“La muerte y la vida están en poder de la lengua, el que la ama comerá de sus frutos”- Proverbios 18:21; Santiago cap. 3 y 1 P. 3:10

“La muerte y la vida están en poder de la lengua, el que la ama comerá de sus frutos”- Proverbios 18:21; Santiago cap. 3 y 1 P. 3:10

Un dicho popular dice que las palabras no son importantes porque se las lleva el viento. Ese dicho es contrario a lo que la Biblia establece. La Biblia dice, en texto que encabeza este devocional, que “nuestras palabras tienen poder de matar o dar vida”, por lo tanto es muy importante que tengamos mucho cuidado al usarlas. Debemos ser buenos administradores de nuestra lengua y de sus frutos. Aunque se nos hace muy difícil reconocerlo; la verdad es que por miedo, orgullo, costumbre o aprendizaje, muy a menudo, sembramos balas explosivas en los corazones de aquellos que más amamos por medio de lo que le decimos.

¿Qué dices? No lo puedes creer… Pues te lo mostraré en la Palabra…

Después de pasar 120 años construyendo el arca y soportando la burla de los malvados hombres y mujeres de su Noé entró en el arca con su familia y los animales que Dios le había dado para que los preservara… Comenzó el diluvio y terminó el diluvio… Pero Noé y su familia no pudieron salir del arca hasta que todas las aguas hubiesen descendido y los cuerpos de los seres humanos y de los animales muertos en el diluvio se hubiesen desecho… Eso ocurrió uno trece meses después…

¿Puedes imaginarte? ¿Un año y dos meses metido en un arca… sin ver el sol, la luna, sin disfrutar del aire libre y con cientos de animales apestosos? ¡Ohhhhh, Señor gracias que no soy Noé! Pero a pesar de todo, Noé no se quejó, no peleó se amargó; al contrario, al salir del arca, lo primero que hijo fue levantar un altar para adorar a Dios… Al Dios que lo había guardado y preservado durante todo aquel tiempo, a pesar de todas las cosas…

¿Sabes lo que sucedió? Aquel sacrificio, aquella adoración subió al Trono del Padre… y dice la Escritura que el Padre percibió “aroma aplacador”- Gen. 8: 20-22. Aquel sencillo y voluntario acto de adoración y gratitud, conmovió el corazón de Dios y se agrado; y tomó una decisión que hasta el día de hoy te está bendiciendo y afectando tanto a ti como a mí. El acto de adoración de un solo hombre logró que Dios decidiera: no volver a destruir la tierra ni los hombres con inundaciones de aguas; que durante todos los siglos y milenios que han pasado desde Noé hasta el día de hoy siempre hubiera: siembra y cosecha, frío y calor, verano e invierno, día y noche.

Eso quiere decir que si hoy te comiste un sabroso tomate, se debió a que se sembró y se cosechó porque unos seis mil años atrás un hombre se comió su orgullo y adoró. Eso quiere decir que si en tu nación está nevando este invierno y en mi nación está haciendo calor en PR y en el Caribe… se debe a que hace seis mil años un hombre se dobló y adoró a Dios a pesar de todos los inconvenientes de aquella larga estadía en el arca, con todos aquellos apestosos animales… Eso quiere decir que si allá en el Oriente está comenzando el día y aquí en Occidente está comenzando la noche es porque seis mil años atrás un hombre levantó un altar al Señor que lo había sostenido en aquella larga noche que duró catorce meses…

Eso quiere decir, que como Dios no hace acepción personas si tú y yo decidimos adorar al Señor con todo nuestro corazón, a pesar de todas las tormentas que podamos estar pasando, a pesar de las amenazas de muerte, a pesar de la soledad y el dolor… mil generaciones serán bendecidas en y por nuestra adoración. Por el contrario, si nos levantamos a murmurar, nosotros y muchos otros serán maldecidos.

¡Nada! Decidamos adorar en medio de todo y a pesar de todo!

Por: Griselle M. Trujillo Cardona

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