La Biblia, guía para el evangélico

La Biblia, guía para el evangélico

Trasfondo-Biblia1
La Biblia, guía para el evangélico

INTRODUCCIÓN

¿Qué diferencia tiene la Biblia con otros libros? ¿Hay algo de especial en ella?
No hay otro libro en el mundo que se haya editado más,…vendido, regalado, aceptado, leído,
perseguido…
George Müller dijo: “El vigor de nuestra vida espiritual guardará proporción exacta con el lugar que
ocupe la Biblia en nuestras vidas y nuestros pensamientos”.

D. L. Moody “Yo oraba pidiendo fe y pensaba que algún día la fe caería sobre mí desde el cielo, como
un rayo, pero la fe no parecía venir. Un día leí Ro. 10:17 La fe es por el oír, y el oír por la palabra de
Dios. Antes cerraba mi Biblia y pedía fe, ahora abro mi Biblia y la estudio y desde entonces mi fe no
ha cesado de crecer”.
1

Es imposible en una sola clase agotar las riquezas insondables de la palabra de Dios, pero rápidamente
veamos algo de las características, testimonio, revelación, inspiración, canon e interpretación de la
Biblia.

1. CARACTERÍSTICAS DE LA BIBLIA

La Biblia, se compone de dos partes principales, el Antiguo y el Nuevo Testamento. Aunque  separados
literariamente, no así en su proyección, porque ambos conforman  la palabra de Dios. Fue escrita en  tres
idiomas: hebreo (A.T.), arameo (porciones del A.T.) y griego koiné (N.T.). Escrita en un período superior
a 1500 años. Sus autores sobrepasan los 40 y de  todos  los tipos. En sus páginas encontramos narrativas,
poesía, fábulas, proverbios, profecía, historia, etc. Todo esto y mucho más, la hace un libro singular, una
biblioteca de 66 libros.
2

2. EL TESTIMONIO DE LA PROPIA ESCRITURA3

No puede negarse seriamente que la Biblia, en su conjunto y en gran número de sus textos, presupone su
origen divino,  eso  es,  la  peculiaridad de  que,  esencialmente,  recoge el mensaje  de Dios  dirigido  a  los
hombres de modos diversos y en diferentes épocas. Como reconoce C. H. Dodd, “la Biblia se diferencia
de  las  demás  literaturas religiosas  en  que  se  lo  juega  todo  en  la  pretensión  de  que  Dios  se  reveló
realmente en unos  acontecimientos  concretos, documentados  y públicos.  A  menos  que  tomemos  esta
pretensión en serio,  la Biblia apenas sí  tiene sentido, por grande que sea el estímulo espiritual que nos
procuren sus pasajes selectos”.
Abundan los textos de las Escrituras en los que se atestigua una revelación especial de Dios, quien de muy
variadas maneras habla a sus siervos para comunicarles su mensaje. Una de las frases más repetidas en el
A.T. es: “Y dijo Dios”, o la equivalente: “Vino palabra de Jehová”.  Esta “palabra” de Dios es creadora y

1
Para conocer  otros  dichos  de  personas  notables  acerca  de  la  Biblia consultar  a  Henry  H.  Halley,
Compendio Manual de la Biblia, Trad. C. P. Denyer (El Paso: Casa Bautista de Publicaciones): 16-19.
2
Para más información sobre el tema consultar a Josh McDowell, Evidencia que exige un veredicto, Trad.
René Arancibia Muñoz (Cuernavaca, México: Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo, 1975): 17-28.
3
José M. Martínez, Hermenéutica Bíblica (Barcelona: CLIE, 1984): 39-42.
2
normativa desde el principio de la historia de Israel. Algunas citas del Pentateuco: Éx. 4:28; 19:6,7; Nm.
3:16 y Dt. 2:2,17. Israel adquiere plena conciencia de su entidad histórica bajo la influencia de los grandes
actos de Dios y de la interpretación verbal que de esos actos da Dios mismo por medio de Moisés.

