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“No somos un ministerio grande, pero sí somos un gran ministerio”

El nio y el plan de salvacin

Por qu hay nios que responden reiteradas veces a la invitacin de aceptar a Cristo como Salvador?

En una ocasin estaba con un grupo de maestros en una conferencia de educacin cristiana. Mientras almorzbamos, una maestra me hizo una pregunta.

 

Hay algo que no entiendo dijo ella. En mi iglesia hay varios nios que responden cada vez que alguien hace una invitacin para aceptar a Cristo como Salvador. No importa si es en un culto en la iglesia o en una clase de la escuela dominical o en un campamento, siempre responden. No s cuntas veces se han convertido. Por qu pasa esto con algunos?

 

Los dems maestros se unieron para expresar la misma inquietud y comenzamos a compartir opiniones al respecto. Fue evidente que era una preocupacin entre todos ellos, y cuando pregunt sobre sus clases, la mayora dijeron ser maestros de nios de edad escolar. Considero que las inquietudes expresadas por ese grupo de maestros son muy vlidas. Creo que es importante que entendamos algo ms a fondo sobre la manera en la cual el nio responde a esta decisin tan fundamental para su vida. Nuestra tendencia es de creer que el nio responde al plan de salvacin de la misma manera que lo hace un adulto. Pero, en realidad, lo puede hacer solamente en su contexto de nio. Esta circunstancia hace que haya diversos factores que pueden ejercer una influencia sobre su manera de responder a la invitacin de aceptar a Cristo como Salvador.

 

Trasfondo religioso

Un factor importante que debemos tener en cuenta es el trasfondo religioso que tiene el nio. l puede venir de una tradicin religiosa catlico romana, en donde se utilizan trminos similares a los que se usan en las iglesias evanglicas en cuanto a tener fe en Cristo, pero en donde nunca escuch hablar de la salvacin en trminos de una relacin personal con el Seor. En este caso, sus primeras respuestas pueden representar un mero reconocimiento de algo que ya ha escuchando antes, aunque de otra forma. Por otro lado, puede haber nios que vienen de un trasfondo en donde no hubo ninguna influencia religiosa y en donde absolutamente todo lo que escucha es nuevo. En ese caso, su respuesta puede ser nada ms de que una indicacin de que l quiere seguir aprendiendo estas cosas interesantes en este ambiente tan acogedor, con estas personas que son tan amables con l.

 

Las diferencias en la presentacin del plan de salvacin

Otro factor que puede estar en juego en la respuesta de los nios es la diferencia en las maneras en que se les presenta el plan de salvacin. La mayora de los conceptos relacionados con este tema son simblicos, y la forma de presentrselos al nio tambin es simblica. Por ejemplo, muchas veces se utiliza para ello los colores del Libro sin Palabras. Quiz esta presentacin ha sido la nica que el nio haya escuchado hasta ahora. Pero en otra ocasin escucha otra presentacin utilizando otros smbolos: por ejemplo, se le muestra el dibujo de un corazn con una puerta que se abre y se le dice que esto simboliza la entrada de Cristo en el corazn. En la forma tan literal de pensar del nio, es fcil entender cmo l puede creer que se le est pidiendo dos decisiones diferentes. Como no entiende muy bien el simbolismo en ninguno de estos dos casos, por las dudas, l responde a la invitacin en ambos.

 

Diversas motivaciones

El nio siempre va a reflejar en algn aspecto las influencias que tiene a su alrededor, y esta caracterstica es parte de su forma de responder a la invitacin de aceptar a Cristo como Salvador. Quiz la primera vez que levant su mano era porque casi todos los otros nios que tambin lo hicieron eran sus amigos. No quera mostrarse diferente. Otra motivacin puede estar relacionada con su amistad con el maestro. El nio est condicionado a obedecer a los adultos en todas las situaciones. En el caso de una clase o encuentro de nios, en donde el maestro es una persona simptica que le ha brindado una atencin especial, es muy natural que responda positivamente a lo que esta persona le pida. Para l es inconcebible no levantar su mano, porque quiere agradar al maestro. Tambin puede haber otras motivaciones. Una mujer me coment cmo de nia ella siempre responda a la invitacin para recibir a Cristo. Me cont que en la escuela dominical a la que asista siempre servan una merienda a los nios, y ella no quera perderse el refresco.

 

Conductas aprendidas

Algunos nios han participado desde pequeos en los cultos de su iglesia, en donde la invitacin de aceptar a Cristo es una entre muchas otras. Es decir, la costumbre en su iglesia es de hacer invitaciones continuamente para responder a diversos llamados. Puede haber visto cmo la gente responde a llamados para la sanidad, para la llenura del Espíritu Santo o para la entrega de la vida para servir al Seor en las misiones. l reconoce que responder a una invitacin es una conducta aprobada, y, entonces, por esa razn tambin lo hace. Probablemente no tiene en claro por qu est respondiendo, pero igualmente levanta la mano o pasa adelante.

 

Una vida espiritual en desarrollo

Tambin es importante reconocer que el nio es un ser en desarrollo. Esto implica procesos de crecimiento y maduracin en todas las reas de su vida, pero es en sus capacidades cognoscitivas y emocionales que notamos mucha relacin con su formacin espiritual. Nosotros, quienes trabajamos en la educacin cristiana de la niez, a veces tratamos de limitar las caractersticas de curiosidad, exploracin y descubrimiento, que son innatas y naturales en los nios. Muchas veces ignoramos su respuesta emocional frente a lo que est aprendiendo. Nos toma por sorpresa su entusiasmo y alegra, como tambin su desagrado, su temor y su tristeza ante los conocimientos nuevos que va adquiriendo.

