Para reflexionar… Conmigo Y Contigo También

“Esto sé, que Dios está por mí” (Salmos 56:9).

“Veo, mis hermanos, aquí en la iglesia, tranquilos. Veo que estoy siempre enfrentando grandes batallas. Siento que nadie tiene tantos problemas financieros como yo. Siento hasta que Dios no se importa mucho conmigo, a pesar de intentar hacer todo para agradar al Señor y glorificar Su nombre”, decía un hermano a otro, antes del culto de la noche.

No sé cuál fue la respuesta del hermano, pero, creo que ha sido semejante a: “Está engañado. Dios se importa tanto contigo que lo usa con poder y gracia. Yo mismo soy testigo del cuánto muchos son bendecidos con su trabajo y su dedicación. Puede hasta no saber, pero el número de aquellos que tuvieron sus vidas transformadas y vieron sus lares edificados por su trabajo, es incalculable. Si el Señor estuviese aquí a su lado, conversando con usted, Él diría, “Siervo bueno y fiel. La bendición de los otros debe ser su gran dicha”.

Quizá usted se identifique con el hermano de nuestra ilustración. Confieso que me identifico también. Hay momentos en los que me siento un fracaso total, un inútil, un misionero que, después más de 40 años de trabajo incansable, no consigue ver el resultado que le gustaría ver.

Sé que el Señor Jesús es mi Amigo, mi Señor y Salvador, el gran Compañero de todos los momentos. ¿Qué más yo podría querer? ¿Qué me daría más placer y felicidad?

Sé que Dios está conmigo. La tempestad va a pasar. El sol volverá a brillar… en mi vida y en su vida también. “¡OH, Señor, Eres mi esperanza, Eres mi alegría!”

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