¿Cuál es nuestro propósito en la formación de líderes?

¿Cuál es nuestro propósito en la formación de líderes?

Él bloque de mármol que se convirtió en la escultura más grandiosa en la vida de Miguel Ángel, la escultura de David, permaneció casi intacta en el almacén de la catedral de Florencia por décadas. Otros dos escultores habían intentado hacer algo de ella antes de que fuera ofrecida a Miguel Ángel. Uno comenzó a trabajarlo, pero pronto renunció porque sus talentos eran para un trabajo más delicado. El gran Leonardo da Vinci declinó una oportunidad para transformarlo, prefiriendo buscar otro proyecto que se ajustara más a su gusto. i Cuando se le ofreció la oportunidad, Miguel Ángel aceptó hacer lo que los otros no pudieron. Él construyó un cobertizo alrededor del bloque de mármol, que mantenía cerrado todo el tiempo. Por tres años trabajó para transformarlo de su estado natural en una obra de arte eterna. Al principio Miguel Ángel examinó el mármol minuciosamente para ver qué poses se ajustarían. Hizo bocetos y modelos de varias posibles creaciones, probando luego su imagen elegida en una versión a pequeña escala hecha en cera ii Por último, tomó su mazo y cincel, y comenzó a trabajar.

Cuando Miguel Ángel vio el bloque de mármol, el no vio lo que no podría ser; él vio lo que podría llegar a ser. No lo rechazó porque estuviera defectuoso. Él visualizó una forma de trabajar alrededor de las fallas, y aún incorporarlas a su diseño. Lo que hizo fue tan grandioso que ni aún los defectos evidentes pudieron afectar su belleza. Hay marcas de taladro en el grueso y rizado cabello de David; algunas marcas de la cantera original están en la parte superior de la cabeza, y uno puede ver las huellas de cortes hechos por un escultor anterior, quien, cuarenta años antes, fracasó en hacer lo que hizo Miguel Ángel: crear una de las mayores obras maestras de todos los tiempos. Miguel Ángel, el escultor de David, es una imagen de lo que hacen los pastores como escultores del alma, si podemos ver lo que muchos otros no han podido.

 

La obra de Miguel Ángel en su escultura de David, es una imagen de nuestro trabajo en la formación de líderes. Es nuestro magnífico privilegio ser instrumentos de Dios al esculpir las almas de Su pueblo a través de la formación de líderes, como se desprende de los principios de la formación espiritual.

La formación espiritual es una antigua práctica que se renueva en nuestros tiempos. Estamos viviendo en un tiempo de explosiva hambre espiritual por la realidad de conocer a Cristo en la plenitud de Su ser, y esto significa que somos parte de unos pocos privilegiados en toda la historia, que viven en una era como esta. Nuestro objetivo es ser las manos de Cristo al esculpir “Davides” espirituales, hombres y mujeres de tal intensidad y belleza espiritual, que muestren la semejanza a Cristo de maneras tan innegables que otros buscarán ser como ellos.

¿Cuál es nuestro propósito en la formación de líderes? Glorificar a Dios al ayudar a otros y a nosotros mismos a parecernos a Cristo, a través de la capacitación del Espíritu Santo. Para convertirnos en la clase de gente de hoy, como el cuerpo de Cristo, que hace lo que Cristo hizo a través de Su cuerpo cuando estuvo en la tierra; buscar y salvar lo que se había perdido (Lucas 19:10 y Mateo 28:19-20).

Sin embargo, como lo señala Dallas Willard, históricamente la formación espiritual con frecuencia ha degenerado en un extraño egoísmo, el egocentrismo personal de una calle cerrada de la espiritualidad.

No podemos permitir que la formación espiritual se convierta en un fin en sí misma, en el desarrollo de personas espiritualmente agradables que no hagan una diferencia perceptible en su mundo.

Este es mi punto. Debemos tener un propósito más allá del hacer gente buena – ellos deben ser buenos para un propósito.

Algunas observaciones generales concernientes al desarrollo del líder incluyen:

Observación #1: Formas líderes de la manera en que Dios te forma a ti – por el poder del Espíritu Santo.

