Written by Paul Yonggi Cho
En la actualidad, una de las necesidades ms apremiantes de la Iglesia es evangelizar nuestras ciudades. No es cierto que las iglesias de las grandes urbes estn llamadas a desaparecer. Me doy cuenta de que, a causa del materialismo que hoy impera, muchas personas no asisten a la iglesia y tienen el corazn y la mente cerrados al Evangelio. Sin embargo, nuestra iglesia ha tenido mucho xito en su labor de evangelizacin en el centro de una de las urbes ms grandes del mundo.
Sel tiene ms de ocho millones de habitantes. No obstante, durante los ltimos siete aos hemos ganado ciento cuarenta mil miembros, y tambin hemos trado otros miles al Seor y los hemos enviado a otras iglesias. El nmero de miembros de nuestra iglesia es quince veces mayor de lo que era en 1973, cuando nos trasladamos a la isla Yoido.
En nuestra labor de evangelizar a Sel, encontramos los mismos problemas que encuentra cualquier otra iglesia urbana. Sel tiene muchos edificios de apartamentos y, por consiguiente, es difcil hacer nuevas amistades. Los cristianos no pueden ir tocando de puerta en puerta en un edificio de apartamentos. Adems, nosotros no solemos evangelizar de esa manera.
A una de las dirigentes de los grupos familiares se le ocurri. una idea muy feliz. Cada domingo pasaba unas cuantas horas subiendo y, bajando en el elevador de su edificio. En muchas de esas ocasiones se le present la manera de ofrecer ayuda a algunas personas. Una madre necesitaba una persona que le cargara su beb; una anciana necesitaba quien le ayudara a llevar sus compras hasta su apartamento.
En esos casos, nuestra dirigente de grupo estaba siempre dispuesta a ofrecer su ayuda.
Poco a poco, esa dirigente llena de iniciativa se hizo amiga de muchas de las personas a quienes ayudaba en el elevador. Mientras tanto, 66 sembraba” en secreto una reunin de grupo familiar en su edificio de apartamentos. Cuando estaba ayudando a aquellas personas y haca amistad con ellas, oraba por ellas en silencio. Pasado algn tiempo, obtuvo sus nmeros de telfono y las llam para invitarlas a una reunin de grupo en su apartamento.
La dirigente tuvo tal xito que, en la actualidad, si usted visita uno de los edificios de apartamentos que se hallan cerca de nuestra iglesia el sbado por la tarde, encontrar a nuestras dirigentes de grupo subiendo y bajando, subiendo y bajando en los elevadores…
– Desea que le ayude a cargar sus compras? – Por favor, permtame detenerle la puerta. – Que la llave del agua no funciona bien y el agua gotea constantemente? Mi esposo es experto en arreglar grifos.
Y as sucesivamente; mientras tanto, se van sembrando las semillas de los grupos familiares.
Nuestros miembros estn tan entusiasmados con la evangelizacin de esta ndole, que cuando se mudan fuera de Sel, se niegan a abandonar nuestra iglesia y nuestro sistema de grupos familiares. Hace unos cuatro aos, un matrimonio se traslad a Inchn, que se encuentra a ms de treinta kilmetros de Sel. La esposa era una de nuestras dirigentes de grupo. Cuando me habl de su mudada, le dije:
-Bien, creo que usted debe hacerse miembro de una buena iglesia en Inchn.
Oh, no, Pastor Cho. Eso no es lo que deseamos hacer – replic la mujer — Creo que abriremos nuestro hogar para una reunin de grupo. Luego, nos reuniremos el domingo y vendremos todos a Sel para los servicios.
Ya haba empezado a soar con el maravilloso grupo familiar que tendra en Inchn.
Bueno, eso es cosa suya -le dije y le di mi autorizacin.
Una vez queel matrimoniose hubo trasladado a Inchn, procedi a actuar tal como lo haba planeado. No tard en tener un floreciente grupo fa liar Los domingos en la maana ellos y su grupo venan a la iglesia en un autobs alquilado. De eso hace cuatro aos. Hoy, ese grupo familiar de Inchn se ha convertido en ciento treinta grupos con dos mil miembros. Todos los domingos alquilan autobuses para asistir a la iglesia.
Debido a que uno de los grupos comenz a dividirse y a pro pagarse, hoy da Inchn es un distrito reconocido de nuestra iglesia, con un pastor auxiliar al frente del mismo.
Eso es algo extraordinario. Sin lanzar una campaa de evangelizacin, sin “re uniones de avivamiento”, sin gran alboroto, sino slo con el entusiasmo de un joven matrimonio coreano y hoy tenemos dos mil miembros en Inchn. En todo ese tiempo, yo jams he ido a Inchn a predicar personalmente; todos los miembros han venido a Sel para escuchar mis prdicas. Dos mil hombres, mujeres, jvenes y nios encontraron a Cristo Jess como resultado del entusiasmo de aquel matrimonio.
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