“He aqu, yo estoy con vosotros todos los das” (Mateo 28:20).
Una seora en el mercado le dijo a otra seora que tambin estaba en la fila para pagar sus compras: “Llueve sin parar desde hace muchos das. No me gusta este clima”. La otra, sonriendo, coment: “Los das de lluvia realmente parecen ms tristes. Sin embargo, ten por seguro que pronto volver a brillar el sol”.
Parece que nuestras vidas han sido rehenes de los das de lluvia. Las tormentas de decepcin y frustracin parecen no tener fin. Los vientos del sufrimiento parecen cortarnos la piel. El fro de los problemas no resueltos en nuestros huesos. Los das nublados nos impiden ver nuestras bendiciones. Pero hay un Dios que nos cuida. Un Seor bondadoso que reprende la lluvia y hace resplandecer el sol de nuestra alegra. Y cuando sale ese sol, seca nuestra fe, calienta nuestra esperanza, muestra claramente que nuestra victoria est en el horizonte, justo en frente de nosotros.
Si tus das estn nublados y llenos de incertidumbres, levanta la vista y empieza a ver los primeros rayos de sol que asoman para llenar tu corazn de verdadera felicidad.
Y nunca debemos olvidar que el Seor est con nosotros, tanto en los das de lluvia como en los de sol. Todos los das son de victoria para nosotros.
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