Observación #2: Hay dos requerimientos principales para el desarrollo del líder.

Él sabe y entiende lo que Dios hace para desarrollar a otros y conscientemente discierne y responde a los caminos de Dios para desarrollarlo a él. Esto significa que su oración principal es el Salmo 25:4.

Observación #3: La conciencia de sí mismo por medio de comprender y deleitarse en Dios, y en hacer la Su voluntad, es la verdadera sabiduría y madurez para el desarrollo del líder.

Esto requiere el discernimiento de cuatro realidades:

  • Pruebas y dificultades – Santiago 1
  • Gracia no deseada – Jonás
  • Quebrantamiento – Pedro – Juan 1:42; Marcos 1:16; Lucas 22:61-63; Juan 21:15 en ad.
  • Reposo – Mateo 11:28-30

 

 

Piensa en los escritos de Pedro como una declaración de cómo responder a los caminos de Dios, y entenderás su punto tanto bíblico, como teológico y personal.

Observación #4: Ningún líder crece, a menos que sus dones y habilidades estén desarrolladas, pero las habilidades no son suficientes para transformar a un seguidor en un líder. Las habilidades son la parte fácil del desarrollo en el crecimiento de un líder. Debemos enfocarnos en la parte más difícil: la persona que está aprendiendo a hacer el liderazgo.

Las disciplinas espirituales son cruciales para el desarrollo del líder.

El liderazgo es una influencia creciente de la competencia y el carácter. El liderazgo se compone de dos dimensiones, la funcional y la fundamental. La funcional es lo que el líder hace – haciéndolo, y logrando que las cosas sean hechas. Incluye cosas como visión, habilidades, recursos y reproducción. Lo fundamental consiste en lo que es el líder mismo, su ser – la cabeza, el corazón y las manos del líder.

Lo fundamental es la clave de lo funcional. Cuando hay una base equivocada, el liderazgo se colapsa. Hemos encontrado a muchos líderes que están controlados por lo que llamamos grilletes invisibles.

Nos escondemos en nuestras habilidades.

Levanta la mano derecha cerrada – significan habilidades envueltas alrededor de la identidad/carácter, lo que quiere decir que nos golpeamos unos a otros, en vez de conectarnos unos con otros. Ahora levanta la mano izquierda cerrada, que significan las habilidades envueltas alrededor de la identidad/carácter, lo que quiere decir que no podemos comprender la vida sin la plena implementación de nuestro carácter. Esto es por lo que el Señor trabaja toda nuestra vida para forzar nuestras manos.

Defectos fundamentales requieren la formación espiritual en los líderes.

A través del ministerio llamado L.E.A.D. (Dirigir) hemos hecho los siguientes descubrimientos respecto a los hombres y mujeres en el ministerio, todos los cuales nos llevan a concluir que la formación yace en el corazón del desarrollo del líder. Los líderes necesitan formación porque los patrones familiares determinan las respuestas y relaciones en el ministerio. La relación del matrimonio provee el corazón del paradigma ministerial para la efectividad del ministerio de los líderes a largo plazo. Con frecuencia, es cierto que aquellos que trabajan con un líder tienen la misma actitud hacia él/ella que tienen con su conyugue. Los patrones de comunicación, las actitudes de egoísmo, control y el uso del tiempo, son con frecuencia los mismos en el ministerio y en el hogar. Los líderes que escuchan a sus conyugues y aprenden a cambiar, se volverán paulatinamente eficientes en el ministerio.

Mientras que la mayoría de los líderes están conscientes de la importancia del carácter para la efectividad a largo plazo, pocos líderes pueden o hacen conexiones específicas entre el carácter y la eficiencia en el ministerio. No pueden ver cómo su carácter afecta su efectividad.

La auto-percepción del líder determina en gran medida cómo actuará y se conducirá en todos los aspectos de la vida. Es indispensable tener una autopercepción precisa para la efectividad en el ministerio a largo plazo.

La confusión en esta área da como resultado que los líderes sigan metas equivocadas y terminen confundidos, frustrados y enojados.

