Cómo formar niños extraordinarios

Cómo formar niños extraordinarios

por Raymundo Maloney
Los niños reciben muchas y variadas influencias fuera de casa, pero la más duradera es la que ejercen sobre ellos sus padres. A continuación les presentamos diez consejos prácticos y de fácil aplicación para que los padres aumenten las probabilidades de formar hijos felices, responsables, independientes y conforme a la voluntad de Dios.
Cómo formar niños extraordinarios
En mis 25 años de maestro y administrador escolar, cuando encontraba niños realmente positivos y bien adaptados, solía preguntarme: ¿En qué acertaron sus padres? Recuerdo, por ejemplo, a Laura, niña de 13 años, que se quedaba en la escuela dos horas después de la salida de clases mientras su hermano entrenaba al fútbol, para que su madre no tuviera que hacer dos viajes al ir por ellos. Y a Esteban, de 14 años, quien salió de una fiesta cuando sus amigos y amigas comenzaban a pasar a los dormitorios de la casa, sin importarle que se burlaran de él. También a Carla, quien se preocupaba por telefonear a sus compañeros de clase cuando estaban enfermos y no asistían a la escuela. Muchachos extraordinarios, ¿verdad? sin embargo, ninguno de estos jovencitos era el primero de la clase; eso sí, los tres parecían estar en vías de llegar a ser adultos responsables y de excelente conducta.
Los niños reciben muchas influencias fuera de casa, pero la más duradera es la que ejercen en ellos sus padres. He aquí diez consejos para que los padres aumenten las probabilidades de formar hijos felices, responsables e independientes.

  1. Ámenlos.
    Esto parece demasiado obvio; pero, ¿lo es realmente? Los niños no lo piensan así. Uno de los principales motivos de los adolescentes para huir de casa, intentar suicidarse, consumir drogas o embarazarse, es su convicción de que no los aman. Mas amar no significa echarlos a perder; son las muestras constantes de cariño, la sonrisa, el pequeño regalo sin motivo especial, los factores que representarán para ellos un gran apoyo en su maduración.
  2. Cultive la autoestima de sus hijos.
    Sin autoestima, los niños no progresan académica, social ni personalmente. Si sienten que usted no cree que puedan hacer nada bien, eso será lo que hagan: nada. En cambio, si tienen un concepto muy positivo de sí mismos, lograrán maravillas. Karen, estudiante de capacidad normal, obtuvo dos becas universitarias como premio a sus excelentes calificaciones. En cierta ocasión le preguntaron cuál era el secreto de su éxito; respondió: “Desde que era pequeña, mis padres me han repetido cosas como ’estamos orgullosos de ti’. Con esa confianza en mí por parte de ellos, creo que no hay nada que no pueda hacer”.
  3. Incúlqueles la aceptación de retos.
    Los niños triunfadores son aquellos a quienes se estimula para que hagan su mejor esfuerzo; para que exploren terreno desconocido y vean en sus propios errores oportunidades para madurar. En cuanto prueban el sabor del éxito, siempre se esfuerzan por obtener más. Sin embargo, sea realista: anímelos a perseguir objetivos en armonía con sus posibilidades y no con lo que usted sueña. No siempre coinciden. Expréseles palabras de aliento.
  4. Escúchelos.
    Siéntese a charlar con ellos unos minutos todos los días; a la hora de acostarse, por ejemplo, y escúchelos sin permitir que la televisión o el periódico interfieran. Sólo escúchelos y hagan que ellos lo escuchen a usted. La mayoría de los padres de familia no suelen dedicar suficiente tiempo a intercambiar impresiones con sus hijos, aunque ésta podría ser la clave para establecer una buena relación entre padres e hijos. Escucharlos sin juzgarlos, prestarles una atención comprensiva y total es el mejor regalo del amor paterno y materno. Si esta comunicación no se establece desde la tierna infancia, cuanto mayores sean sus hijos, más difícil resultará que se confíen a ustedes.
  5. Exíjales respeto.
    La falta de respeto de los menores hacia sus padres y hacia sus hermanos no debería darse en ningún hogar. Es muy sano que los hijos sepan que los padres tienen derecho a disponer de su propio tiempo y espacio. Pero, ¿los tratan ustedes a ellos siempre con respeto? Es muy cierto el aforismo tradicional: “Las reglas morales no se predican, sino que se aprenden con el ejemplo”.
  6. Establezca límites.
    Las reglas de conducta claras y explícitas arman a los muchachos de seguridad cuando tienen que encarar valores y estilos de vida diferentes a los suyos. Muchos alumnos míos me han confiado: “Es mucho más fácil zafarse de una conducta sospechosa diciendo a los amigos: ‘Mis padres no me lo permiten’, que reconocer que no deseamos hacer eso”. Los muchachos y muchachas desean saber cuáles son los límites de conducta aceptable.
  7. Haga que Dios esté presente en sus vidas.
    Orar juntos y seguir las tradiciones religiosas del grupo social recuerdan a la familia el amor de Dios. Con ello los jóvenes sienten que en la vida hay algo más que la obligación de tratar al prójimo como nos gustaría que él nos tratara. Además, se dan cuenta que las creencias que usted les inculca están enraizadas en antiguas tradiciones que aún tienen valor. Esteban, el muchacho que salió de aquella fiesta inmoral, me comentó un día: “Recuerdo que mi padre nos advirtió a mi hermano y a mí que el sexo no es una diversión, sino un regalo que Dios nos hace para que lo compartamos con una compañera muy especial. Entonces no entendimos bien a que se refería, pero recordé sus palabras la noche de la fiesta”.
  8. Incúlqueles el amor por el saber.
    Los jóvenes de hoy se enfrentan a un mundo cambiante, en el que necesitan poseer nuevos conocimientos y técnicas. ¿Cómo prepararlos? Incítelos a ser curiosos; alimente su creatividad; ayúdelos a adquirir hábitos de estudio y trabajo constantes.
  9. Procure que se interesen por su comunidad.
    Muchos chicos idealistas se interesan por los demás. Si los padres estimulamos ese interés social, daremos un paso importante en la preparación de hombres y mujeres cabales, deseosos de dar más de lo que reciben. Muchos de los jóvenes más maduros que he conocido tienen actividades como el auxilio a adolescentes de sus mismas edades con problemas de drogadicción; los orientan u organizan colectas y reparto de comida y ropa. Esto refuerza su autoestima.
  10. Deje que se valgan por sí mismos.
    Es difícil para los padres no intervenir cuando sus hijos se raspan las rodillas, se sienten lastimados por el rechazo de un amigo y no consiguen el papel que deseaban desempeñar en la función teatral escolar. Pero la sobreprotección interfiere en la lecciones que proporciona el trato diario con toda clase de gente. El objetivo de todos los padres de familia debería ser formar personas independientes, responsables y armadas de confianza en sí mismas.

 

Visitas: 19

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *