“Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1:16).
“Siento que todo un día es demasiado pequeño para todos los amigos que quiero alcanzar”.
¿Qué hemos hecho de nuestro tiempo en la obra de Dios? ¿Hemos compartido el Evangelio de Cristo en cada oportunidad? ¿Y cuando no nos escuchan? ¿Y cuándo nos vuelven la espalda? ¿Nos rendimos? ¿Seguimos insistiendo sin desánimo?
El Señor nos ha dado una tarea, y nos llena de alegría, y solo termina cuando se alcanza la meta. Por supuesto, no salvamos a nadie, esta es la parte del Señor, pero debemos predicar la Palabra presentando a Jesús, el Salvador de todos los que creen.
Cuando hablamos de Cristo, nuestros días son más agradables, nuestro sueño es más tranquilo, nuestra alegría es más verdadera. Cuando hablamos del amor del Señor, Él está con nosotros y nosotros estamos con Él.
Sería bueno si los días fueran más largos…
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