“… la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes” (Gálatas 3:22).

Un ateo, conocido por todos como un hombre increíblemente incrédulo, cuando visitaba a un amigo y veía un objeto que mostraba brillantemente el cielo y las estrellas, preguntó: “¿Quién hizo esto?” y comentó: “es muy bonito”. El amigo respondió: “Nadie lo hizo, simplemente sucedió.

Es interesante ver que muchas personas no creen en Dios. Dicen que todo salió de la nada. ¿Creen lo que dicen? ¿De verdad creen que en un momento mágico, el cielo, las estrellas, los mares, las montañas, el mundo vegetal, los animales y los hombres, salieron de la nada? ¿Y por qué este “de la nada” no sigue ocurriendo?

¡Bienaventurados los que creen! ¡Y yo soy uno de ellos! Creo que Dios creó todo y que, maravilloso, lo creó para mí y para ti. Qué privilegio . qué bendición. Y cuando pecé, envió a Su Hijo a perdonarme. ¡Gloria a Él!

Creo que Dios creó el amor para que no tenga más odio en mi corazón. Él creó la fe para que yo no fuera como el personaje de mi ilustración. Él creó la esperanza para que mi llanto no dure más de una noche. Él creó las moradas celestiales, de modo que aunque no viva en una mansión, me alegro de saber que viviré para siempre con Dios en una hermosa morada en el Cielo.

Un día, cuando aún era un hombre sin fe, “algo sucedió”. Abrí mi corazón a Jesús y mi vida cambió. Descubrí que aquel “algo sucedió” fue el gran amor de Dios por mí.

¡Bendito amor del Señor! ¡Bendito amor del Señor!

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