Evangelizando a niños y adolescentes, ¡no espere más!

Evangelizando a niños y adolescentes, ¡no espere más!

por Eduardo Ramirez
Si uno llega tarde a la estación y pierde el tren, puede entonces regresar a su casa y olvidar el compromiso que tenía. Otra alternativa es esperar el próximo tren y pagar las consecuencias de llegar tarde. Pregunta: ¿No son estas las opciones que están gobernando la evangelización de niños y adolescentes en nuestros días?

Será que nos olvidamos que tenemos el compromiso… o estamos atrasados. Y es de conocimiento general que las mejores oportunidades para «hacer discípulos» se encuentran durante las etapas tempranas de la vida de una persona. Si ignoramos estas oportunidades, la posibilidad de encontrar a esas personas al final de la jornada serán escasas.
Me he propuesto bosquejar brevemente tres necesidades relativas a la evangelización de niños y adolescentes. Un estudio más profundo de cada una de días requerirá un acercamiento interdisciplinario (al menos teológico, educativo, sociológico y psicológico), pero válgannos ahora estas ideas para comenzar.
EVANGELIZAR A LOS INSIGNIFICANTES
¿Con cuanta frecuencia se ha escuchado la expresión de que «nuestros niños y adolescentes serán la iglesia del mañana»? Esta afirmación genera inmediatamente otra pregunta: Si los jóvenes son la iglesia de mañana, ¿qué son hoy día? ¿Acaso no son parte de la iglesia?
La iglesia es una institución humano divina, creada por Jesucristo y está constituida por personas de todas las edades, todas las rozar y todos los estratos sociales. Y la iglesia local es el lugar donde cada miembro del pueblo de Dios tiene la oportunidad de adorar a Dios y servir al prójimo. Ninguno de los elementos que remarco debiera omitirse. El problema surge cuan do la pertenencia a una iglesia local se equipara a la condición de ser integrante de la Iglesia Universal Recordemos que pertenecemos a la Iglesia Universal antes de obtener la membresía en una iglesia local. Los niños y los adolescentes pueden ser parte de la iglesia, aunque no se les permita integrarse como miembros de una iglesia local por cuestiones estatutarias. Lo que les confiere el derecho a ser parte de la iglesia es que se han arrepentido y han sido salvos por Jesucristo.
En cierta ocasión, los discípulos discutían acerca de quién de ellos era el más importante. Jesús los reprendió diciendo que aceptar a un niño, es aceptar a Jesús mismo (Lc. 9.46-48). Hoy día ministrar a un niño es ministrar a un «insignificante»;
No cuenta en la membresía, tampoco provee para las necesidades económicas de la iglesia local, ni participa en la toma de decisiones. Lamentablemente, las cifras de membresía y dinero tienen prioridad sobre los «insignificantes». Como resultado, los esfuerzos se suelen canalizar hada los que sí «cuentan».
En la iglesia tenemos la urgente necesidad de buscar un equilibrio entre los programas de evangelización dirigidos al adulto y tos dirigidos a niños o adolescentes. En general, los programas evangelísticos de las iglesias evangélicas y organizaciones cristianas se dirigen principalmente a los ciudadanos que ya están preparados para tomar una decisión de arrepentimiento y conversión. El equilibrio debiera basarse en la necesidad que todas las personas tienen del Evangelio y no en los beneficios que los nuevos miembros podrían traer a la iglesia.
Un hecho específico ilustra esta realidad. En la Unión Bíblica necesitamos personas voluntarias que dirijan un estudio bíblico semanal en las escuelas estatales de Brasil, Chile, Bolivia y El Salvador, pero tenemos mucha dificultad para encontrar-los. La razón principal es que las iglesia locales prefieren apoyar aquellos programas que les pertenecen. Este es el caso en que el localismo (o denominacionalismo) tiene prioridad sobre la evangelización de los «insignificantes».
PERFECCIONAR LOS MINISTERIOS TRADICIONALES
Hay tres áreas tradicionales por medio de las cuales la iglesia ha ministrado a las «nuevas generaciones». Cada una de ellas tiene sus particularidades y han surgido en diferentes momentos de la historia de la iglesia. Es nuestra responsabilidad continuar orando para que ninguna de las tres desaparezca.