Al pasar al N.T.,  se observa  igualmente el lugar preponderante de  la palabra de Dios. Los evangelistas,
testigos de cuanto Jesús hizo y dijo (1 Jn. 1:1-3), ven en él la culminación de la revelación de Dios. Era la
palabra  de Dios  encarnada,  el  gran  intérprete  de Dios  (Jn.  1:14,  18). Ponen  en  sus  labios  palabras  que
muestran  la  autoridad  y  el  origen divino  de  sus  enseñanzas  (Mt. 5:21-48;  7:28-29).  La comunicación
divina no se extingue con el ministerio público de Jesús. Se completaría, según palabras de Jesús mismo,
con el testimonio y el magisterio de los apóstoles bajo la guía del Espíritu Santo (Jn. 14:26; 16:13). Así lo
entendieron los propios apóstoles, persuadidos de que sus palabras eran ciertamente “la palabra de Dios”
(Col. 1:25-26; 1 Ts. 2:13; Ap. 1:2, 9).

3. REVELACIÓN

La doctrina de la revelación, en la teología cristiana, significa que Dios se ha dado a conocer al hombre,
así  como  las  verdades  pertinentes  a  sí  mismo.  Se acostumbra a  dividir  el tema  de  la  revelación  en
«general» y  «especial».  La  revelación general  incluye  las  evidencias  para  tener fe en Dios,  aparte  de
Cristo  y  la  Biblia,  en  este caso  es  la creación.  El tema  de  la  revelación  especial ordinariamente  se
subdivide en el estudio de Cristo, en su encarnación, y en el estudio de la Biblia, como la palabra inspirada
de Dios e infalible.

Credibilidad de la revelación4

Desde un punto de vista lógico, cabía esperar que Dios se comunicara con los hombres de modo  tal que
éstos pudieran tener un conocimiento adecuado de él, de su naturaleza, de sus propósitos y de sus obras.
Tal conocimiento no podía  ser alcanzado por  la  llamada revelación general. Es verdad que “los cielos
cuentan la gloria de Dios” (Sal. 19:1). Las obras de la creación nos hablan de la sabiduría y el poder de
Dios. Incluso nos muestran evidencia de su bondad; pero nada nos dice de su justicia, de su misericordia o
de los principios morales que rigen su relación con el universo, en especial con el hombre hecho a imagen
de Dios.

La revelación general  tampoco arroja  luz  sobre el actual estado de  la humanidad en su pecado y en  su
miseria,  sobre  el  sentido de  la vida humana o  sobre el  significado de  la historia. Aunque el pecado no
hubiera  oscurecido  la mente  humana  –hecho que  limita  su  capacidad de  discernimiento-,  la  luz  de  la
naturaleza no habría sido suficiente para tener un conocimiento adecuado de Dios y de su voluntad.

“Dios  ha hablado”  (He. 1:1-3).  La  base  de  credibilidad no  radica en  los  argumentos  lógicos,  sino  en
hechos  que  se  extienden  a  lo  largo de  la  historia.  Como  subraya  Geerhardus  Vos,  “el  proceso de  la
revelación no es sólo que acompaña la historia, sino que se encarna en la historia”.

Debe  tenerse  presente,  sin  embargo  y  contrariamente a  lo  que algunos sostienen, que  la  revelación  no
consiste  sólo  en  eventos  históricos,  actos  de  Dios.  Incluye  manifestaciones  verbales  de  Dios  que
interpretan  los  actos.  Sin  esta  parte  de  la  revelación,  llamada “proposicional”,  los  hechos  históricos
quedarían sumidos en la ambigüedad. Pongamos como ejemplos el éxodo, acontecimiento en la historia de
Israel, y la muerte de Jesús.

4
Ibid., 42-45.   3
Revelación y Escritura5

Existe, pues,  una  correlación  entre ambas.  Según  el testimonio bíblico,  es Dios mismo quien  directa  o
indirectamente, ordena  la acción de escribir. Notemos algunos  textos bíblicos: Éx. 17:14; Dt. 17:18-19;
Jer. 30:2 y Ap. 1:11, 19. No es preciso un gran esfuerzo mental para comprender que tanto los profetas del
A.T.  como  los  apóstoles  del  N.T.  vieron  en  la  Éscritura  el  único  medio  de  preservar fielmente  la
revelación y lo utilizaron.