La impulsividad puede energizar el ministerio tanto como el Espíritu Santo. Muchos de nosotros cuando entramos al ministerio somos pensadores deficientes, tratando de construir una identidad a través de nuestro éxito, en vez de a través de nuestra dependencia del Señor y de Su Espíritu. Hasta que aprendemos cuán vana resulta esta impulsividad que nos mueve tanto como el Espíritu Santo.

Las relaciones prueban y revelan el carácter del líder y son por mucho un indicador más confiable del éxito del líder, que los logros alcanzados en su carrera. Muchos líderes están dispuestos a sacrificar sus matrimonios e hijos por el éxito. Muchos líderes evitan exponerse a las relaciones personales porque tienen miedo de que los conozcan. Muchos líderes no valoran las relaciones tanto como sus tareas. Tan importantes como pueden resultar las tareas, el mandato de Cristo es que nos amemos unos a otros como Él nos ama, y esto hace de las relaciones la prueba definitiva de nuestra obediencia.

La formación debe enfrentar la raíz de los problemas en los líderes.

La competencia puede motivar el ministerio más a menudo que el servicio. La inclinación por el éxito genera competencia. Cuando la identidad y la superioridad están en juego, la competencia toma el control.

Los líderes tienden a enmascarar sus impulsos competitivos con las palabras de Dios, pero el fruto de sus vidas revela su verdadera motivación.

Tanto la impulsividad como la competencia son una forma de legalismo en la que el líder en desarrollo lucha por conseguir a través de la confianza en sí mismo, es decir, en la carne, lo que solo Dios puede dar. Esto es lo que motivó a Pablo cuando vino por primera vez a Cristo. Fue solo cuando aprendió que lo que estaba buscando era solo skybula que se volvió para buscar el conocimiento de Cristo. El legalismo es el resultado de necesidades de identidad que dan lugar al orgullo, la ira, la amargura, el resentimiento y un sinfín de otras actitudes que resultan en la auto-búsqueda, y auto-protección marcadas por una ambición egoísta.

Este legalismo solo puede ser superado cuando el líder en desarrollo experimenta el proceso de quebrantamiento y entra en un reposo temporal que solo se vuelve permanente en la eternidad. El quebrantamiento es un proceso continuo de dolor, elección y crecimiento en la vida, o de resistencia al dolor y encubrimiento. El quebrantamiento libra al líder en desarrollo de ir en busca de skybula para seguir a Cristo. El quebrantamiento puede ser descrito como esos tiempos de nuestro peregrinaje, cuando Dios nos fuerza a enfrentar la futilidad de nuestro pensamiento y, nos volvemos de perseguir nuestros propios intereses para seguir Sus intereses con más intensidad.

El quebrantamiento involucra muchas cosas incluyendo el éxito, el fracaso, problemas de salud, un hijo difícil, un jefe áspero, la injusticia, y convicción y confesión de pecado. Yo entro en reposo cuando suelto mi control para confiar en Cristo, y solo puedo entrar en reposo a través del quebrantamiento.

La formación del líder enfrenta las fallas fundamentales – los puntos decisivos del peregrinaje.

Un punto decisivo en el peregrinaje, es un momento en la vida del líder en desarrollo, en el que él debe elegir entre el quebrantamiento y el orgullo. Hay muchas ocasiones en que esta decisión debe hacerse. Casi todas estas ocasiones tienen algo que ver con lo que el líder en desarrollo hubiera preferido evitar.

Cosas como la voluntaria u obligada confesión del pecado, el reconocimiento de la necesidad a menudo ya evidente para muchos alrededor del líder, de enfrentar el fracaso (nuevamente a menudo evidente para muchos, pero no para el líder mismo), la aceptación de una limitación indeseada (un don que el líder no tiene; un sueño que el líder nunca alcanzará), someterse a una autoridad no deseada y confiar en Dios para que haga justicia cuando la injusticia está en control.

Los líderes pueden no entender lo que les está sucediendo en tiempos de lucha y confusión. El líder está convencido de que lo que le está sucediendo está mal. Está convencido de que lo que le está sucediendo es injusto. Él/ella está convencido de su inocencia, y ese puede ser el caso. La ira surge en vez de la sumisión, pero la formación puede requerir sumisión y no justificación.