El desarrollo continuo en sus habilidades produce a la vez transformaciones constantes en su comprensin de las cosas. Estas transformaciones se evidencian por su respuesta emocional a lo que est entendiendo. Por ejemplo, quiz en la poca de Pascua un nio escucha una presentacin muy conmovedora sobre la muerte de Cristo. l llega a entender que la muerte de Cristo fue por l. Cuando se le hace la invitacin, l responde de todo corazn impulsado por la gratitud que siente frente al sacrificio de Jess en la cruz. En ese momento, es probable que no tenga una percepcin clara del alcance del pecado ni en qu consiste el arrepentimiento. l est respondiendo emocionalmente, pero en forma absolutamente genuina y espontnea, a lo que ha entendido sobre lo que Jess hizo por l. Yo creo que esa decisin genuina, por ms que le falten otros entendimientos fundamentales, es mirada con agrado por el Seor y forma parte de la singular tarea de echar las bases para una vida espiritual en formacin. A lo mejor, unos meses o aos despus, el nio habr de recibir una enseanza ms clara sobre la realidad del pecado en su vida y la necesidad del arrepentimiento como parte del proceso de ser un verdadero hijo de Dios. Esta vez ha de responder a una invitacin con otra perspectiva, sintiendo la conviccin de pecado que trae el Espíritu Santo. Podemos imaginar el dao a la vida espiritual del nio si el maestro lo reta o lo menosprecia por su actitud, porque ya hizo su decisin y no hace falta hacerla de nuevo. El maestro est perdiendo una maravillosa oportunidad para profundizar esas bases espirituales y lograr que el nio afirme su vida con Dios sobre fundamentos ms firmes. Es ms, creo que el maestro corre el riesgo de hacer tropezar a uno de estos pequeos, una actitud que el Seor conden severamente.

Adems, en la vida del nio, el rea de la conviccin de pecado puede influir mucho sobre su seguridad en cuanto a la salvacin. Cuando el nio fracasa haciendo algo deliberado en contra de lo que sabe es lo correcto, le invade una profunda sensacin de culpa y vergenza. Para el nio, esa sensacin parece indicar que ha dejado de ser una persona adecuada, que ya no sirve. En muchas ocasiones, el reproche de un adulto ante lo que hizo slo intensifica esta sensacin. En tanto, el nio no puede menos que creer que Dios tambin lo repudia. Cuando se le presenta otra invitacin para aceptar a Cristo, esto representa para l la esperanza de sentirse diferente. Esto ocurre aun cuando se le haya enseado sobre la importancia de la confesin de los pecados y el perdn que hay en el Seor. La forma de pensar de nio le hace ver las cosas siempre en blanco y negro. Desde su punto de vista, un pecado tiende a cancelar todo lo anterior y hay que comenzar de nuevo. El maestro debe ser sumamente sensible a estas reacciones de los nios.

Qu puede hacer el maestro para impulsar la seguridad de la salvacin en el nio?

Al responder a esta pregunta, debo decir que creo firmemente que la cosa ms importante que puede hacer el maestro es conocer a fondo a cada uno de los nios que tiene a su cargo. Esto incluye el hecho de conocer a los miembros de su ncleo familiar, las experiencias previas que haya tenido en otras iglesias y, especialmente, la historia de la familia en cuanto a sus crisis y tragedias. Todos estos elementos forman parte de la historia del nio. El nio ha estado en un desarrollo espiritual desde que naci, no importa si asista o no a una iglesia. Todas sus vivencias contribuyen al bagaje de vida que trae a su encuentro con Cristo y su comprensin del plan de salvacin. El maestro debe entender que la singularidad de cada vida hace que no haya un molde nico en el obrar de Dios. Esto debe impulsar al maestro a estar orando constantemente por los nios a su cargo, pidiendo tambin que el Seor le d iluminacin y discernimiento para poder responder a sus preguntas y dudas. Adems de orar, es importante que el maestro mantenga un dilogo abierto con cada uno de sus alumnos para que, cuando surge un interrogante de ndole espiritual, el maestro pueda responder con total naturalidad.

El aspecto prctico que contribuye a esto tiene que ver ms que nada con las oportunidades que se le dan al nio para hacer preguntas y expresar sus dudas. Por ejemplo, en el momento de conversar con el nio despus de haber respondido a una invitacin para aceptar a Cristo, el maestro puede preguntar, con mucho respeto:

 

Es sta la primera vez que tomas esta decisin?

 

Si el nio responde que s, el maestro puede preguntarle si hay algo que no ha entendido bien y luego seguir la conversacin respondiendo las preguntas que pueda tener. Si responde que no, el maestro puede decir:

 

Para ayudarte mejor, me gustara que me cuentes de las otras veces que hiciste esto.

 

O puede preguntar: Qu le dijiste al Seor las otras veces?, o preguntas semejantes a sta.

