¡Qué Divertido es Enseñar!

¡Qué Divertido es Enseñar!

¿Has buscado la manera de dar la clase a modo de ganarte la atención de todo el grupo y lograr que te escuchen sin necesidad de gritos y sombrerazos?

Los niños estarán atentos si les gusta lo que perciben, si no les interesa, buscarán otras cosas en qué entretenerse.

No debemos presentar a los niños una vida cristiana aburrida ni rutinaria; por el contrario, Dios nos hizo seres creativos y tenemos la capacidad de darle chispa a todo lo que hagamos.

El niño necesita que se le den ideas que lo motiven, que lo muevan a hacer cosas. Ideas que, por así decirlo, le hagan cosquillas en la mano y remolinos en la cabeza; hacer teatro puede ser una idea exitante para ellos. Y es que el teatro es algo así como una aventura, dónde uno juega a ser otro. Una aventura donde lo mismo cabe el que dibuja o hace figuras con las manos, que quien baila, canta o habla.

Bueno será que a los niños les alimentemos el deseo de escuchar y mirar, para expresarse como más les guste. Pensarás que eso de dejar que cada niño se exprese como quiera suena muy romántico, y a la hora de la hora… ¡sálvase quien pueda! Pero si determinamos las reglas será un “relajo” con orden.

Veamos la manera fácil de hacer teatro de principio a fin. Estoy segura de que te divertirás tanto como ellos.

1) Pongámonos de Acuerdo

En primer lugar debes tener una idea clara de lo que se va a representar. ¡Ese será tu libreto! Pueden ser relatos de la Biblia o ideas propias; pero ten siempre muy claro el mensaje que quieres darle a los niños. Ya que has seleccionado la historia que les compartirás, léelo para ti. Ve tomándole gusto, encuéntrale sabor a las palabras. Si crees que agregándole algunas quedaría más claro, ¡hazlo! Si encuentras una palabra rara o desconocida para los peques, busca su significado y cámbiala por otra. 

Ya en clase cuéntalo a tu manera, actúalo, dale vida y sabor, has que lo sientan en carne propia. Para tener la plena seguridad de que les gustó, pídeles que te lo platiquen. Si lo cuentan con sus palabras, quiere decir que ya lo han comprendido, recordado y hecho suyo, le han tomado gusto. Ahora sí, ¡Invítalos a hacer teatro!

2) Establece las Reglas del Juego

Siempre hazles sentir que ésto es un juego y no una obligación, tu actitud también debe ser de un jugador.

Explica que habrá tres equipos: Los actores, los músicos y los escenógrafos. Diles con palabras sencillas la labor de cada uno y forma los grupos. Claro, como todo juego, éste también tiene sus reglas.

En voz alta, darás la primera, segunda y tercera llamada. Cuando grites “¡Primera llamada!” cada grupo empezará a ponerse de acuerdo. Tú irás de grupo en grupo para animarlos y ayudarlos.

Los actores empezarán por repartirse los personajes de la historia, motívalos a que se expresen con gestos, movimientos y con una voz diferente. Que se pongan de acuerdo en quién entra primero y quién después, ubícalos en la escena, diles cómo y dónde deben pararase.

Ve con el grupo de escenógrafos y proporciónales el material necesario para que decoren la obra; un pedazo grande de cartón o manta pegado en el fondo servirá para que pinten o peguen los recortes formando así el paisaje del relato.

Acércate al grupo de músicos y pónganse de acuerdo si abrirán la obra con una canción o si ésta será al final. Decidan si habrá efectos especiales a lo largo de la obra sin olvidar que no deben distraer a los actores. Una manera de inventar una canción es que cada quien piense en el personaje que más le gustó y que mencione un verso sobre él. Por ejemplo:

David era un pastor
que amaba a su Señor,
y una piedra lanzó
a Goliat se decontó.

Es importante que cada quien invente un verso y que entre todos busquen las rimas. Después hay que inventarles música, tarareando, silbando o cantando.

3) ¡La Segunda Llamada!

Cuando veas que los grupos están terminando es tiempo de dar la “¡Segunda llamada!” En ese momento, llevarás a los actores una caja llena de cosas que les puedan servir de vestuario. No te preocupes por hacer ropa especial, cualquier pedazo de tela ceñido con una cuerda puede vestir a un Moisés. Deja que usen su imaginación.

A los escenógrafos diles que deben dar los últimos detalles. Y a los músicos llévales cosas que les puedan servir de instrumentos: botellas, cacerolas, cucharas… cualquier cosa que haga ruido. Júntalos para que vean la escenografía, que cada quien se coloque en su lugar y repasen la secuencia de la obra (es decir quién empieza, a qué hora entra la música, etc.)

4) ¡La Tercera Llamada!

Cuando todos estén listos grita: ¡Prevenidos! ¡Tercera llamada… comenzamos! Siéntate a disfrutar de la obra y deja que ellos tomen el timón, pues serán los más interesados en que todo salga bién.

Al final puede ser que solo uno o dos aplausos sean los que se escuchen; pero, haya los que haya, dentro de cada niño habrá un aplauso silencioso por la satisfacción que sentirá por lo que acaba de realizar. Pero lo más importante es: que ese mensaje quedará grabado en sus mentes y en sus corazones para siempre.

Maestro: recuerda que debes participar; tú y tus niños navegarán en el mismo barco de la fantasía; en donde tú eres el capitán y ellos la tripulación. Pero nunca te olvides de jugar porque tú para ellos eres el jugador con más experiencia.

Diana Torres, abril 1997

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