Los líderes lucharán, pero si ellos confían en Dios en esos tiempos, emergerán energizados y más efectivos que nunca. Muchos líderes nunca entenderán por qué experimentaron la lucha y el dolor que tuvieron, pero verán el beneficio que recibirán de ello. Un líder que se rehúsa a responder confiando en Dios en tales momentos, crecerá frágil y endurecido y perderá significativas oportunidades para influenciar a otros.

Un líder formado es una persona integrada.

Un líder formado tiene la mente de Cristo. Filipenses 2:1-11

Un líder formado tiene las manos de Cristo. Juan 13:1-17

El líder formado se convierte en un agente de santificación en las manos de Cristo, al lavar los pies de aquellos a quienes sirven. Él/ella se humilla a sí mismo para limpiar a otros.

 

Todos los líderes son seguidores, especialmente cuando se trata de ser santificado.

 

Un líder formado tiene el corazón de Cristo. Mateo 11:28-30

 

Un líder formado tiene un corazón que ha sido roto a través de la muerte, sepultura y resurrección.

 

El corazón fue el principal problema de Cristo en la formación de Sus discípulos. Marcos 3:5; 6:52; 8:17; 16:14. Produce competencia, ambición, disensión, y una inapropiada auto-confianza. La única solución para un corazón endurecido es la cruz, la tumba, y la resurrección.

 

Siete Observaciones Esenciales

 

  1. La formación del líder ocurre mejor en un grupo de ministerio enfocado, dirigido por un líder amoroso y animoso. La formación espiritual es una experiencia individual, pero requiere de la continua participación de los demás para que sea verdaderamente efectiva. Ocurre constante e incidentalmente en una familia funcional. Los equipos del ministerio deben estar comprometidos con la formación espiritual como parte de su responsabilidad, puesto que solo aquellos que están creciendo serán verdaderamente eficaces en el ministerio.

 

  1. La formación de líder destruye y construye. Destruye cosas tales como
  • una falsa identidad,
  • conceptos o significancia erróneos,
  • valores dañinos,
  • mentes oscurecidas,
  • corazones endurecidos.

 

Y construye cosas como

  • una identidad verdadera,
  • integración de carácter,
  • dones,
  • sanos valores,
  • mentes iluminadas,
  • llevar la cruz.

 

  1. Mucho de los que sucede en la formación del líder ocurre en público o es hecho público. La vida de Pedro lo demuestra. Los momentos difíciles en la formación del líder eventualmente validan a un líder y le ganan la confianza de sus seguidores. La formación pública de un líder ayuda a éste y a sus seguidores a aprender juntos que las heridas, la lucha, y el dolor, resultan en una creciente santidad, y son evidencias de la buena mano de Dios en la vida del líder.

 

  1. Los líderes en desarrollo necesitan de alguien que les ayude a través de la confusión de su formación como líderes. Cuando el medio día se convierte en media noche, y el líder no comprende cómo es que sucedió y lo que esto significa, él/ella necesita mucha ayuda. Muchas veces el líder con temperamento, no será capaz de entender lo que le está sucediendo. No puede oír lo que significan las palabras. No puede ver lo que necesita para crecer. Con frecuencia esto es porque se está proyectando a sí mismo como el paradigma de lo que otra gente debe ser. Ya sea que se trate de un guía, un director o un mentor o un padre o madre, o hermano o hermana, pero todo líder necesita de alguien.

 

  1. Un líder en formación necesita la comprensión del plan Divino. Para que la vida del líder tenga sentido, necesitan entender los patrones de Dios al tratar con ellos personalmente. Necesitan tener la confianza de que Dios está involucrado con ellos y que no se ha separado de ellos cuando el medio día se convierte en media noche. La seguridad de saber que le confieso mi pecado al Dios que me ama y me disciplina por mi propio bien, es vital para el proceso de formación espiritual. La emoción de saber que Dios tiene un futuro para mí, cuando nadie más lo ve, es desafiante y vigorizante. La habilidad para entender, aceptar, valorar y apoyar a otros porque entiendo y aprecio Su designio divino, me libera de la necesidad de competir, dominar o menospreciar.

