“No somos un ministerio grande, pero sí somos un gran ministerio”

ACEPTA LA DISCIPLINA

ACEPTA LA DISCIPLINA

“No menosprecies, hijo mo, el castigo de Jehov, ni te fatigues de su correccin”.
Proverbios 3 : 11

Todos los das, en cada esquina, la vida nos depara sorpresas. Unas agradables, otras tristes. Damos la bienvenida a las primeras. Rechazamos las segundas. Al fin de cuentas, el ser humano no fue creado para sufrir. Huye de todo lo que le provoca dolor.

El dolor es un elemento extrao en el universo perfecto de Dios. La muerte, la tristeza, las lgrimas no existan cuando el mundo sali de las manos del Creador. Los espinos y los sufrimientos aparecieron en el escenario ednico como consecuencia del pecado.

Hoy, el dolor y el sufrimiento son realidades de la vida. Llegan en forma de adversidades, conflictos, problemas y una variedad sin fin de experiencias traumticas. Qu hacer con ellas?, Qu hace Dios para librar a sus hijos?

Erradicar el dolor en un instante no es posible. El pecado, como cualquier enfermedad, tiene un proceso de duracin, a veces largo e insoportable, pero necesita tiempo para madurar y llegar al fin.

Lo que Dios hace es redireccionar el sufrimiento. Cuando el dolor llega, viene con el propsito de destruir. Ese es el blanco del enemigo. Lo que ms le complace es hacer sufrir a la criatura e incitarla as a pensar que Dios es el causante del dolor y el sufrimiento.

Pero Dios toma el sufrimiento y le da un nuevo rumbo. Lo usa como instrumento de educacin, formacin, restauracin y correccin. El sufrimiento cambia de propsito y de nombre. No se llama ms dolor, sino, disciplina. El dolor destruye y mata. El dolor mata, la disciplina trae vida. El dolor adormece, la disciplina despierta.

Por tanto, no rechaces la disciplina. Acptala, adminstrala. Djate educar, pulir y cincelar. T y yo somos como piedras preciosas en bruto. Existe dentro de nosotros un diamante escondido que solo las adversidades de la vida sern capaces de hacer aparecer.

Maana ser otro da. Las nubes de hoy ya habrn pasado. El sol brillar de nuevo y con l, t tambin brillars. Cree en eso, y hoy: “No menosprecies, hijo mo, el castigo de Jehov, ni te fatigues de su correccin”.

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