4. INSPIRACIÓN DE LA BIBLIA6

Es  éste  uno de  los  puntos  más  controversiales de  la  teología  cristiana.  Aun  dando por  cierto que  la
revelación dio origen a la Escritura, queda por determinar hasta qué punto y con qué grado de fidelidad lo
escrito expresa  lo  revelado. ¿Puede decirse que  la Escritura  fue  inspirada por Dios de modo  tal que nos
transmite sin error lo que Dios tuvo a bien comunicarnos? Como afirmara Bernard Ramm, “la inspiración,
es, por  así  decirlo,  el  antídoto  contra  la debilidad del  hombre y  sus  intenciones  pecaminosas.  Es  la
garantía de que la palabra de la revelación especial continúa con la misma autenticidad”.

Concepto de la inspiración7

Pablo declaro: que “toda Escritura  es  inspirada divinamente”. Sus  lectores,  tanto  judíos  como griegos,
entenderían perfectamente  lo que  quería  decir:  que  la  Escritura  era  la  obra  de  hombres  especialmente
asistidos  por  el  Espíritu  de Dios  para comunicar  el mensaje  de Dios. A  partir  del  concepto  expuesto,
podemos definir la inspiración de la Biblia como la acción sobrenatural de Dios en los escritores sagrados
que  tuvo por  objeto  guiarlos  en  sus  pensamientos  y  en  sus  escritos  de modo  tal  que éstos  expresaran,
verazmente y de acuerdo con  la  revelación,  los pensamientos,  los actos y  la voluntad de Dios. Por esta
razón, puede  decirse  que  la  Biblia  es  palabra  de  Dios  y, por  consiguiente,  suprema  norma  de  fe  y
conducta.

En 2 Ti. 3:16, se da a entender no sólo que los escritores fueron controlados o guiados, sino que, de alguna
manera, Dios infundía a sus escritos una cualidad especial, de la que se derivaba la autoridad y la finalidad
de  la Escritura  (“útil para enseñar, para convencer, para  corregir”, etc.). No menos significativo  es  el
texto de 2 P. 1: 20-21, en el que categóricamente  se señala  la  función profética del A.T. en  relación de
subordinación  a  la acción del Espíritu  Santo. De modo  tan  correcto  como  expresivo  traduce  la Nueva
Biblia  Inglesa el  versículo 21:  “Porque  no  fue  por  antojo humano  que  los  hombres  de  antaño
profetizaron;  hombres  eran, pero,  impelidos  por  el  Espíritu Santo, hablaron  las  palabras  Dios.”
“Impelidos” o  “movidos”  son  términos  usados  para  traducir  el  original  ferómenoi,  es decir,  “llevados”,
como lo es un barco de vela impulsado por el viento.

La acción divina sobre los escritores sagrados no debe entenderse en todos los casos como un fenómeno
de manifestaciones síquicas  extraordinarias,  tales  como  la  visón,  el  trance,  el  sueño,  audición de  voces
sobrenaturales, estados de éxtasis en los que el hombre es mentalmente transportado más allá de sí mismo.
Podía consistir  simplemente en  la  influencia  sobre el  pensamiento o  en  la  guía  divina  que  dirigiera  la
investigación  y  la  reflexión del  escritor (ver  Lc.  1:1-3).  Tampoco debe  interpretarse  la  inspiración  en
sentido mecánico, como si Dios hubiese dictado palabra por palabra cada uno de los libros de la Biblia.

La inspiración no anula ni la personalidad, ni la formación, ni el estilo de los escritores sagrados, sino que
usa tales elementos como ropaje del contenido de la revelación. Los hagiógrafos pueden ser considerados
como órganos humanos que Dios usa para producir la Escritura.

5
Ibid., 45, 46.
6
Ibid., 46-48.
7
Ibid., 48-52.
4
5. CANON

«El canon de las Escrituras» o  «los 66 libros del canon» no designan meramente una lista de libros, sino
que la canonicidad de la Biblia es la cualidad o carácter de las Escrituras por la cual son nuestra regla de fe
y vida, puesto que son la Palabra infalible de Dios. Por lo tanto, canonicidad es equivalente a autoridad, la
divina autoridad  de  las  Escrituras.  Canonicidad no  es sinónimo de  inspiración,  pero  ambas  áreas son
precisamente  coextensivas. Aquellos  libros que  son  inspirados son  canónicos  y  aquellos  libros  que  son
canónicos son libros inspirados.