Creo que es importante no insistir en que el nio haga un anlisis detallado de sus decisiones previas. Ms bien, se le debe asegurar que Dios est sumamente gozoso de que haya querido acercarse a l respondiendo a la invitacin. Antes de concluir la conversacin, el maestro puede preguntar si el nio ha entendido algo nuevo esta vez, esperar su respuesta y luego orar con l pidindole al Seor que lo ayude a entender que su salvacin es para siempre.

Lo ms importante de todo esto es que el maestro mantenga abiertas las vas de comunicacin con el nio, para que siempre sienta la libertad de preguntarle al maestro sobre sus inquietudes espirituales.

 

La obra del Espíritu Santo

Al final de cuentas, es el Espíritu Santo el que hace la obra de regeneracin en una vida y el que da la seguridad de la salvacin. Romanos 8.16 dice: El Espíritu mismo le asegura a nuestro espritu que somos hijos de Dios (NVI). Esta verdad nos trae gran esperanza mientras hacemos la obra de evangelizacin de la niez. La obra de regeneracin tambin depende de nuestra propia sensibilidad en cuanto a la obra del Espíritu Santo en la vida del nio. Esto hace que hagamos un esfuerzo constante de aclarar las enseanzas de la Palabra de Dios y, as, permitir que el Espíritu pueda sellar la obra redentora en esa pequea vida con una seguridad absoluta y eterna. Recordemos, sin embargo, que esta obra se ha de realizar de manera diferente en cada nio.

Por qu hay nios que dicen que no han pecado?

Hace tiempo, en una clase de nios escolares, yo estaba tratando de aclarar con ellos el concepto del pecado. Les habl de varias conductas que comnmente se clasifican como pecado: mentir, robar, decir malas palabras, desobedecer a los padres y hacerle dao a otra persona. Al final pregunt:

Cuntos de ustedes han hecho alguna vez una de estas cosas?

Dos o tres nios levantaron la mano, pero rpidamente la bajaron cuando vieron que no representaban un consenso general entre los otros miembros de la clase. Creyendo que no me haban entendido bien, intent de varias maneras convencerlos de que el pecado es parte de la naturaleza de todo ser humano, pero no tuve mucho xito. Me sent frustrada. Me preguntaba cmo se les podra hablar de la salvacin si no reconocan su pecado. Como conoca bastante bien a esos nios, fui tentada a recordarles puntualmente algunas trasgresiones que haban cometido y que yo saba. Afortunadamente, me fren de hacerlo.

Despus de aquella clase me qued pensando. Cmo puede ser que una doctrina tan fundamental sea tan difcil de transmitir a los nios? Recordaba otras clases en donde todos los nios, sin excepcin, haban reconocido que s haban cometido alguno de los pecados que yo nombraba. Pero me acord que en esas ocasiones tampoco me haba sentido satisfecha con sus respuestas. Me pareca que si haca nfasis slo en algunas conductas de las cuales un nio puede ser culpable, estaba minimizando la excelsa obra de Cristo en la cruz para lograr el perdn de los pecados de toda persona. Adems, no entenda por qu era difcil para algunos de estos nios admitir su culpabilidad. Desde entonces, he llegado a una comprensin distinta del problema. Aqu presento varias razones de por qu hay nios que dicen que no han pecado.

 

El deseo natural de quedar bien ante los dems

En todos los casos hay varios factores que ejercen cierta influencia sobre esta realidad. En la clase que present al principio, por ejemplo, varios de los nios eran de una misma familia. Adems, todos los miembros de la clase se conocan muy bien entre s. De modo que exista cierta presin sicolgica para no mostrarse menos bueno al admitir culpabilidad en relacin con mi lista de pecados especficos. De la misma manera, un nio que es nuevo en la clase puede sentirse acobardado al tener que admitir sus fallas ante un grupo que conoce poco. Actualmente entiendo que es mejor no hacer una pregunta tan directa. Yo podra haber logrado ms declarando, sin titubear, que todos somos culpables de todos estos pecados y de muchos otros tambin. Ni los adultos encuentran cmodo el hecho de tener que responder a una pregunta tan directa y amenazante como es la de admitir abiertamente sus pecados delante de otros. Por tanto, no debe sorprendernos que los nios reaccionen negando sus pecados tambin.

 

La negacin de ciertos recuerdos

Muchos nios viven el presente sin dedicar tiempo para recordar los eventos del pasado. Por lo general, recuerdan los hechos importantes ocurridos en momentos de crisis, o recuerdan de acuerdo con su propia perspectiva. Es obvio que no han de hacer mucho esfuerzo para recordar y admitir algo que les causa vergenza, como, por ejemplo, una mentira o un acto especfico de desobediencia. Si agregamos a esto el hecho de que el nio puede haber recibido algn castigo por lo que hizo, nos daremos cuenta de que prefiere mantener silencio sobre el asunto. En este contexto, podemos decir que el nio est diciendo la verdad, o por lo menossu verdad, cuando afirma que no recuerda haber cometido un pecado como los que han sido nombrados por el maestro.

 

Explicaciones mal interpretadas

Siempre existe la posibilidad de que el nio interprete errneamente los conceptos que el maestro est tratando de ensear. Esto se debe a que el vocabulario y las expresiones que utilizamos cuando les estamos transmitiendo conceptos espirituales pueden ser causa de confusin. En una ocasin, un nio hizo una declaracin muy enftica cuando la familia estaba cenando. Dijo: A Diosno le gusta el pescado!. Sorprendida, la madre se puso a indagar un poco sobre el asunto y descubri que el nio haba entendido mal la palabra pecado, trmino desconocido para l y que, por ende, haba sustituido con una palabra que sonaba igual a sus odos, pescado. Tambin es cierto que a veces las ayudas visuales que utilizamos crean confusin. Una nia qued muy perturbada por un dibujo acerca del pecado que mostraba un corazn con puertas que se abran para mostrar adentro varios monstruos, cada uno de los cuales representaba un pecado diferente que cometan los nios.

