George, hijo nico de un comerciante, viva reclamando con el padre sobre la vida que l juzgaba mediocre. Deca que anhelaba conocer el mundo, pues saba que muchos lugares maravillosos esperaban por l. El padre, siempre intentaba aconsejar el joven para seguir el camino de Dios y esperar con paciencia por el momento cierto para realizar sus sueos. De nada adelant. Un da el joven dijo al padre que estaba yendo a vivir su vida. Mucho tiempo se pas y el joven entr por varias puertas, sin, sin embargo, encontrar a tan soada felicidad. Pens en volver a casa. “Ser que mi padre va a recibirme?” Saba que no mereca ms el amor del padre. Resolvi volver bien tarda de la noche, esperando que el padre no tuviese cambiado la cerradura. Lleg de madrugada y se puso sorprendido al ver la puerta abierta. Entr con cuidado y encontr el padre sentado en la sala, despierto. “Padre, qu est haciendo despierto tan tarde? Por qu la puerta est abierta?”, pregunt el hijo. El padre, abriendo los brazos para un abrazo, dijo: “desde que usted se fue yo mantengo la puerta abierta y me quedo esperando su vuelta”.
Perdemos mucho tiempo buscando por puertas que juzgamos darnos placer y alegra. Entramos, salimos y descubrimos que ninguna puerta puede darnos la felicidad, que la puerta de la salvacin, dejada abierta por el Padre, puede darnos. Es dentro de ella que est la vida abundante y eterna. Es dentro de ella que encontramos el Seor de brazos abiertos. Es dentro de ella que debemos quedarnos. Es de dentro de ella que nunca vendramos a salir.
Si usted sali en busca de puertas engaadoras, vuelva luego. Usted an tiene tiempo de ser feliz!
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