Yo Era Feliz Y No Sabía

Yo Era Feliz Y No Sabía

“Porque el que se enaltece será humillado, y el que se
humilla será enaltecido” (Mateo 23:12).

se cuenta la historia de un reloj que se sentía insatisfecho
por vivir escondido en la bolsa de su señora. Envidiaba el
Big Ben, el gran reloj en el torre de Londres. Un día,
mientras pasaba sobre el Puente de Westminster con su
señora, se oyó el pequeño reloj decir: “me gustaría estar
allá encima. Yo podería, de esa forma, servir a una
multitud”. “Tendrá su oportunidad, pequeño reloj”, dijo una
voz. Como en un pase de magia, el reloj fue parar,
atildadamente, en el tope del torre. Cuando él alcanzó el
tope, su señora habló: “¿Dónde está usted, pequeño reloj? Yo
no puedo verlo”. Y ninguna otra persona podía ver el reloj.
Su elevación causó su destrucción.

¡Cómo nos hace mal la soberbia! Queremos ser siempre mayores
y ocupar lugares de destaque para que todos nos admiren y
aplaudan. Queremos ser los mejores, queremos estar en los
lugares más elevados, queremos ser distinguidos entre todos
los demás. Achamonos superiores y no aceptamos el hecho de
estemos en un lugar menos honroso, aun cuando seamos felices
allí. Nuestra altanería nos conduce por el camino del
inconformismo y hasta la alegría desaparece, dando lugar a
lamentaciones y murmuraciones.

Hay un dicho popular muy verdadero: “Era feliz y no sabía”.
¿Cuántas veces ya repetimos eso en nuestro íntimo? ¿Cuántas
veces ya reconocemos que todo nuestro empeño y ansiedad
fueron inútiles? ¿Cuántas veces dejamos el refrigerio del
poco para experimentar la inquietude del mucho?

¿Podemos nosotros almejar un lugar mejor, un cargo superior,
un sueño más osado? Es claro que sí. Pero que todo aconteza
en la hora cierta, por una humilde determinación, por la
maravillosa bendición de nuestro Dios. Es mejor ser exaltado
por una actitud humilde de lo que ser humillado por una
actitud arrogante y prepotente. Es mejor sentar en la última
silla y ser invitado a venir para la primera de lo que
sentar en la primera silla y ser invitado a ir para la
última.

Es mucho mejor ser pequeño y guardado en el corazón del
Señor que estar en el tope, lejos del Señor, perdido e
ignorado.

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