Yo no tengo esos monstruos en mi corazn!, le grit a la maestra.

 

La esencia del pecado

Es imposible elaborar una explicacin adecuada del pecado para todas las edades y condiciones de los nios. Sin embargo, hay algunas cosas que podemos ensear para que el nio tenga oportunidad de reconocer su condicin de pecador delante de Dios y luego pueda entender su necesidad de la salvacin que hay en Cristo. Ms correcto es hacer nfasis en lavida interior del nio, esa parte de nosotros en donde uno piensa y siente las cosas. Se le puede explicar al nio que lavida interior es diferente de lavida exterior, porque solamente Dios y l saben lo que est pensando y sintiendo en su vida interior (Salmo 44.21; 1 Crnicas 28.9). Esta parte interior de las personas es lo que la Biblia llama el corazn. En cambio, la vida exterior es vista por todos. Se pueden sacar fotos de la parte exterior, porque es lo que se ve. Es a travs de la parte exterior que se pueden observar diferentes conductas, como la risa, el llanto, o actividades como correr y dormir. Se debe explicar que el pecado comienza en la vida interior, en donde pensamos y sentimos los elementos que luego se expresan por las conductas. A Dios le importa muchsimo ms lo que pasa en nuestra vida interior que lo que se ve en la vida exterior (1 Samuel 16.7; Salmo 19.14). En el proceso de formacin espiritual del nio, es esencial que l tenga muchas oportunidades de trabajar con este concepto de la vida interior, para que tenga una idea ms correcta de lo que la Biblia ensea en cuanto al corazn.

Creo que es fundamental que el nio comprenda que la esencia del pecado no radica tanto en las conductas que se observan, sino en el deseo de hacer lo quenosotros queremos hacer, sin importarnos lo que Dios quiere. sta es la actitud bsica que incentiv el pecado que Adn y Eva cometieron contra Dios en el Edn. Prefirieron hacer su voluntad y no la voluntad de Dios. El nio puede entender esto, porque no es un concepto complicado. Para ilustrarlo, se le puede formular ejemplos de casos en donde nios enfrentan el dilema entre hacer lo correcto y lo incorrecto, y en donde tienen la oportunidad de elegir la mejor conducta. Esto le confirma el hecho de que todos tenemos algo que Dios puso en el ser humano desde el principio, que se llama la conciencia, que nos da la posibilidad de distinguir entre lo que nosotros queremos y lo que Dios quiere. Tambin es importante que el nio comprenda que vivir de acuerdo con la voluntad de Dios es la mejor manera de vivir, y por eso es que Dios desea que vivamos as. El nio puede entender que la gente, tanto los adultos como los nios, sin excepcin, preferimos vivir de acuerdo con lo que nosotros queremos y no con lo que Dios quiere (Romanos 7.15-20). Es por eso que todos somos pecadores, es decir, somos personas que cometemos pecado (Romanos 3.23; Jeremas 17.9). Solamente la muerte de Cristo en la cruz pudo lograr una solucin para esto, porque l nunca pec. Siempre hizo todo lo que Dios quera (Juan 6.38).

Si se establece esta base con los nios, como algo fundamental para la presentacin del plan de salvacin, no habr tanta posibilidad para ellos de sentirse libres de la culpa de haber cometido pecado. Muchos de ellos ya reconocen la lucha entre hacer el bien y hacer el mal, sin reconocer, quiz, que es ah mismo en donde radica la esencia del pecado.

 

Unidos en la necesidad de la salvacin

Un aspecto importante de esta forma de explicar el pecado es que guarda al maestro de hablar del problema del pecado de los nios de una manera condescendiente, como algo que l hace rato dej de hacer. Muchas veces, cuando estamos hablando de sus debilidades, proyectamos esta imagen sin darnos cuenta. Nos hace bien recordar que Jess seal la capacidad espiritual del nio como el mejor ejemplo para nosotros, los adultos, cuando dijo: Les aseguro que el que no reciba el reino de Dios como un nio, de ninguna manera entrar en l (Marcos 10.15). Es decir, cuando se trata de llegar a Dios buscando el perdn de nuestros pecados, estamos todos, adultos y nios, sobre un mismo nivel. Todos necesitamos de la misma misericordia para llegar a disfrutar de la gracia de Dios en Cristo Jess.

Hay alguna manera de evitar el uso de smbolos en la evangelizacin de los nios?

Un nio de cinco aos de edad haba respondido a la invitacin evangelstica que le hizo la maestra de recibir a Cristo en su corazn. El nio or pidiendo que Jess viniera a vivir en su corazn. Tiempo despus le hizo una pregunta a su madre.

-Mam -exclam el nio-, si yo corro muy rpido y me paro de golpe, Jess se cae?

Sorprendida, la madre se ri por encontrar sumamente graciosa la pregunta, aunque luego se sinti molesta al no encontrar ninguna respuesta para el interrogante de su hijo.