La canonicidad no es idéntica al reconocimiento por la iglesia. Los libros de la Biblia fueron canónicos, en
el verdadero sentido de la palabra, cuando fueron escritos, es decir, fueron la regla de Dios para nuestra fe
y vida. Estos  libros  fueron  reconocidos  como  canónicos  en  el momento de  ser  escritos  por  la  porción
particular de la iglesia de Dios a la cual fueron escritos. El reconocimiento por la iglesia en conjunto, en
algunos casos, requería tiempo. En general los varios libros de la Biblia fueron reconocidos por el pueblo
de Dios como la Palabra de Dios al ser leídos y estudiados.

Testimonio de los autores del A.T. acerca del canon: Jos. 8:30-35; Is. 8:19-20; Jer. 26:17-19 con Mi. 3:12;
Jer. 25:11-12; 29:10  con Dn. 9:1-3. Testimonio de los autores del N.T. acerca del canon: 2 P. 3:15; Jud.
17-18 con 2 P. 3:2-3; 1 Ti. 4:1 y 2 Ti. 4:3-4; 1 Ti. 5:18 con Dt. 25:4 y Lc. 10:7.

6. INTERPRETACIÓN

La hermenéutica es el estudio de los principios de interpretación. La exégesis consiste en la interpretación
real de la Biblia, el sacar su sentido, mientras que la hermenéutica establece los principios por los cuales
se efectúa la exégesis.
8

El  propósito  de  la  interpretación  bíblica  es  dejar  claro  el  sentido  y mensaje  de  la  revelación de Dios.
¿Cómo  interpretamos  la Biblia? Debemos comenzar por reconocer  lo que G. Campbell Morgan  llamó el
«principio contextual». Debe considerarse la Biblia dentro de su propio contexto de idioma, tiempo, lugar
y  situación. Cada parte de ella debe analizarse a  la  luz de  las demás partes. Es absolutamente necesario
considerar cada  libro de  la Biblia y hasta cada capítulo y pasaje, a la  luz de  la Biblia entera. A veces se
expresa de este modo: El mejor intérprete de la Biblia es la Biblia misma. He aquí un ejemplo exagerado:
La Biblia  dice,  «No hay Dios»  (Salmo 14.1). Así  dice  al  pie  de  la  letra.  Pero  proclamar  que  la Biblia
enseña el ateísmo sería de lo más irresponsable y falto de honradez.

El  gran  Iluminador  es  el  Espíritu  Santo,  según  Jn. 14:26.  Es  quien nos  ayuda a  interpretar  la  Biblia.
Tenemos  que emplear  también  el  principio  contextual,  incluyendo  la  historia  y  la experiencia,  pues,  el
Espíritu Santo se vale de esos «recursos» para hacernos conocer la Biblia.

Como  creyentes  evangélicos  tenemos  que apropiarnos  de  las  verdades  contenidas  en  la  Biblia.  De  lo
contrario no  sirve  para  nada  tenerla,  y mucho menos saber  que es  la  revelación de Dios,  inspirada  e
infalible. El reto es hacerlo bien y cada día. No solo la Iglesia Católica Romana tiene tradición, nosotros
los evangélicos también. Ésto no es malo, si reconocemos que la autoridad final está en la Biblia y no en
la tradición, y esta debe ser evaluada constantemente con lo que la Biblia enseña.  Como  intérpretes nos
acercamos al  texto bíblico con presuposiciones  (experiencia personal, sistema doctrinal, historia; eso es,
tradición).  Por  lo  cual todas  estas  presuposiciones  deben  ser  evaluadas  constantemente a  la  luz  de  las
Escrituras, estableciendo un ciclo en espiral ascendente.

EXHORTACIÓN

Demos gracias a Dios por la oportunidad de tener la Biblia en nuestro idioma.

8
Charles Ryrie, Teología básica (Miami: Editorial Unilit, 1993): 124.   5
Que no pase un día sin que no nos alimentemos de ella.

El estudio de Biblia con la guía del Espíritu Santo debe ser una meta primordial en nuestras vidas.
Esto no es exclusivo de los académicos, sino de cada creyente.

Compartamos con otros sus bendiciones, promesas y amonestacione

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