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“No somos un ministerio grande, pero sí somos un gran ministerio”

La Playa De Las Bendiciones

La Playa De Las Bendiciones

“Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no

temas ni desmayes, porque Jehov tu Dios estar contigo en

dondequiera que vayas” (Jose 1:9).

Estaba all, nadando en el agua fra, batallando

heroicamente contra las olas. “Solo media milla ms”, l

pens, “y yo llegar a lo margen.” Sus brazadas estaban se

quedando ms flacas; ergua el brazo con mucha dificultad.

La playa estaba solo algunos metros adelante. Sus ltimos
esfuerzos haban sido dems: empez a se poner atolondrado.

Entonces, su cabeza empez a nadar y lo llev para la

orilla.

Muchas veces nuestra vida se asemeja la del personaje de

nuestra ilustracin. Luchamos contra las dificultades y

parece que nuestras fuerzas estn acabando. Insistimos y

perseveramos en la insistencia. No queremos desalentar,
pero, todo parece perdido. Intentamos dar un paso a ms y no

hallamos nimo para eso. Nuestro cuerpo nos manda parar,

desistir,reconhecer la derrota. Nuestra alma llora, lgrimas

de frustracin se caen de nuestros ojos, un dolor

inquietante hiere a nuestros corazones, como espinas

angustiantes. Sin embargo, somos hijos de Dios, amados del

Seor, despegados para una vida victoriosa. En el momento de

mayor afliccin, nuestra mente nos recuerda de que nada

impedir nuestra victoria. aun cuando no exista ms fuerza

espiritual, nuestra fe nos hace nadar en el mar de las

bendiciones de Dios y, cuando todo parece estar perdido,

all estamos nosotros, en la orilla de la gracia, en el

margen de la alegra, en el muelle de la vida abundante de

Dios.

Mi cuerpo entero se regocija en la presencia de mi Salvador.

Cuando alguna parte de mi ser est flaca, a otra me gua por

el centro de la voluntad del Seor. Cuando las luchas diste

mundo me atolondran, mi odo me recuerda: “Estoy a su lado.

No tema. Ayudar usted a llegar al puerto de su felicidad”.

Cuando, la victoria contra la desesperanza sonre para m,

mi boca, junto con todos los otros miembros de mi cuerpo

espiritual, exclama en alta voz: “Gracias Seor. Yo solo

nada soy, pero, con Cristo en mi corazn, no habr olas de

dudas y ni agua fra de desencorajamento que me impida de

realizar cada un de mis sueos”.

Tenga fe, luego usted alcanzar la playa de sus bendiciones.

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