para que, por su sacrificio nosotros pudiésemos sonreír y, de esa manera, fortalecernos. Ésa energía que nos fortalece no viene de los éxitos del día y sí de la alegría del Señor.

Al sonreír, no decimos que las derrotas nos alegran, que las aflicciones nos llenan de placer, que los problemas nos agradan. Sonreímos porque la alegría del Señor es suficiente para cambiar nuestras vidas y conducirnos, con júbilo, en el camino que nos llevará a la vida eterna.

Seamos Fuertes en la adversidad… Vamos a confiar en el Señor y sonreír.

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