LA FAMILIA- Una de las maneras más valiosas en que la iglesia ha ayudado a la generación mas joven ha sido fortaleciendo a la familia. Generalmente se hace ayudando a los padres a ser cristianos maduros, enseñándoles a aplicar los principios bíblicos a la paternidad. Como resultado, se estimula la formación de un medio ambiente sólido y sano en el cual pueden crecer los niños y adolescentes.
La iglesia necesita invertir los recursos humanos y financieros que sean necesarios para lograr dos objetivos básicos relativos a esta área: a) enseñar a los padres sobre cómo guiar a sus hijos en el crecimiento espiritual; b) ayudar a cada miembro de la iglesia a ministrar integralmente a las familias de la congregación. Esta doble responsabilidad de la iglesia tiene como fin último fortalecer la familia y orientar el sacerdocio de los padres hacia sus hijos.


MODELOS- Cada miembro de la iglesia es un modelo para la siguiente generación Los niños miran de manera natural a sus padres como modelos masculino y femenino. Y aquellos que van regularmente a la iglesia tienen el privilegio adicional e incalculable, de contar con un numeró alto y variado de modelos humanos a los cuates apreciar.
No todos los modelos son necesariamente buenos. Pero cada miembro es un modelo vivo y real, con sus virtudes y defectos. La prueba de cuan bueno es el modelo, se encontrará en la manera en que nuestros niños y adolescentes se comportan y la clase de actitudes que demuestran tener. Ellos son un espejo en el cual los adultos son reflejados; aunque esto no es fácil de aceptar por los padres, es verdad.
La iglesia necesita sensibilizar a sus miembros sobre el valor que tiene el ejemplo en el proceso de modelar la generación más joven. Muchos adultos dicen con frecuencia que no tienen qué ofrecer a la juventud, pero no es verdad, ellos pueden ofrecerse a sí mismos como «cartas vivientes». Siendo cristianos maduros, le ofrecemos a la niñez y a la juventud lecciones vivientes de cómo el evangelio es real en la vida cotidiana.


LA ESCUELA DOMINICAL- Como un desarrollo más tardío en la historia de la Iglesia, la escuela dominical ha ayudado a la familia y a la iglesia a desarrollar el carácter cristiano de sus niños y adolescentes. La escuela dominical no fue diseñada para sustituir el rol de la familia sino para complementarlo, ofreciendo una enseñanza más estructurada de la vida cristiana. Pero debemos recordar permanentemente que la evangelización y discipulado de los niños es primariamente responsabilidad de la familia y no de la escuela dominical, ni de la iglesia.
La iglesia tiene la gran tarea de formar maestros útiles para enseñar a los niños y adolescentes, y capaces de animar a los padres a involucrarse en la escuela dominical junto con sus hijos. Otra área donde la iglesia debe poner atención es en la elaboración de materiales adecuados, que hablen a las necesidades reales tanto de los padres como de los hijos. Ambos aspectos, la formación de maestros y los materiales adecuados, harán de la escuela dominical un programa con sentido para todas las edades, superando así aquel concepto limitado de que la escuela dominical es solo para niños.
LOS OBSTÁCULOS DE LA EVANGEUZACION ALA JUVENTUD
Durante muchos años de ministrar a la niñez y a la adolescencia, me he encontrado frecuentemente con pastores y padres frustrados por no saber qué hacer con los adolescentes. Muy pocos se dan cuenta que los problemas que enfrentan con los adolescentes comenzaron en la niñez y no durante la adolescencia. Si queremos desarrollar la madurez espiritual en los adolescentes, es necesario comenzar en la niñez.
Hay muchos obstáculos que podrían retardar el crecimiento en la fe. Algunos parecen resurgir a la superficie con mayor reiteración. Mencionaré cuatro que considero los más significativos para estimular nuestro pensamiento.


