“… que vuestro s sea s, y vuestro no sea no, para que no caigis en condenacin” (Santiago 5:12).
Alberto era un hombre temente a Dios y daba un buen testimonio en la oficina donde trabajaba. Por ocasin del cumpleaos del patrn, ste convid a todos para una fiesta en el fin de la tarde. Los colegas de Alberto se pusieron excitados. El patrn era muy exigente y no admita que lo contrariasen. “El jefe va a ofrecer bebida a todos y quiero ver si Alberto tendr coraje de recusar”, dijo, con irona, un de los empleados. En la hora del brindis Alberto agradeci al patrn y dijo que, como cristiano, no podra aceptar la bebida. Todos se quedaron atnitos con la osada de Alberto. En el da siguiente, el patrn mand llamarlo y ofreci el cargo de jefatura en un departamento de la empresa. “Necesitamos de un hombre con su conviccin. El cargo es suyo.”
Cmo est nuestro testimonio delante del Seor? Cambiamos de lado conforme nuestros intereses o permanecemos firmes en nuestra fe, para nuestro propio deleite y gloria de Dios? Hemos sido obedientes al Seor en la iglesia, en casa, en el trabajo y en todos los dems lugares o nos transformamos conforme las circunstancias?
La bendicin del Seor es para los fieles, para los constantes, para aqullos que colocan sus vidas en el altar de Dios y dejan que l les dirija en todas las decisiones. Como desearemos or el “siervo bueno y fiel” si nuestras actitudes avergenzan el nombre de Jess?
Alberto, personaje de nuestra ilustracin, no fue simplemente osado y corajoso. Fue obediente al Dios que le prometi victorias en todas las situaciones. Fue fiel y Dios lo bendijo.
Y nosotros, queremos ser bendecidos?
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