Este incidente ejemplifica uno de los aspectos ms complejos y amenazantes de la evangelizacin de los nios. Al decir que ste es un tema complejo, me estoy refiriendo al hbito que los adultos tenemos de utilizar un lenguaje simblico cuando queremos explicar el plan de salvacin a los nios. Al indicar que es un tema amenazante, me refiero al hecho de que la mayora de nosotros est tan acostumbrada a utilizar este vocabulario simblico que no sabe qu otro usar. Est comprobado por diversas investigaciones relacionadas con el mundo educativo que el nio, hasta cumplir diez u once aos de edad, piensa en forma literal y concreta. As, el nio escucha las explicaciones simblicas y figurativas de los adultos y hace un esfuerzo para entenderlas dentro de las limitaciones que representa su desarrollo cognoscitivo. Es decir, durante este perodo de su crecimiento, l entiende las palabras por las experiencias que ha tenido en cuanto al uso de esas palabras. An no puede hacer en su mente la transferencia de un significado por otro.

Un smbolo es el uso de algo conocido para representar otra cosa desconocida, y, por ms esfuerzo que hagamos para ilustrarlo en formas concretas, el niono lo va a entender. Por ejemplo, si utilizamos la palabra corazn, l va a pensar en el rgano que late en su pecho. Si decimos que Jess viene a vivir all, el nio piensa que Jess debe hacerse chiquito para poder hacerlo, y debe estar parado fsicamente dentro de ese rgano. Lo queno entiende es que la palabra corazn se refiere simblicamente a la naturaleza espiritual de la persona, en donde radican sus pensamientos y sus emociones. Volviendo al nio que mencion al comienzo, es lgico que l entienda que Jess es algo as como un mueco que ha venido a vivir como por magia dentro de ese rgano que bombea sangre en su cuerpo. Es por eso que afirmo que su pregunta no debe ser un motivo de risa, sino de examinar y mejorar el lenguaje que utilizamos para transmitir los conceptos espirituales.

 

Algunos smbolos problemticos

Dentro de los conceptos problemticos que transmitimos por figuras simblicas, quiero referirme a tres: la sangre de Cristo nos limpia de todo pecado, pedir que Cristo venga a vivir en tu corazn y recibir el regalo de la salvacin. Cada una de estas expresiones es simblica y, por lo tanto, difcil para que el nio la comprenda. Qu se debe decir, entonces? O ser que los nios no estn capacitados para entender el plan de salvacin? De ninguna manera. A travs de los siglos, los nios han llegado a Cristo de muchsimos modos. Ellos se han aferrado de lo poco que pudieron entender y el Espíritu Santo ha hecho su obra y en su gracia los ha sellado para ser hijos de Dios. El Seor llegar a los nios por cualquiera de las formas que pueda utilizar. Sin embargo, si tomamos en serio el llamado que el Seor nos hace de guiar a los nios a tomar una decisin concreta para la salvacin, nos corresponde a nosotros, los maestros, esforzarnos por encontrar las mejores maneras de hacerlo. Segn la Palabra de Dios es algo muy serio hacer tropezar a uno de estos pequeos en su camino hacia Dios (Marcos 9.42).

 

La sangre que limpia

El smbolo fundamental que se encuentra en la Biblia para explicar la obra de Cristo en la cruz es la palabra sangre. Dios lo ofreci como un sacrificio de expiacin que se recibe por la fe en su sangre, para as demostrar su justicia (Romanos 3.25). El nio entiende lo que es la sangre porque en diferentes ocasiones la ha visto, cuando, por ejemplo, ha sufrido alguna cortadura u otra herida, y ha visto que la sangre corre y crea manchas en la ropa. l sabe que la sangre no sirve para limpiar algo. Entonces se le produce una confusin cuando escucha la frase que dice que la sangre de Cristo nos limpia de pecado (y la sangre de su Hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado 1 Juan 1.7). Parte del problema en esto es que suponemos que las palabras bblicas deben ser las ms adecuadas para explicar el plan de salvacin. Pero si estas palabras confunden a los nios, debemos buscar otros trminos que sean ms claros y ms acordes con sus capacidades cognoscitivas. Despus de todo, nuestra meta es ayudarlos a entender la verdad de Dios, y no causarles confusin en cuanto a esa verdad tan trascendental.

Sugiero que si sustituimos la palabra muerte por la palabra sangre, tenemos la posibilidad de aclarar el concepto. Podemos decir: Jess muri para que Dios pudiera perdonar nuestros pecados. Por cierto, esto no cubre todos los aspectos teolgicos del proceso de la regeneracin, pero s expresa un concepto ms sencillo que el nio puede comprender. Me gusta cmo la Versin en Lenguaje Sencillo (Sociedades Bblicas Unidas 2000) expresa Colosenses 1.14: quin por su muerte nos salv y perdon nuestros pecados. La palabra muerte evita el uso del smbolo problemtico la sangre, pero deja en claro para los nios la importancia de la muerte de Cristo.

Dentro del contexto de esta expresin la muerte de Cristo, se puede aclarar el significado de la palabra perdn, con relacin a nuestros pecados. Podemos explicarles a los nios que Dios es perfecto, que no puede tener ningn pecado y que para que nosotros seamos sus hijos fue necesario que su hijo Jess muriera. Jess muri para pagar el castigo del pecado que todos merecamos. Lo pudo hacer porque l vivi en la tierra como un hombre, pero nunca hizo nada que no fuera lo que Dios quera. Nunca pec. As es que, cuando muri sobre la cruz, hizo posible que Dios nos perdonara todos nuestros pecados.

