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“No somos un ministerio grande, pero sí somos un gran ministerio”

Para Reflexionar… Un precio a pagar

“Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu nico” (Gnesis 22:12).

 

Al escuchar el pastor hablar de la vida de un gran predicador del pasado, un joven coment con el hermano a su lado: “Dara el mundo por tener un testimonio como el de este hombre de Dios”. El hermano, con una sonrisa, dijo: “Y daras una hora al da en oracin?”

A menudo nos impresiona el relato de los grandes hroes de la fe y estamos ansiosos por ser como ellos. Queremos ser los mejores predicadores, hacedores de milagros, tener dones sanadores, tener el poder de transportar montaas y … lo nico que no queremos es pagar el precio para ser una bendicin en las manos del Seor.

Dios prueba a los que quiere usar. As sucedi con Abraham, quien le pidi que matara a su hijo. Por supuesto, Dios no quera la muerte de Isaac, pero prob a Abraham para ver si poda pagar el precio de “ser una bendicin”.

Sabemos que el Seor no nos pedir que hagamos lo mismo con nuestros hijos. Eso fue solo un ejemplo. Pero quiere saber si podremos dedicar tiempo a la oracin, a estudiar la Biblia para nuestra edificacin espiritual, a practicar el amor que l nos ense, siendo generosos y extendiendo nuestras manos siempre que podamos ayudar a nuestro prjimo.

Los hombres poderosos del pasado, los hroes de la fe, los grandes conquistadores de las almas, buscaron toda su fuerza en el Seor, a quien se dedicaron a tiempo completo, a lo largo de su vida.

Quieres pagar el precio?

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