OSO
Bonnie Walter
Oso era un perrito marrn peludo a quien Cristina amaba de todo corazn. l no se importaba que ella no viese bien y que algunas veces no consegua localizarlo con uno de sus ojos. Menos an se importaba que ella usase aparato de ortodoncia porque sus dientes no eran alineados.
Los nios de la villa alemana donde Cristina viva algunas veces se burlaban de ella y le colocaban apodos. Aun cuando era una nia muy bonita, ella se senta fea. Algunas veces enterraba su rostro en el grueso pelo de Oso y lloraba. Entonces l tambin aullaba bajito.
La mam y el pap no estaban muy felices con Oso. l actuaba por instinto y muchas veces asustaba a las personas. Quien sea que llegase para visitar a la mam, cuando Oso estaba en el patio del frente de la casa, era recibido con ladridos.
El pap de Cristina era un sastre muy bien conceptuado y trabajaba en el ltimo piso de la casa. Algunas veces cuando los clientes venan para encomendar un terno, Oso los asustaba tanto que ellos disparaban hacia el automvil sin tocar el timbre.
Cierto da el pap dijo:
— Cristina, debes mantener a Oso fuera del camino. l est perjudicando mi trabajo.
Cuando el pap dijo Cristinacon aquel tono de voz, ella saba que estaba hablando serio.
— S, pap respondi ella, voy a cuidar de l.
Una tarde calurosa de verano Ana, Brigite y Andr llamaron a Cristina para ir a nadar en el ro Mosel, que quedaba cerca de la casa de ellos.
— Tenga cuidado aconsej la mam.- El ro es peligroso.
— Est bien, mam respondi, corriendo con los amigos. Oso sigui lentamente atrs de ellos.
El nivel del ro estaba encima de lo normal, pero ignorando el peligro, pronto los cuatro nios jugaban en sus mrgenes. El agua estaba fra y agradable.
– Andr, mira como s nadar Cristina grito mientras se sumerga. Pero fue cuando ella sinti una extraa sensacin. Estaba siendo llevada por la corriente. Al principio pens que conseguira nadar hasta el margen, pero no consigui.
– Socorro! Socorro! grit.
Si pudiese llegar hasta el ancladero, tal vez consiga agarrarme a una de las estacas, pens Cristina. Sbitamente, Oso dio un salto de la rampa y zambull en la direccin de ella.
Felizmente la corriente la estaba llevando en direccin de la rampa, pero ella estaba muy cansada. Mientras tanto Oso nadaba lo ms rpido que poda para alcanzarla. Cristina se aferr a l y qued as por mucho tiempo hasta conseguir tomar aliento, entonces juntos lucharon para llegar hasta una estaca.
Brigite corri para llamar al padre de Cristina, mientras Andr y Ana corran por la margen del ro hasta alcanzarla. Despus que Cristina se agarr a la estaca ellos llegaron.
— Tmate de mis piernas grit Andr a Ana Tratar de alcanzarte l se estir hasta alcanzar el pulso de Cristina y la sac del agua. En ese instante una fuerte corriente llev a Oso.
— Nada, Oso, nada! — Cristina lloraba y gritaba mientras l desapareca.
En aquella noche, descansando en su cama, ella cont a su pap y a su mam como Oso haba intentado bravamente ayudarla. Pobre Oso! Estuvo dispuesto a dar su vida por Cristina. El pap dijo que Oso se pareca un poco con Jess, que dio su vida por todas las personas del mundo.
Tarde de noche, el pap sali para averiguar si la puerta de la bodega estaba cerrada y si el ro no ir a transbordar. Sbitamente escuch algunos lamentos. Era Oso! Estaba vivo! De alguna forma consigui volver a casa despus de haber luchado por su vida en las turbulentas aguas.
Hoy las personas no nadan ms en el ro Mosel porque est contaminado. Pero muchas veces Cristina camina a lo largo de sus mrgenes con su esposo Marcos y su hijito, y se acuerda del da cuando Oso le salv la vida.
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