Tambin conviene evitar el uso de la frase Dios mand a su hijo Jess para morir por nosotros (o por ti). A veces, estn presentes nios que han sufrido maltrato y abuso por parte de personas adultas. Para ellos esta frase suena diferente y hasta cruel. Es mejor decir: Jess, el Hijo de Dios, vino al mundo para morir por nuestros pecados. Esta frase aclara los puntos esenciales, sin dejar lugar para que el nio tenga interrogantes sobre la bondad de Dios.

 

Aceptar a Cristo en el corazn

Cmo podemos explicar esta decisin a un nio, sin entrar en este simbolismo confuso? Nunca es fcil transformar un concepto tan abstracto en algo concreto y sencillo. Sin embargo, creo que es de suma importancia encontrar una explicacin que sea ms adecuada que esta frase tan utilizada en la evangelizacin de nios. En primer lugar, ayuda mucho al nio hacer la distincin entre la vida interior y la vida exterior. Es fcil programar pequeas actividades de aprendizaje con este concepto. Algunas pueden basarse sobre el uso de una serie de caritas que representan emociones. Los nios adquieren rpidamente la habilidad de identificar lo que estn sintiendo en diferentes ocasiones, si el maestro utiliza esta ayuda.

Adems, se puede realizar un dilogo con un ttere o un cuento de la vida real, para ayudar a los nios a tomar conciencia de la idea de que todos tenemos una vida interior. Se puede armar un cuento en el cual el personaje se comporta de diferentes maneras: comiendo, hablando, estudiando, haciendo deportes u otras actividades fciles de observar. A la vez, se cuenta lo que el personaje est pensando, de sus reacciones emocionales a diferentes elementos y de las actitudes que se forman en l; todos elementos que no se pueden observar y que pueden conocerse nicamente si l los expresa. Los nios que escuchan el cuento deben analizar las dos partes de la vida del personaje ficticio. Para lograr esto, se puede repetir el cuento pidiendo que los nios palmeen cuando hay evidencia de la vida exterior, y que levanten la mano cuando el personaje hace algo que representa su vida interior. Con actividades similares a sta, los nios van cobrando un conocimiento ms adecuado de que la palabra corazn representa la vida interior de la persona.

Cuando se haya establecido esta distincin, se le puede decir al nio que cuando acepta a Cristo est permitiendo que l tome control de la parte interior de su vida. Cristo viene a estar con el nio all donde piensa y siente todo, y donde tambin comienza todo lo que se hace en contra de la voluntad de Dios, lo que llamamos el pecado. Se le explica al nio que l no lo puede ver porque Dios es invisible, pero su presencia en nosotros se hace evidente por los cambios que se producen en nuestra manera de pensar, de sentir y de actuar.

 

El regalo de la salvacin

El otro smbolo que quiero mencionar tiene que ver con un concepto que debilita la comprensin de la obra de Cristo para salvarnos, tanto en adultos como en nios. Frecuentemente usamos la frase simblica el regalo de la salvacin basndonos en Romanos 6.23: Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la ddiva de Dios es vida eterna en Cristo Jess, nuestro Seor. Enfatizamos el hecho de que este regalo precioso es absolutamente gratis y lo nico que tenemos que hacer es aceptarlo. Esto es correcto por un lado, pero pasa por alto otro aspecto fundamental de nuestra regeneracin, que es el de entregar el control de la vida a Dios. San Pablo lo expres en estas palabras: He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en m. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me am y dio su vida por m (Glatas 2.20). Cuando usamos la expresin aceptar el regalo de la salvacin sin explicar la importancia de la entrega de la vida a Dios para que l la controle, estamos dando a entender que le hacemos un favor a Dios. Es verdad que nuestra salvacin no depende de nada que nosotros podamos hacer, pero, definitivamente, incluye el hecho de ceder el control de nuestra vida a Dios. El apstol Pablo habla de esto cuando dice: Sin embargo, ustedes no viven segn la naturaleza pecaminosa, sino segn el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo (Romanos 8.9). Trivializamos la muerte de Cristo si hablamos de aceptar el regalo de la salvacin, sin entrar en la dimensin del arrepentimiento por haber vivido de acuerdo con nuestra naturaleza pecaminosa (la tendencia de hacer lo que nosotros queremos sin importarnos lo que Dios quiere) y sin enfatizar la necesidad de vivir bajo el dominio de Dios. El nio tiene la capacidad de entender que para que Jess pueda ser su Salvador, l debe arrepentirse de sus pecados y pedir que Jess sea quien controla toda su vida.

Nuestra finalidad en la evangelizacin de los nios debe trascender el deseo de lograr nmeros, es decir, de slo pensar en la cantidad de nios que responden a un llamado evangelstico. Nuestra meta s debe ser que el nio comprenda, dentro de sus posibilidades, las dimensiones profundas de la entrega de su vida a Cristo. Si lo ayudamos a entender esto, estar comenzando su vida como cristiano capaz de llegar a una verdadera madurez en Cristo. Desde el comienzo tendr una comprensin ms adecuada de lo que cuesta ser un seguidor de Jess, algo que no depende de s mismo, sino de Cristo que vive en l.

