“Sean gratos los dichos de mi boca y la meditacin de mi corazn delante de ti, oh SEOR, roca ma, y redentor mo” (Salmos 19:14).
“Me gustara ser un cristiano fiel y que Dios si agradece siempre de m”, dijo Roberto a un hermano de la iglesia. El hermano le dijo: “Sus actitudes, como hijo de Dios, son contagiosas. Busque hacer con que las personas contagiadas tengan motivos para alabar a Dios por su vida.”
Qu tipo de contagio hemos pasado a nuestros amigos? Qu aprenden de nosotros, con relacin a lo qu hablamos y hacemos? Que recuerdos guardarn de los tiempos en los que estuvieron prximos a nosotros? Podrn ellos decir, en el porvenir, al nos encontrar, “Su alegra y su manera de vivir me contagiaron y los resultados son vistos por toda mi familia y amigos.
Estamos en el mundo para dejar pisadas de salvacin. Pasamos por lugares oscuros para que la luz de Cristo pueda brillar intensamente. Nos asentamos en ruedas de tristeza para que la alegra se aproxime. Conversamos con la incredulidad para que la fe remueva todas las montaas alrededor.
No hemos sido redimidos por Cristo apenas para recibir una invitacin para el Cielo. l nos llam para contagiar el mundo, para decir al pecado que l no es bienvenido, para alabar y no murmurar, para sembrar paz en campos de batallas, para construir puentes en lugares de adversidades, para conducir muchos a la victoria.
Ha usted buscado contagiar, diariamente, a los qu encuentra?
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