“Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).
“Nunca gastes tu dinero antes de tenerlo.” (Thomas Jefferson)
El gran error para muchos de nosotros es fallar al usar lo que no tenemos. Compramos una casa nueva sin asegurarnos de poder pagarla; perder una casa hermosa es mucho peor que no tener una casa hermosa. Tratamos de demostrar una gran fe, sin darnos cuenta de que no tenemos ninguna fe, la frustración que queda es vergonzosa. Sonreímos a todos, como si fuéramos las personas más felices del mundo y nunca nos cansamos de llorar por una alegría que nunca existió. ¡Solo Cristo puede darnos verdadera alegría! ¡Solo Cristo puede llenar nuestros corazones de fe y esperanza! ¡Solo Cristo puede suplir nuestras necesidades en abundancia!
Todo lo que el hombre adquiere, con la arrogancia de que puede hacer cualquier cosa y no necesita a nadie, puede ser falso, fugaz, ilusorio. Tan fácilmente como se edifica su construcción espiritual, puede caer en unos minutos. Solo Dios puede garantizar una construcción inquebrantable, sólida y permanente.
Cuando el Señor Jesús nos da algo, estamos seguros de que lo tendremos para siempre. Recibe la salvación y la vida eterna y, como es explícito, será por siempre y para siempre.
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