Cmo podemos fortalecer el desarrollo espiritual del nio que ha recibido a Cristo?

 

Sabiendo que yo trabajo en la formacin espiritual de los nios, una madre vino a compartirme su inquietud en cuanto a su hijo.

Estoy muy preocupada por mi hijo me dijo con voz de ansiedad. Hace unas semanas, al concluir el culto, l or con el pastor para recibir a Cristo como su Salvador. Cuando llegamos a casa, le pregunt cmo se senta, pero no supo qu decirme.

Y qu respuesta esperaba usted? le pregunt.

No s exactamente dijo. Pero yo recuerdo muy bien el da en que recib a Cristo como mi Salvador. Senta un gozo enorme. Me pareca que estaba volando de alegra. En cambio a mi hijo, desde el da que hizo esa decisin, se lo ve triste y preocupado. Cuando le he preguntado sobre qu le est pasando, no sabe qu decirme. Por fin, hace poco me dijo: Tengo dudas sobre mi fe, mam. No s si tengo una fe como dice el pastor que todos debemos tener.

Por un rato segu charlando con la madre sobre el tema. Trat de hacerle ver que el inicio de una vida de fe en Jess nunca ha de ser vivido de la misma manera por dos personas. Trat de ayudarla a entender que lo ms importante era descubrir cul era la causa de la confusin de su hijo en cuanto a su fe. Qu estaba entendiendo l sobre el asunto? Lamentablemente, no creo que mis palabras lograran un cambio de actitud en la mujer. Temo que ella sigui presionando a su hijo sobre la necesidad de sentir una emocin igual a la que ella haba experimentado en su conversin.

Este incidente nos ayuda a enfocar otro aspecto de la evangelizacin del nio. La pregunta que debemos hacernos es sta: Cmo podemos estimular al nio en su vida espiritual cuando ha tomado la decisin tan importante que es la entrega de su vida a Dios? Otra pregunta igualmente significativa es sta: Cules son los errores que podemos cometer que obstaculizan al nio en su desarrollo como hijo de Dios?

Para comenzar, la Biblia nos asegura que al nacer de nuevo, la vida del nio, como de toda persona que cree, est escondida con Cristo en Dios (Colosenses 3.3). Adems, sabemos que el Espíritu Santo se encargar de revelarle toda verdad (Juan 16.13). Cul es, entonces, nuestra responsabilidad para con este nio? Podemos unir nuestros esfuerzos a los del Espíritu Santo para fortalecer y guiar esta vida? Cmo podemos cuidarnos para no serle de estorbo en su desarrollo espiritual? Estos interrogantes son sumamente importantes para cada uno de aquellos que trabajamos en ministerios relacionados con la niez. Quiero examinar algunos de estos aspectos.

 

Debemos recordar que el nio es, al fin, un nio

Uno de los problemas de la madre que mencion al comienzo tiene que ver con cierta incapacidad que tenemos los adultos de ver al nio recin convertido como a un nio. Era lgico que ella interpretara lo que estaba pasando en la vida de su hijo desde la perspectiva de un adulto, pero, lamentablemente, eso le daba lugar para comparar la experiencia del nio con la suya. Jess nunca cometi este error. En diferentes ocasiones les advirti a sus discpulos que el que no recibe el reino de Dios como un nio, de ninguna manera entrar en l (Marcos 10.15). Sabemos que el Seor estaba haciendo referencia a las caractersticas que deben tener las personas para poder entrar en el reino de Dios. A mi entender, cuando Jess puso a un nio como el ejemplo de estas caractersticas, estaba sealando el hecho de que los nios tienen una forma de acercarse al reino de Dios que es la que ms le agrada al Seor.

El nio que toma la decisin de entregar su vida a Cristo ha vivido pocos aos, y sus experiencias son muy limitadas en comparacin con las experiencias de los adultos. Sus pecados, o sea su rebelda contra el control de Dios sobre su vida, deben ser percibidos dentro de los parmetros de su conducta como nio y no con las dimensiones que tienen en la vida del adulto. La emocin que puede sentir en el momento de tomar su decisin de fe se relaciona con lo que l puede entender en ese momento y no debe ser comparada con las profundas dimensiones de conviccin de pecado y pesadas cargas de culpa que puede sentir un adulto. Tambin, como posiblemente haya ocurrido en el caso del nio mencionado, puede haber algn aspecto de este proceso que lo haya impactado mucho sin que lo entendiera bien. Por ejemplo, es posible que para este nio la frase sin la fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11.6), que probablemente escuch en alguna predicacin, le haya parecido un requisito imposible de satisfacer. La confusin que siente como consecuencia no tiene nada que ver con el hecho de ser salvo. Ms bien, tiene que ver con la pregunta que nos hacemos todos a veces: por qu no tengo ms fe?.

La persona que acompaa a los nios en sus procesos de formacin espiritual debe esforzarse por escucharlos y por ofrecerles repetidas oportunidades de hacer preguntas y admitir su confusin. Cuando nos ocupamos de hacer esto, creamos el ambiente para que el pequeo nuevo creyente se sienta apoyado y no hostigado en su desarrollo espiritual.

