Un rey, cobrando la deuda que le deba un prncipe de otro reino, acab quitndose todos sus bienes. “Ahora no tienes nada ms que darme. Por lo que queda por pagar, llevar su esposa”. El prncipe, mirando al rey, dijo: “Todava tengo algo que ofrecer: te doy mi vida por la libertad de mi esposa”. El rey, convencido de que el prncipe era un hombre digno, le devolvi todo lo que haba tomado y se fue. Libre de sus deudas, el prncipe dijo a su esposa: “Viste lo hermoso que era ese rey?” Y la mujer respondi: “No vi nada. Solo mir la belleza de mi esposo que estaba dispuesto a morir por m”.
De la misma manera, nosotros que somos hijos de Dios, no debemos mirar a nada ms que al Seor Jess, quien se ofreci a morir en la cruz por nuestros pecados. Dnde encontraramos a un Dios tan maravilloso, tan lleno de amor para darnos, listo para extender la mano para bendecirnos en tiempos de angustia, listo para decir “aqu estoy” cuando le pedimos ayuda? Dnde encontraramos otro Dios con poder para otorgarnos vida abundante y una morada eterna en el Cielo de gloria?
Por eso cantamos con gran alegra y alabanza en nuestro corazn: “Mirar solamente a Ti, Seor. Mirar solamente a Ti, Seor, y no mirar atrs”.
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