Archivo de la categoría: PAULO BARBOSA

Quieren Ser Cómo Nosotros — ¿Eso Es Bueno O Malo?

Quieren Ser Cómo Nosotros — ¿Eso Es Bueno O Malo?

“Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se
conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros”
(Filipenses 3:17).

Para recibir su beso de buenas noches, él se colocó en pie,
al lado de mi silla, y levantó el rostro, alumbrado, lleno
de amor. Yo lo cogí en mi cuello y agradecí a Dios por aquel
hijo tan amado. Extendió sus brazos y me abrazó. Entonces yo
lo oí decir cuatro palabras simple que jamás podré olvidar.
Fueron cuatro palabras que me hicieron orar. Aquéllas cuatro
palabras se pusieron grabadas como un espejo en mi alma y yo
las guardé como secreto sin que nadie las conociese. Ellas
me sorprendieron; Yo las oigo aún hoy. Él dijo: “yo seré
como usted.”

¿Que ejemplo estaremos dando a nuestros hijos durante todo
este año? ¿Qué ellos aprenderán con nuestras actitudes? Y se
ellos también anhelen ser cómo nosotros, ¿qué serán en el
porvenir? ¿Podremos, también, agradecer a Dios por estemos
sirviendo de modelo para ellos o, en vez de orar, tendremos
mucho a lamentar?

Dios nos ha enseñado, a través de Su Palabra, la mejor
manera de nos tornemos buenos padres, buenos hijos, buenos
hermanos, buenos amigos y buenos discípulos. Él nos ha
mostrado el camino de la vida eterna. Él nos ha ofrecido
grandes bendiciones y, oyendo su voz, tenemos todo para
conquistar los sueños anhelados y la dicha para nosotros
mismos y nuestros queridos.

Es preciso que comprendamos que nuestro testimonio puede
llevar personas a grandes victorias o a tremendos fracasos.
Somos observados, tanto por aquéllos que con nosotros viven
como por aquéllos con quien manejamos en nuestro díala-día.
Por tanto, coloquemos nuestras vidas delante del Señor.
Pidamos a Él que nos reviste de Su gracia y que nos ayude a
ser un bueno ejemplo para todos, especialmente nuestros
hijos, para que alcancen las victorias anheladas y disfruten
una vida feliz con Dios.

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¿Quién Esté Batiendo A la Puerta?

¿Quién Esté Batiendo A la Puerta?

“Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón,
y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero
y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu
prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37-39).

Un líder religioso tuvo un sueño espantoso. Soñó que
ascendió una escalera que ligaba la Tierra al cielo. Con
gran excitación él batió en la puerta. Alguien atendió y
preguntó: “¿Quién esté batiendo?” Orgullosamente el hombre
dijo bien alto su nombre. “¿Quién esté con Usted?” preguntó
la voz por detrás del portón. “Nadie”, contestó el hombre,
“estoy solo.” “Disculpe”, dijo el ángel, “pero, somos
instruidos a nunca abrir estos portones para personas
desacompañadas”. Desapuntado y de cabeza baja , volvió a la
tierra.

Muchos de nosotros caminamos en este mundo de la misma forma
que el hombre de nuestra ilustración. Estamos siempre solos,
porque el orgullo y la vanidad no nos permiten estar al lado
de nadie. Pensamos apenas en nosotros mismos y todo lo que
hacemos tiene siempre el propósito de un beneficio personal.
Qué importa somos nosotros; quien deba ganar un algo somos
nosotros; quien deba crecer o ser promovido somos nosotros;
nadie tiene el nuestro valor. Vivimos exclusivamente para
alimentar nuestro ego y nada más nos interesa.

Si no tenemos el Señor con nosotros, ¿como podremos entrar
por los portones de la ciudad celestial? Si no extendemos
las manos a los hermanos, si no unimos nuestras manos y
corazones, ¿que podremos decir al llegar delante de Dios? Si
nos presentamos solos, ¿que testimonio tendremos a mostrar
al Rey de los reyes y Señor de los señores?

