Para reflexionar… Huir… ¿A dónde?

“¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?” (Salmos 139:7)

Un ateo le dijo a un amigo: “Me fui a vivir a un lugar donde no había iglesias ni Biblias. Un lugar así me parecía como el infierno que yo siempre dije que no creía en su existencia”.

¡Es así mismo! Vivir sin Dios, sin la presencia de Cristo, sin bendiciones celestiales, incluso para los que no creen, es muy tedioso. El ambiente probablemente sea triste, solo en Dios tenemos el verdadero gozo. Ante los problemas, la esperanza es nula; solo en Dios tenemos la fe que nos motiva. En las relaciones, la convivencia es difícil: solo Dios es amor y solo en Él conocemos el amor verdadero.

No podemos escapar de la presencia del Señor. Él está donde estamos y si tratamos de ignorarlo, la vida no tiene sentido y sin ningún placer. Nuestros sueños, incluso si se cumplen, no nos darán alegría. Solo en Dios encontraremos la felicidad que tanto buscamos.

El ateo trató de huir de Dios y encontró el infierno. Es mejor buscar a nuestro Señor Jesucristo y conoceremos el cielo incluso mientras estemos vivos. Y esta experiencia de felicidad nos acompañará por toda la eternidad.

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