¿Por qué fundar iglesias requiere paciencia?

¿Por qué fundar iglesias requiere paciencia?

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¿Por qué fundar iglesias requiere paciencia?

Fundar una iglesia nueva requiere mucha paciencia.  Hay otros factores como la oración, la preparación, guía del Espíritu Santo, evangelismo, creatividad, etc., pero quisiera enfocar solo en la paciencia. Describiré de mi experiencia, la manera más fácil de establecer una nueva iglesia, y la manera más difícil.

La manera más fácil es dividir (en un sentido bueno) una ya establecida.  Nuestra iglesia en la capital de Guatemala tenía una asistencia de 425, con espacio máximo en el salón principal para 400.  Varios quedaron de pie durante los servicios.  Experimentamos por un buen tiempo de tener 2 servicios, con la escuela dominical entre medio.  Funcionaba bien, solo que resultó en la práctica de tener 2 diferentes congregaciones, en que no hubo mucha conexión excepto por los que también asistieron las clases.

El liderazgo de la iglesia decidió fundar una iglesia “hija”.  De tomar una encuesta de dónde vivían los activos en la iglesia, se descubrió un grupo en un área a unos 10 kilómetros del templo.  Animándolos a formar una iglesia en su vecindad, enviamos 2 de nuestros 5 ancianos y todos aquellos alquilaron una casa para comenzar.  En pocas semanas hubo una asistencia de 160.  ¡Y la iglesia “madre” todavía tenía 400!  Pasando pocos años, el segundo grupo compró un lote y después construyó su templo. No puede ser más fácil que eso.  Pero requiere una iglesia madre con recursos.

Sin embargo, la triste realidad es que necesitamos iglesias dónde no haya otra, o sea obra pionera.  Todos tienen sus historias, y aquí la mía. Después de 20 bonitos años en Guatemala, el Señor nos guió a la ciudad de Chicago, Illinois en los EUA.  Nuestro propósito fue de impartir clases de biblia en un seminario hispano, y fundar una nueva iglesia hispana.  Tuvimos una ventaja en que una iglesia angla deseaba alcanzar a los hispanos en su barrio, pero nadie en la congregación hablaba español.  Aparte de acabar de conocer a estos anglos, no conocía a nadie en la ciudad (menos un profesor en el Instituto Bíblico Moody), y nadie me conocía a mí.

Allí comencé a gastar mis zapatos, yendo de casa en casa, invitando a la gente a un estudio bíblico y les evangelizaba cuando era posible.  Un alumno de Moody y su esposa, bilingües, nos ayudaron.  Sin mucho interés por parte del pueblo, decidimos iniciar clases gratis de inglés, los domingos en la tarde, invitándoles a quedarse después para un estudio bíblico (en español).  Suspicaces, nos preguntaron qué creíamos.  Respondí que creíamos en la Santa Trinidad, que la Biblia es la Santa Palabra de Dios, y que María es la mujer más bendita en la faz de la Tierra (¿quién puede negarlo?).  Aceptable la respuesta, unos comenzaron a asistir el estudio.  El primer semestre hubo solo 10 inscritos en la clases de inglés, pero al terminar el segundo año hubo 111.  Al final de cada semestre celebramos un servicio con certificados y una presentación del evangelio. Cada vez unos cuántos recibieron a Cristo.  Solo una media docena asistieron el estudio los domingos, entonces de acuerdo se cambió a sábados en la noche.  Se aumentó a una docena, pero cuando una nueva pareja llegaba, otra se iba (por cuestiones de  trabajo, o regresaron a su país de origen, etc.).  Otro vino, se convirtió y se fue.  He aquí el problema fundamental, el de llegar a “la masa crítica”, o sea un número estable y listo para crecer. Tardó tanto tiempo que pensábamos que tal vez nuestra misión fuera solo el evangelismo.

Pero nos habíamos puesto de acuerdo, cuando tuvimos 20  adultos participando en el estudio sabatino, que comenzaríamos un servicio dominical.  Pasando tiempo, una noche, Carlos se fijó y me dio un golpecito en el brazo y anuncio “¡tenemos 20!”  Entonces en un par de domingos se comenzaron servicios de predicación, y después la escuela dominical, y la asistencia aumentaba. Hermano fundador de iglesias, de llegar a un nuevo sitio desconocido hasta comenzar servicios dominicales con más de 20 personas, nos costó 6 años.  Claro en mi caso el tiempo fue dividido con el seminario.  Pero desde este punto hasta crecer a 60, junto con ofrendas suficientes para gastos y para sostener a un pastor hispano de tiempo completo, pasaron otros 5 años, o sea 11 años en total.  (Y con la  iglesia así en buenas manos nos trasladamos a otras oportunidades de ministerio.)

No siempre tarda tanto para tener una congregación formalmente organizada, pero si yo me hubiera sentido vencido durante el proceso, no hubiera existido esta iglesia.  ¡Tenga paciencia!  Vale la pena.

Un puntito más: todas las personalidades pueden ser  fundadoras de iglesias.  En mi caso como en otros, no soy muy “energético” de personalidad y  no tengo el don de administración.  Pero me gusta evangelizar.  No me es problema de ir casa en casa, hablando con desconocidos, ni de acercarme a personas para evangelizarlas.  El deseo vale más que el temperamento de uno.  Se supone que un obrero “antorcha” puede fundar una obra en menos tiempo, pero de todos modos, hay que tener la paciencia y perseverancia hasta llegar a un número estable que pueda sostener la obra.

Si usted es uno que ha fundado una iglesia en menos tiempo, felicitaciones.  Pero si es uno que piensa que el proceso es bastante lento, recuerde que a través de usted el destino de personas puede ser eternamente cambiado, y si éstas se van de su grupo, serán misioneras en otra ciudad o país.  Dios dará el triunfo en su tiempo.

¡Animo!

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