Aprendemos en las Sagradas Escrituras que debemos amar a
Dios y al prójimo. ¿Como entonces podremos estar solos sin
que estemos fuera de los propósitos del Señor? Yo no quiero
estar solo. Quiero estar con mi Dios; quiero estar con mis
hermanos; quiero estar con los perdidos hablando del amor de
Cristo; quiero estar rodeado de una multitud, alumbrando el
local por donde paso.

Es claro que nuestra historia es apenas una ilustración, sin
embargo, si algún día yo tuviese que batir a las puertas del
cielo, me gustaría de contestar àquela pregunta con las
palabras: “Estoy con todos aquéllos que me confiaste y que
me diste la oportunidad de compartir del amor de mi amado
Señor”.

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¿Dónde Están Los Malvados Y Desobedientes?

¿Dónde Están Los Malvados Y Desobedientes?

“Vuelve hacia el SEÑOR tu camino; y espera en él; y él hará”
(Salmos 37:5).

Cuando Charles Lamb era aún un pequeño niño, su hermana Mary
lo llevó para una caminata en un camposanto. El precoz niño,
que ya empezaba a leer, reparó lo que estaba escrito en los
túmulos: “virtuoso”, “caritativo”, “amado”, y así por
delante. Cuando ellos estaban dejando el lugar, el niño
preguntó a la hermana: “Mary, ¿donde están enterradas las
personas malvadas y desobedientes?” (Charles Lamb –
1775-1834 – poeta y crítico literario)

En una lápida, después de nuestra muerte, cualquier cosa
podrá ser escrita, pero, delante de Dios, ¿lo que diremos
con respecto a nuestras vidas? No será posible decir al
Señor: “Vea lo que está colocado en nuestro túmulo”. El
Señor nos conoce, ve cada una de nuestras actitudes, sonda
nuestros pensamientos y interpreta nuestras intenciones.
Podemos engañar a muchos, sin embargo, nunca engañaremos al
Dios Omnipotente, Omnisciente y Omnipresente.

El hijo de Dios no debe si preocupar por lo que escribirán
sobre él despues su muerte. Lo que realmente importa es
tener su nombre escrito en el Libro de los Cielos. Allí
estará relatada la pura verdad, y la verdadera alegría está
en saber que estará, para siempre, al lado del Señor que
sobre él escribió.

Mejor que tener el epitafio de “amado”, “generoso”,
“obediente”, “humilde”, “sincero”, etc, es vivir cada una de
esas actitudes durante la vida, delante de Dios y de
aquéllos que están alrededor. Ésa es la verdadera felicidad
para un cristiano.

Si hacemos parte del grupo que no se importa con Dios y con
el prójimo, que solo podrá tener adjetivos como amado y
virtuoso en una lápida no verdadera, podemos permitir que
todo sea transformado. Cuando entregamos nuestros caminos al
Señor, nuestras acciones son cambiadas y adquirimos una
nueva vida, ahora real, que alegrará el corazón de Dios y
nos hará felices para siempre.

¿Qué Dios escribirá sobre usted en Su libro?

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No Más Maverick

Para reflexionar..
No Más Maverick

“Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque
estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen
pastor” (Mateo 9:36).

Fuera de los ranchos de ganadería del oeste americano
deambulan libremente grandes becerros conocidos como
“mavericks” (desamparados, sin dueño). El propietario pasa a
ser aquél que les encuentra y coloca en ellos su marca,
registrándolos en una publicación anual local. Una pequeña
niña del oeste había sido bautizada a finales de semana
anterior. Sus compañeros de la Escuela Bíblica le
preguntaron se sabía el significado de la formalidad por el
cual había pasado. Ella contestó: “Bien, yo les diré. Era
una pequeña maverick en Campinas y Jesus me halló y colocó
Su marca en mí frente para que, a lo me ver, sepa que soy
una de Sus hijas.”

Como es maravilloso saber que no estamos más desgarrados. No
estamos perdidos, no estamos caminando sin rumbo, no estamos
solos y ni abandonados. Alguien nos halló, alguien nos dio
un nombre, nos acarició y consoló, nos vistió de vestís
santas y nos dispuso un lar que nos abrigará para siempre.

