Para reflexionar… Buenas Nuevas

“Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio” (Romanos 1:15)

“El Evangelio no debe ser tratado como una palabra a ser explicada. Él se proclama por el ejemplo a ser demostrado. Él es “Buenas Nuevas” y podemos mostrarlo a través de nuestro testimonio, de nuestro cambio de vida, del brillo de nuestras actitudes, de la alegría por la salvación eterna.”

Cuando Jesús entra en el corazón de una persona, Él se define solo. No necesitamos explicar qué pasó. Las personas alrededor perciben la transformación, la nueva manera de hablar, el nuevo comportamiento junto a la familia y a los amigos. Él sugiere un deseo de conocer más a los que lo observan, induce a una imitación, produce un deseo incansable de experimentar el mismo placer, exige una decisión inmediata. Éste es el Evangelio de Cristo, un recomienzo de vida, una sensación de esperanza, una inquietud por fe, un gloria a Dios que alcanza hasta los que no creen.

Cuando el Evangelio del Señor bate Palmas a la puerta de nuestros corazones, no pensamos en explicaciones, no buscamos su significado en el mejor diccionario, no investigamos en la internet su verdadero valor. Apenas… queremos abrazarlo, convidarlo, recibirlo con el regocijo que nunca habíamos alcanzado. ¡El Evangelio es Jesús! ¡El Evangelio es amor! El Evangelio es vida eterna y eso es todo cuanto nos interesa.

El Evangelio me alcanzó cuando no pensaba en él y alabo a Dios por, ahora, no pensar en más nada además de él. Él ha sido el comienzo de mi vida y estará conmigo hasta que esta vida si acabe.

Gracias, querido Dios, por tan grandioso regalo que recibí hace más de 40 años.

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