 

Ser conscientes de los efectos de ciertas doctrinas

Cuando el nio inicia su vida con Dios, es posible que se encuentre con ciertas enseanzas bblicas que pueden funcionar como trampas y que pueden impedir su desarrollo espiritual. Al decir que son trampas, me refiero al hecho de que hay ciertas enseanzas que el nio escucha a travs de las predicaciones o estudios bblicos para adultos que le crean confusin. Algunas de las doctrinas que suelen tener un efecto negativo sobre el nio son aquellas que se relacionan con la segunda venida del Seor, el infierno y el juicio final. Como el nio tiende a vivir todo en el presente, encuentra complicado el concepto del futuro y, por tanto, estas doctrinas suenan para l como algo inminente. Supe de una nia de siete aos de edad que haba quedado traumatizada por una pelcula sobre la segunda venida. Por meses se esconda aterrada en un armario cada vez que alguien llamaba a la puerta de su casa. Cuando por fin su madre pudo entender la causa de la conducta extraa de su hija, descubri que la nia crea que en cualquier momento llegara Jess para llevarse a su familia. Aunque haba recibido a Cristo como su Salvador personal, era una nia algo traviesa y crea que a causa de sus conductas Jess no la iba a llevar junto con su familia. Distorsiones similares a sta ocurren en la mente del nio, especialmente con relacin al infierno. El efecto lamentable de esto es que el miedo causado por la distorsin afecta la manera en la cual el nio concepta a Dios. Es difcil que l piense en Dios como un Dios de amor cuando cree que est en peligro de ser enviado al infierno por sus conductas, o de ser arrancado del seno de su familia. Con esto no quiero decir que debemos eliminar estas doctrinas. Ms bien, debemos estar muy atentos a cmo el nio las est entendiendo. Sobre todo, nunca deberamos utilizarlas para infundir miedo o tratar de controlar sus conductas. Por el contrario, el maestro necesita tener una sensibilidad especial frente a todo lo que el nio est adquiriendo que pudiera afectar su imagen de Dios.

 

Personificar la gracia en el trato con el nio

Es demasiado fcil caer en una dimensin de legalismo en nuestro trato con el nio que ha comenzado una vida con Dios. Queremos imponer reglas de conducta. Nos olvidamos que lo que ms nos corresponde, una vez que el nio haya hecho su decisin de entregar su vida a Cristo, es nutrir su relacin con el Seor. sta es una relacin que representa un terreno sagrado para los que somos sus guas en la formacin espiritual. Es una relacin nica. Ninguna persona, ni antes ni despus, tendr la misma relacin con Dios que ha iniciado este nio. Dios se goza en la adoracin y alabanza que salen del corazn de esta pequea persona, y por medio del Espíritu Santo en su vida se encargar de revelarle su amor y su grandeza.

A la vez, esta nueva relacin del nio para con Dios es frgil, no en el sentido de dejar de existir, sino en la dinmica misma de la relacin. Esta dinmica tiene una gran probabilidad de ser distorsionada por medio de las muchas influencias que rodean la vida del nio. Si, por ejemplo, alguien con autoridad sobre l comienza a usar su decisin como la base de una nueva disciplina (Si t fueras de veras cristiano, no pelearas tanto con tu hermana), enseguida el nio comienza a ver a Dios como una fuerza ms de presin que se une al mapa familiar para controlar sus conductas. sta no es la meta de la formacin espiritual. Es lamentable que en muchas iglesias existan sistemas de control que crean un ambiente de presin sobre sus miembros. El resultado de este legalismo es que muy pronto la vida cristiana llega a ser vivida sobre la base de reglas y leyes. La razn de ser de la vida cristiana, la relacin hermosa y llena de amor entre Dios y su hijo, comienza a desaparecer. Se vive temiendo el qu dirn de parte de personas con autoridad, en lugar de vivir nutriendo y profundizando la relacin de amor con Dios.

Es obvio que el obedecer las leyes de Dios y las reglas familiares son parte fundamental de pertenecer a una familia. Lgicamente, el respeto y la obediencia a las leyes son algo que agrada profundamente a Dios. Sin embargo, a travs de las Escrituras leemos que la obediencia que es hecha por obligacin y no por amor no es de agrado a Dios (Isaas 29.13). Debemos reconocer, entonces, que la impotencia del nio frente a la vida hace que sea especialmente vulnerable a los efectos del legalismo, respondiendo con temor a las demandas de personas con autoridad sobre l, y no a una obediencia impulsada por amor hacia Dios.

En su actuar con nosotros, Dios obra a travs de la gracia. Busca con afn relacionarse con nosotros dentro del contexto del amor, que es su misma esencia. Su actitud frente a nuestros fracasos es dolor por la relacin daada y no una actitud de juicio y castigo, como tantas veces creemos. Slo con observar la ternura y compasin con la cual Jess trat con Pedro despus de su negacin, tenemos la seguridad de que lo que Dios ms desea es la restauracin de nuestras vidas, no la destruccin. Si los adultos que acompaan al nio en su peregrinaje espiritual pueden vivir esta actitud de gracia para con l frente a sus tropiezos y cadas, estarn haciendo algo sumamente importante para fortalecer su relacin con Dios.

 

 

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1 comentario en «El nio y el plan de salvacin»

  1. gracias por esta ensenanza sin duda eh aprendido y dispuesta a poner en practica . gracias por interesarse en los ninos y ensenar sobre esto ya que habemos muchos interesados pero con mucho que aprender para poder guiar de la major manera a los mas pequenitos.

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