Sí, tenemos ahora alguien que se importa con nosotros. Él
nos registró en la publicación celestial — El Libro de la
Vida. Él es nuestro Señor y Salvador y también el Amigo
verdadero, de todos los momentos y de todas las
circunstancias.

Éramos como los mavericks del oeste americano, pero fuimos
arrebañados. Fuimos traídos para el redil del amor de Dios.
Somos ahora sus hijos… los benditos del Padre. Nosotros
tenemos ahora la marca del Señor. Él nos reconoce por donde
pasamos. Y no solamente Él — todos nos reconocen. Los que
dejaron de ser “maverick” brillan por donde pasan y esparcen
lo perfume de Cristo en todos los ambientes. El Señor es
nuestro Pastor y nosotros somos Su rebaño bendito.

¿Usted ya tiene la marca del Señor? ¿Su nombre ya fue
registrado en el Libro de la Vida? ¿O continúa siendo
maverick en Campinas del mundo?

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BUENAS FIESTAS

Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado
sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios
Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (Isaias 9:6).

Estamos felices porque Jesus nació para todos nosotros.
Conmemoramos esta grande bendición no apenas en un día especial
de diciembre, pero en todos los días del año. Nació porque
nos amó y nosotros Lo amamos por haber nacido para salvarnos de
todos los pecados. ¡Glorias a Dios!

Gracias Señor… acepte, como regalo , nuestro corazón.

Si usted comprende Portugués,
Oiga mi mensaje en audio/mp3:
http://intervox.nce.ufrj.br/~tprobert/natal2010.mp3

Paulo Barbosa
Ministério Para Reflexionar

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¿En Cuál De Ellos Nosotros Creemos?

¿En Cuál De Ellos Nosotros Creemos?

“Vuelve hacia el SEÑOR tu camino; y espera en él; y él hará”
(Salmos 37:5).

El padre solía, antes de las comidas, orar agradeciendo a
Dios por todas las bendiciones recibidas por su casa.
después de la oración, como también era su hábito, iniciaba
las murmuraciones: “Esa carne está cada vez peor; y vean el
tamaño dieses huevos, parece que apocan a cada día; las
tasas de intereses están altísimas; las patatas parecen
plástico; el salario no da para nada; el café está amargo;
los precios están absurdos. Un día, su pequeña hija se viró
para él y preguntó: “Papá, ¿Dios oye cuando usted Le
agradece por todas las bendiciones?” Mostrando un semblante
confiante, él contestó: “Sí, querida, Él oye”. “Papá”, ella
continuó, “¿Dios también oye cuando usted se queja sobre la
carne y las patatas?” Mostrando, ahora, alguna indecisión,
él contestó: “Sí, Oye también”. “Y ¿en cual Dios usted
cree?” Concluyó la niña.

Aprovechando la pregunta de la niña de nuestra ilustración,
podemos reflexionar y dar nuestra respuesta personal. ¿En
cual Dios nosotros creemos? ¿A quien estamos entregando
nuestras vidas? ¿En cual Dios estamos firmados para la
edificación de nuestra vida espiritual?

Si nosotros creemos en un Dios Todo Poderoso y nos hemos
alegrado en Su protección, Su atenciones y Su provisión,
¿por qué nos quejamos tanto? ¿Por qué nuestra familia,
nuestros hermanos de la iglesia, nuestros amigos y hasta
compañeros de trabajo y estudios han testificado nuestras
constantes murmuraciones? ¿Creemos en nuestro Dios o no?
¿Abrimos, de verdad, nuestros corazones para el Señor o él
continúa cerrado?

Si nosotros confiamos en el Dios que servimos, sepamos
agradecerle por todo. Sabe lo que es mejor para nosotros y
el tiempo cierto para cada bendición. Si yo tengo todo, debo
agradecer al Señor. Si yo no tengo todo, debo agradecer
también, creyendo que Él está en el control de todas las
cosas. Es el Dios mío y mi Señor en todas las ocasiones. Yo
soy feliz por eso y las circunstancias no alterarán mí
pensamiento y ni impedirán mi felicidad.

Creo en el Dios a quién sirvo, ¿y usted?

