En las manos de Dios.
No presentaba rasgos de ansiedad ni nerviosismo al despegar el avión. El vuelo no fue muy bueno, hubo tormenta y mucha turbulencia.
De momento una sacudida fuerte, y todos estaban muy nerviosos, pero el niño mantuvo su calma y serenidad en todo momento.
¿Cómo lo hacía?,
¿Por qué su calma?
Hasta que una mujer frenética le preguntó:
– No señora”, contestó el niño y mirando su libro de pintar le dice: “Mi papá es el piloto”
¿Sorprendido/a?
Hay tiempos en nuestra vida que los sucesos nos sacuden un poco y nos encontramos en turbulencia. No vemos terreno sólido y nuestros pies no pisan lugar seguro. No tenemos de dónde agarrarnos, y no nos sentimos seguros.
Pero recordemos que nuestro amadísimo Padre Celestial es nuestro piloto.
A pesar de las circunstancias, nuestras vidas están puestas en el creador del cielo y la tierra.
Y la próxima vez que llegue una tormenta a tu vida o si en este momento estás pasando por una, alza tu mirada al cielo, siéntete confiado y di para ti mismo: Mi Dios es el Piloto.
Bueno es Dios para fortaleza en el día de la angustia; y conoce á los que en él confían. Nahum 1:7
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