DESPREOCUPACIÓN- Muchas iglesias tienen programas para niños, pero llegan a perderlos cuando estos llegan a los años de la adolescencia. Esto se debe principalmente a que los programas de la iglesia han sido diseñados para entretener a los niños, más que para formarlos para la vida. Como consecuencia, las iglesias aceptan con resignación la pérdida de los adolescentes como un hecho normal en la vida y no luchan para cambiar esta tendencia. No es fácil trabajar con los adolescentes, y será más difícil a medida que pasan los años, pero la tarea no es imposible. El primer paso es enfrentar la necesidad de ministrarlos, y no escapar a la responsabilidad de hacer algo que tenga sentido para ellos.


LA IGLESIA DE ADULTOS- Los niños y los adolescentes son invitados a muchas iglesias, pero al mismo tiempo no siempre son bienvenidos. Por supuesto, esto es una contradicción. Sería difícil encontrar a alguien que no permita a los niños y adolescentes participar de los cultos regulares de la iglesia. Pero el estilo de los cultos y la manera en que el Evangelio se enseña es «soto para adultos», con lenguaje de adultos, temas de adultos, preocupaciones de adultos, metodología para adultos, y así sucesivamente.
Hagamos un ejercicio simple. Si un niño es hijo de Dios, entonces tiene dones dados por el Espíritu. ¿Cómo le enseñamos a ese niño a usar los dones en la iglesia? ¿Qué oportunidades le brindamos para ejercerlos? ¿Cuántos lugares de servicio se crean cada año para que niños y adolescentes puedan ocuparlos?


LAS RESPUESTAS- Por el solo hecho de ser parte de la iglesia no significa que tenemos todas las respuestas, ni que todo lo que decimos es «Verdad absoluta». Necesitamos ser honestos con la generación más joven y enseñarles a vivir sin todas las respuestas. Así es la vida real. Nadie puede enorgullecerse de tener respuestas para todas las posibles preguntas que se le harán. Los niños y adolescentes percibirán intuitivamente la ignorancia de quien pretenda tener todas las respuestas. Cuando esto pasa, perdemos credibilidad ante ellos, luego su respeto y finalmente la autoridad para ministrarlos. Muchos pastores, maestros, líderes y padres se sienten aliviados al saber que es más importante la actitud que se les comunica, que el cúmulo de conocimientos que se pretende demostrarles saber.


FALTA DE UN MENSAJE- Las historias bíblicas y la doctrina no tienen sentido para los adolescente si no son estudiadas desde la perspectiva de un niño o adolescente, teniendo en cuenta sus problemas y dificultades. Ellos necesitan ver específicamente cómo los principios de vida cristianos funcionan en su existencia cotidiana. Las historias bíblicas son modelos reales de fracasos y éxitos, y de cómo tos hijos de Dios han enfrentado los valles y las cumbres de la vida.
La Unión Bíblica Internacional produjo un documento sobre la evangelización de niños y una frase resume este punto de la siguiente manera: «Creemos que el niño debe recibir una presentación del mensaje cristiano que considere su desarrollo evolutivo presente y que espere una respuesta; y que, como resultado. Dios actúe la salvación en su vida mientras sea un niño». (Comparte la Palabra, p. 17) No debemos esperar decisiones apresuradas que se diluirán con el tiempo, sino que enseñamos el camino del Evangelio, dejando que el Espíritu Santo haga la obra en cada uno de ellos de manera personal.
La evangelización de los niños y adolescentes nos plantea un desafío. Está en cada uno de nosotros si habremos de sentarnos a meditar y orar para que Dios nos dé una nueva visión y una nueva comprensión de la necesidad y de la manera que habremos de responder a ella.
Apuntes Pastorales Volumen VIII Número 6

 

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