una iglesia; y esta iglesia única de Dios se manifestaba localmente en la comunión de los creyentes.[1]
Cualquier iglesia local es la iglesia de Dios porque el Señor está en medio de ella y el Espíritu Santo la guía y la capacita para cumplir con la Gran Comisión tanto en la localidad donde se encuentra como en el país o en el resto del mundo. En segundo lugar, las iglesias de las cuales habla el libro de los Hechos estaban constituidas por discípulos bautizados. Cuando nacía una iglesia, era por que sus miembros eran discípulos (Hechos 11:26). En la Gran Comisión Jesús indica que sus seguidores fueran bautizados, por lo que los apóstoles bautizaban inmediatamente a las personas que se añadían a las iglesias que establecían (Hch.2:41; 8:13; 10:48; 16:15,33; 18:8; 19:5). Esto hacía que los identificaran públicamente como discípulos de Cristo. Y en tercer lugar, el Nuevo Testamento describe lo que las iglesias deben hacer y como deben organizarse bajo condiciones normales. A veces se les llama iglesia antes de designar ancianos y diáconos y de que puedan cumplir con los ministerios que se les asigna. Además del sentido bíblico, dos elementos más influyeron para la aplicación de la palabra ekklesia en el Nuevo Testamento:
- El grupo pequeño de residentes locales que la componían.
- La autonomía de su gobierno.
Por otra parte este término tiene un trasfondo del Antiguo Testamento. La Septuaginta, traduce como ekklesia el vocablo hebreo lhq (gahal) que significa convocación o congregación (2 Crón. 29:28; Neh. 8:2; 8:17).
Por tanto, una iglesia es un grupo de creyentes que públicamente se han identificado como discípulos de Cristo por medio del bautismo y que se esfuerzan por ejercer las funciones de una iglesia local, con vocación misionera, en las manos de Dios para cumplir sus propósitos. Stam afirma: “muchas iglesias no están cumpliendo con su vocación misionera. Se olvidan de que no existen para sí mismas, sino para ser instrumentos de Cristo en el proceso de reunir a sus ovejas perdidas”.[2] La iglesia debe tener bien claro en su visión que es un instrumento en las manos del Señor, para llevar la Palabra a los perdidos, crecer y reproducirse llegando a saturar los pueblos y países de iglesias saludables.
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