El Poder de la Influencia

El Poder de la Influencia

Written by J. Luis G. Taddei

Un maestro trasciende a la eternidad, ya que jamás puedes saber cuando se detendrá su influencia. Cualquiera de nosotros puede voltear la mirada atrás y recordar muchos de los maestros que sobre diversos tópicos nos impartieron enseñanza.

De estos, hay algunos que nos hicieron amar el estudio, por su forma de impartir los conocimientos, por su buen humor o por la dedicación a sus alumnos; pero otros, tal parece que estaban empeñados en quitarnos el gusto por aprender, ya que su actitud intolerante, su falta de vocación o su poco interés en los estudiantes como individuos, convirtieron los días de escuela en algo verdaderamente desagradable.

Pero de igual manera que los maestros de escuela, hay padres, gerentes de empresa o líderes cristianos, cuya influencia es determinante; y cuya actitud y forma de enseñanza o de dirigir, deja una marca indeleble en las vidas que están debajo de ellos.

Es cierto, el mundo está dividido en líderes y seguidores, la civilización siempre ha estado atada al progreso, y el progreso siempre estará ligado al liderazgo más que a los seguidores, siempre y cuando sea un liderazgo influyente y positivo.

Piensa en las personas que han ejercido una gran influencia positiva en el mundo: el Señor Jesucristo, el Apóstol Pablo, Martín Lutero, David Livingston, D. L. Moody, Martin Luther King, Mahatma Gandhi o la Madre Teresa de Calcuta, por solo citar a algunos. Esta gente tuvo en común, la capacidad para ser influyentes sobre la vida de los demás, porque aquellos que son maestros en el uso de la influencia positiva, no tan solo pueden cambiar su propia experiencia, sino cambiar también la experiencia del mundo.

J. R. Miller en su libro, La Formación del Carácter, expresa: “Ha habido reuniones de sólo un momento que han dejado impresiones permanentes, eternas. Nadie puede entender ese algo misterioso que llamamos influencia; sin embargo, todos ejercemos influencia continuamente, sea para inspirar, sanar, bendecir o dejar huellas de belleza; o para herir,  ofender, envenenar o manchar otras vidas”. (Prov. 16:24 Santiago 3:5-6)

Thomas Wolfe en su libro La Araña y la Roca dice: “Si tenemos un talento y no podemos utilizarlo, hemos fracasado. Si tenemos un talento  y utilizamos solamente la mitad, hemos fracasado parcialmente. Si tenemos un talento y aprendemos cómo utilizarlo en su totalidad, hemos triunfado gloriosamente, y hemos ganado la satisfacción y un éxito que pocos conocerán jamás”. Uno de los talentos más preciados es la capacidad de influencia. (Filipenses. 3:17)

Si algo deseamos como líderes es el logro de nuestros objetivos; pero para lograr esto, además del apoyo de Dios, necesitamos el apoyo de la gente. ¿Cómo puedes conseguir fácilmente la cooperación de ellos y ganar su respeto y confianza?. La respuesta es: siendo permanentemente una influencia positiva que le añada valor a su vida. (1 Tesalonicenses 1:5-7)

Aunque siempre es difícil definir con precisión el concepto del liderato, la característica común en todos los líderes es la capacidad para hacer que las cosas se realicen, actuar para ayudar a que otros trabajen en un ambiente dentro del cual, cada individuo que presta servicios bajo su dirección se sienta animado y estimulado.

Al hacer esto, está ayudando a la persona a descubrir sus más plenas capacidades, lo que a su vez hace que él quiera ofrecer a cambio una contribución significativa; es decir, es un individuo altamente influenciado por su líder que está dispuesto a seguirle y a servirle en todo. Este fue el ejemplo de Pablo y Timoteo (1 Corintios 4:16-17)

Pero la función del liderato no es tan simple, ni se logra por casualidad, y por ello muchos fracasan; porque no poseen la capacidad suficiente para emprender las acciones necesarias y adecuadas. Y es que la excelencia profesional en el liderato sólo se obtiene a través del esfuerzo persistente, pero como también está involucrada la gente, si este es carente de influencia, los resultados pueden ser muy bajos.

El filósofo William James afirmó: “El mejor uso de la vida es utilizarla en algo que dure más que ella”. Esto quiere decir que el valor de la vida no es su duración, sino su donación; no cuantos años vivimos, sino cuanto fue lo que en ellos compartimos. Jesús dijo: “Porque todo aquel que quiera salvar su vida la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará”. La mejor manera de hacer esto, es vivir dando a otros influencia e inspiración, y al hacer esto, debemos de motivar a nuestra gente a hacer exactamente lo mismo. (Filipenses 4:8-9)

El Apóstol San Pablo dijo: “Sed imitadores de mí, así como yo lo soy de Cristo”. La admiración, es la capacidad de asombro que manifestamos ante el éxito de los demás, la admiración estimula a un líder para aprender e imitar a otro líder. San Pablo admiraba a Jesús, y esto lo retaba y lo animaba para imitarlo, acrecentando su capacidad para desarrollar cristianos comprometidos con el Señor.

