“Dijo Jess: Quitad la piedra . Marta, la hermana del que haba muerto, le dijo: Seor, hiede ya, porque es de cuatro das” (Juan 11:39).
“La vida ha sido dura para m”, deca María a su madre. “S que suele decir que slo un milagro podra devolverle la alegra”, coment la madre. “Todo el mundo espera un milagro, de la mente, de otra persona o de un acontecimiento cualquiera, espere en Dios y el milagro vendr con ms facilidad”, agreg la madre.
Cul es el milagro que ms esperamos? Dnde lo buscamos? Qu hemos hecho para que este milagro suceda? Podemos responder que el milagro no depende de nosotros, pero a menudo depende, y mucho, de nuestras actitudes.
La mejor cosa a hacer es colocar esa necesidad ante el Seor Jess. l es el que opera milagros y, necesitamos hacer como aquellos que quitaran la piedra del sepulcro de Lzaro.
Cuando quitamos la gran piedra de incredulidad que existe en nuestros corazones, entonces el Seor puede llamar a la existencia nuestro milagro, como lo hizo con el muerto, sepultado hace cuatro das. No importa el tiempo de espera . Jess est listo para hacer el milagro que aguardamos con mucha ansiedad.
Crees? Entonces su milagro pronto vendr.
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