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La Bandera Que Garantiza La Vida

La Bandera Que Garantiza La Vida

“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios
es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos
6:23).

El gran pastor inglés, Charles Haddon Spurgeon, habló de un
hombre que había sido condenado a la muerte por un tribunal
español. Como él era un ciudadano americano, nacido en la
Inglaterra, los cónsules de ambos los países resolvieron
intervenir a su favor. Justificaron que las autoridades
españolas no tenían el derecho de sacar su vida, pero, sus
protestas fueron ignorados. Por fin, arrollaron el
prisionero con las banderas de Estados Unidos y de
Inglaterra. Desafiando el ejecutor, los cónsules emitieron
una advertencia: “Dispare, si sea osado. Y, si lo hace,
tendrá los poderes de dos grandes naciones en contra de
usted”. El prisionero permaneció allá, pero, no hubo ningún
disparo. Guardado por las dos banderas y los gobiernos que
ellas representaban, el prisionero estaba totalmente
protegido.

Muchas veces nos vemos prisioneros de un mundo que nada
tiene a nos ofrecer sino una vida de sufrimientos. Vivimos
rodeados de incertidumbres, de angustias, de chascos.
Estamos Prestes a sucumbir y ninguna esperanza existe en
nuestros corazones. El pecado nos domeña y nos conduce a la
muerte.

Pero, esta muerte espiritual aún puede ser evitada. ¡Existe
una bandera a nuestra disposición! Y ella no fue traída por
un cónsul de un país poderoso, pero, por el Todo Poderoso
Señor del universo. Esta bandera nos fue ofrecida cuando
Jesus, el Hijo del Dios vivo, se ofreció para morir en la
cruz en nuestro lugar. Murió para que fuésemos libertos de
la muerte. Y, al morir en la cruz, la bandera celestial fue
arrollada en nosotros como garantía de nuestra liberdade.
¡Estamos salvos! ¡Estamos libres! Fuimos comprados por la
sangre de Cristo.

Los engaños del mundo no tienen poder contra la bandera de
la vida. Los vicios del mundo no pueden alcanzar la bandera
de la vida. El pecado no puede consumir aquéllos que están
protegidos por la bandera de la vida. ¡Somos más qué
vencedores!

El Señor es nuestra bandera.

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El Piso De Bajo Y Lo De Cima

El Piso De Bajo Y Lo De Cima

“Y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para
muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le
dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que
has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí
tesoro, y no es rico para con Dios” (Lucas 12:19-21).

Existe en Kansas, Estados Unidos, una casa grande y
pintoresca. Un ciudadano local llamado Stone comenzó a
construir una mansión para él. Después de un cierto tiempo
el dinero acabó. El primer piso era magnífico: escalinatas
esculpidas, chimeneas macizas, paneles de acojinados de
madera muy caros . Pero el piso de cima fue concluido con
los materiales más baratos. En el local la construcción fue
apellidada de “Locura de Stone”.

¿De qué forma nosotros parecemos con Stone? ¿Hasta donde va
a nuestra locura? ¿Hemos nos preocupado, también, apenas con
el “piso de bajo”, ignorando completamente el “piso de
cima”?

Muchas veces gastamos todas nuestras energías en la busca de
una pretensa alegría, pasajera, engañadora. Olvidamos que el
viento de los años luego soplará todo y, entonces,
percibiremos que no habrá nada que garantice nuestra
felicidad durante la eternidad.

Invertimos lo que tenemos en la construcción de una vida
material próspera, lujosa, capaz de causar envidia a muchos
otros, igualmente insensatos. Qué nos interesa es apenas el
piso de bajo. No nos importamos con el piso de cima, con la
vida espiritual, que definirá si somos o no benditos y
victoriosos.

Stone quería construir un palacio pero fue llamado de loco.
Nosotros, cuando lo imitamos, ignorando lo más importante —
el andar de cima — también estaremos actuando como locos.

Si queremos y podemos construir un bello primer piso,
excelente. Sin embargo, lo más importante, en nuestra
construcción de vida, es el piso superior — nuestra
relación con el Señor, que permanecerá para siempre.

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