Loren Eisley quien escribió el libro: El Lanzador de Estrella; nos enseña acerca de esto. Cuenta de un individuo de mediana edad, que acostumbraba ir a la playa para tratar de obtener una verdadera perspectiva del sentido de la vida.

Allí, observaba a los turistas, que caminando junto a las olas recolectaban conchas. Los observaba caminando a lo largo de la playa, temprano al amanecer. Cargaban bolsas con las conchas recogidas, estrellas de mar, y otros especimenes vivos. Los veía correr con frenesí para obtener los ejemplares más codiciados.

El escritor narra más delante: “Pero igual que en la playa, también encontré en las ciudades a mucha gente con la mentalidad de coleccionista. Están por todos lados; en todos los países y en todas las ciudades. Son los individuos que tratan de coleccionar vida, cosas materiales y felicidad para sí, pero no quieren compartir esto con otros”.

Pero una ocasión, estando en este estado de observación, le llamó la atención una figura humana solitaria, parada cerca de la orilla del mar, quien tenía tras él un arco iris originado por los rayos de sol y la bruma. Alcanzó a observar que la figura había arrojado algo a la mar. La figura se agachó nuevamente y volvió a enderezarse para arrojar un objeto más allá donde rompían las olas. El observador lo alcanzó y le preguntó qué estaba haciendo. El hombre, un viejo de rostro tostado y arrugado, le contestó con una sonrisa en sus labios: “Soy un lanzador de estrellas”.

Mientras buscaba una piedra plana, como las que él tenía por costumbre lanzar al agua para divertirse, el hombre más joven se acercó para ver mejor el viejo.Este, con un movimiento suave, recogió una estrella de mar y la lanzó con elegancia, mar adentro. “Puede que viva”, dijo, “si el mar la lleva lo suficientemente lejos”.

Este ser humano no era un coleccionista. Dijo que había decidido ser parte de la vida y se había dedicado a ayudar a los seres vivos, ofreciéndoles otro día, otra semana, otro año, dándoles otra oportunidad de vida. El hombre más joven, silenciosamente, también se agachó y lanzó una estrella de mar, aún viva, en el agua, hacia la libertad. Se sintió como el jardinero que siembra semillas de vida, las cuales darán fruto en el futuro.

 

Miró hacia atrás por encima de su hombro y el hombre ya no estaba. A distancia, en el reflejo del arco iris, se veía la silueta del viejo “Lanzador de estrellas” que se volvió a agachar y arrojó de nuevo algo al mar. ¡El hombre había comprendido el secreto!.

 

Todos nosotros, también, debemos conocer el secreto del “Lanzador de estrellas” y vivir en él. La vida no se puede coleccionar. No se puede viajar por el camino del éxito, de la efectividad, guardando para sí la felicidad, ahorrándola, llevándola en el bolsillo. El éxito es vivir todos los días, como Jesús, influenciando la vida de otros, compartiendo nuestro valor, nuestro entusiasmo, nuestro compromiso, nuestros conocimientos y nuestro deseo de servir.

 

El don de la vida y las bendiciones que del Creador hemos recibido no es un tesoro que hay que guardar. El tesoro que está dentro de ti, solo es útil cuando accedes a él y lo compartes con otros. El secreto es cambiar de una vida de colección a una vida de celebración. Esto se logra cuando al influenciar a otro positivamente le puedes dar una día, una semana, un año o un tiempo más, de una vida mejor, desarrollada a su máximo potencial.

La grandeza de un líder son las actitudes que desarrolla como resultado de ver el mundo más claramente. Cuando ves más claramente, te ves a ti más valioso y también a los demás. Ver más claro te hace comprender que tú eres responsable de aprender y contribuir a la vida de otros, siendo un instrumento perfecto en las manos de Dios.

El impacto de tu liderazgo aumentará en la medida que incrementes tu influencia; pero, ¿Qué estás haciendo actualmente para incrementar esta?.

FRASES PARA REFLEXIONAR:

Quien comunica a alguien una idea constructiva lo enriquece para siempre.

Alfred Armand Montapert. En “Words of Wisdom to Live By”

“No tienes que ser grande para comenzar, pero tienes que comenzar para ser grande.”
John C. Maxwell

 

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