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“No somos un ministerio grande, pero sí somos un gran ministerio”

Los Grupos familiares Y la clave de la Evangelizacin 1

Written by Paul Yonggi Cho

El cuerpo humanoest en constante proceso de renovacin y reproduccin. De no ser as morira. Ese proceso se aplica tambin al Cuerpo de Cristo la Iglesia. De ah que la evangelizacin sea uno de los requisitos de una iglesia dinmica y pujante. Una iglesia sin un programa de evangelizacin formal, permanecer estancada o irmuriendo poco a poco.
Si embargo, hay algo ms; al evangelizar cumplimos con un mandato del Seor Jesucristo: el de ir por todo el mundo predicando el Evangelio y haciendo discpulos.
Cuando Jess les dijo a sus discpulos que seran sus testigos despus de que el Espíritu Santo descendiera sobre ellos, les dijo tambin que primero seran sus testigos en Jerusaln, en su propio lugar, ah en donde vivan. Slo despus de haber evangelizado a Jerusaln, llegaron hasta judea y Samaria y, por ltimo, a todos los confines de la tierra.
Es necesario que cada una de nuestras iglesias participe en un programa, de evangelizacin similar.

Necesitamos la evangelizacin que comienza en nuestros propios barrios, en nuestras ciudades y aldeas, doquiera el Seor nos haya colocado. Esa es la evangelizacin que nosotros practicamos en la Iglesia Central del Evangelio Completo de Sel, y a ella se debe el crecimiento espectacular que hemos experimentado.

No obstante, en nuestra iglesia no se sigue el conocido sistema de la evangelizacin de puerta en puerta. En muchos aspectos, ese tipo de evangelizacin conlleva una confrontacin, ya que da pie a que la persona se resista, de la misma manera que un cristiano se resiste cuando un miembro de los Testigos de Jehov 0 de los Mormones toca a su puerta. No hay que negar que muchas personas se salvan por medio del testimonio cristiano de puerta en puerta, y que en ocasiones el Espíritu Santo induce a los cristianos a que se dediquen a la evangelizacin de esa ndole en los sectores donde El ya ha preparado los corazones de los incrdulos. Pero en general, la evangelizacin de puerta en puerta frustra al testigo cristiano debido al poco fruto que ste obtiene de ella.

Nuestra iglesia lleva a cabo la evangelizacin, ante todo, mediante el sistema de los grupos familiares. Cada grupo se convierte en un ncleo de avivamiento en su propio barrio, porque es en el grupo donde se puede encontrar verdadera vida dentro del vecindario. Cuando una reunin de grupo familiar est llena de vida, y cuando las personas estn contentas, comparten su fe y dan testimonio de lo que el Seor ha realizado en su vida, las dems personas se sienten atradas hacia ellas. Los incrdulos sienten curiosidad. Desean saber por qu ese pequeo grupo de cristianos est tan alegre a pesar de los muchos problemas que le rodean.

Ahora bien, aunque esos grupos se conviertan en imanes en sus propios barrios, nuestros miembros tienen an necesidad de realizar su labor de evangelizacin. Los incrdulos rara vez tocan a la puerta para enterarse de lo que sucede. Nuestros miembros tienen que salir a buscar a los posibles conversos. Sin embargo, nosotros tenemos otros medios de ayudarles a convertirse en evangelistas interesados en sus semejantes.

Uno de esos medios es el que nosotros llaman os “indiscrecin santa”. Nuestros dirigentes de grupo les indican a sus miembros que estn alerta, a la bsqueda de personas con problemas. Muchos de nosotros escuchamos a diario conversaciones en las cuales las personas hablan de sus problemas. Siempre que escuchemos esas conversaciones, debemos apresurarnos a preguntarle al Espíritu Santo: – De qu manera puedo dar testimonio ante esta persona? Qu puedo hacer para que conozca a Jess, que es en realidad quien puede resolverle sus problemas?

A mis odos lleg el caso de una hermana de nuestra congregacin que le testific a una seora que haba conocido en el mercado del barrio. Habla odo a aquella seora, que no era creyente, contarle sus problemas matrimoniales a una amiga. Estaba a punto de divorciarse. Era el caso que nuestra hermana haba tenido problemas similares, pero el Seor Jess haba salvado su matrimonio por medio de la oracin y del ministerio del grupo familiar.

Al salir del mercado, la hermana le dio alcance a la otra seora y le dijo: – No pude e escucharla cuando hablaba de su menos problema con su amiga. Yo tuve un problema muy parecido . Deseara venir a tomar el t conmigo mientras le relato cmo lo super y salv mi matrimonio?
Se sorprendi de que la seora aceptara al instante.

Durante el tiempo que compartieron experiencias, la hermana le confi cmo ella y su esposo sus haban estado a punto de divorciarse, pero haban encontrado a Seor, y su vida haba cambiado por completo. No la quiso presionar para que en aquel momento aceptara a Cristo como su Salvador, pero s le dijo cunto significaban para ella las reuniones de los grupos familiares, y la invit a que la acompaara a la siguiente reunin. Le asegur que haba en el grupo un gran nmero de seoras comprensivas del barrio, que podran identificarse con sus problemas, por haber, tenido otros similares.

Al venir por primera vez a la reunin del grupo, la seora qued muy bien impresionado. A pesar de que el canto emotivo, las palmadas, y cosas as no fueron del todo de su agrado, pudo observar que aquellas. seoras se parecan a ella. Sin embargo, demostraban tener la serenidad que ella aoraba. En aquella primera reunin, no le entreg su corazn a Jess, pero se sinti atrada y con deseos de regresar. Luego de haber asistido a unas cuantas reuniones, le entreg su vida al Seor, y no tard en unirse a la iglesia. Poco tiempo despus, su esposo tambin vena con ella a la iglesia. Con el tiempo, l tambin encontr al Seor, yel matrimoniopudo salvarse.

Este relato es un ejemplo de la importancia de la evangelizacin de mujer a mujer en nuestra iglesia. Tenemos ms mujeres que hombres, caracterstica de la mayora de las iglesias cristianas. A pesar de no ser esa la razn por la cual hacemos hincapi en la evangelizacin de mujer a mujer, hemos podido observar que cuando una mujer se hace cristiana y entra en la comunin de la iglesia, pronto la siguen sus hijos.

Esto es casi una ley natural. Dondequiera que van las mujeres a recibir alimento espiritual, all llevan a sus hijos.
Convengo en que los hombres son los llamados a ser los jefes espirituales de sus hogares, pero por regla general, entre los incrdulos, los hombres no son los primeros en interesarse en las cosas espirituales. En la mayora de los casos, la mujer es la primera en aceptar la evangelizacin, como tambin es la primera en entregar su vida a Cristo Jess. A menudo, el esposo es el ltimo en venir a la iglesia. Observa a su mujer y a sus hijos cuando salen del hogar para asistir a los servicios, y observa adems, que parecen sacar algo de ello.
Con el tiempo, termina por acompaarlos, aunque slo sea con el propsito de averiguar de qu se trata. En nuestra iglesia hemos observado que si se logra atraer al hombre a una de las reuniones del grupo familiar, pronto se entusiasma tanto como el resto de la familia

 

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