 

A menos que un líder se abra a sí mismo para una genuina rendición de cuentas, su liderazgo eventualmente se derrumbará, aún si se ve bien en el exterior. Tal líder es como una higuera que tiene hojas pero carece de higos en una estación en la que debería cosecharse. Los líderes luchan por el poder y el control, muchas veces por el bien de su misión, pero más frecuentemente, para protegerse a ellos mismos. Esta tendencia hacia la auto-protección es la tendencia más autodestructiva de todas, y controla la vida de muchos líderes. Dios trabaja para derribar la auto-protección a través de las relaciones en las que se rinden cuentas en la vida del líder –

  • esposo(a),
  • hijos,
  • subordinados,
  • superiores,
  • iguales.

 

La diversidad dentro de un grupo, cuando se respeta, permite que cada miembro adquiera confianza en sí mismo y respete a los demás. La diversidad ayuda a los líderes a darse cuenta de que ellos no son el paradigma de todos las demás. La diversidad ayuda a los líderes a darse cuenta realmente de cuán limitados están en lo que pueden hacer, y esto ayuda a los líderes a alcanzar su plenitud en su tarea de liderazgo.

 

El ojo del artista

Cuando comencé a pastorear, todo lo que veía en la gente eran sus fallas. Veía las razones por las que ellos no podían ser ancianos o maestros o equipados para servir a otros. Yo era más un crítico que un escultor de almas. Esto era todo lo que veía porque estaba viendo a la gente con el ojo de un crítico en vez de a través del ojo del Artista. Yo veía lo que eran en sí mismos, no lo que podrían ser en Cristo. No eran sus defectos lo que les impedía convertirse en todo por lo que Cristo los había creado para ser, era mi juicio crítico que me cegaba para no ver cómo Cristo los transformaría. No veía todo lo que Él estaba haciendo a través de esas personas y los consideraba incompetentes para ser usados por Él. Mi corazón estaba tan endurecido como un bloque de mármol, y ni siquiera lo sabía. Tuve que cambiar, pero no entendía que tanto, aún así me di cuenta de que necesitaba ver a la gente de una nueva manera. Necesitaba ver a la gente como Miguel Ángel vio el bloque de mármol que transformó en su David.

 

De corazones de mármol a escultores del David

La gente a quien pastoreamos llegan a nosotros con marcas de cantera y cortes hechos en sus vidas por otros escultores, mucho antes de que comenzáramos nuestro ministerio con ellos. Tienen defectos de su pasado. Vergüenza, culpa, ira, amargura, orgullo, temor – todo lo que causa el pecado a través de décadas de perseguir la insensatez de nuestra era, y que deja cicatrices en sus almas. Al igual que Miguel Ángel, no podemos permitir que estos defectos nos impidan tomar nuestra cruz como un mazo, y comencemos a esculpir el mármol de sus corazones. Desde luego, consultamos con el Artista Maestro, pasando grandes bloques de tiempo en oración por ellos, buscando discernir en Su Palabra cómo suplir sus necesidades. Retiramos las marcas de las fallas en sus almas, golpeando primero suavemente, luego firmemente, hasta que el orgullo, el odio, y el temor – cualquiera que sea – desaparezcan, y aparezca un poquito más del David. Por supuesto, el nuestro no es un proyecto de tres años; el nuestro es un proyecto de por vida, o del tiempo que elija el Artista Maestro para usar nuestras manos en crear Su obra de arte en ellos. Gradualmente vemos que el mármol de sus corazones se transforma en la belleza del David, y nos regocijamos de que ese día llegue, cuando los presentemos completos en Cristo. Será un gran día, cuando el Artista Maestro decida donde deben ser puestos a la vista por la eternidad.

 

Qué privilegio el saber que hemos participado con Cristo en la creación de una obra de arte eterna en el corazón de hombres y mujeres. Él ha elegido colocarlos en nuestras manos, y nosotros hemos elegido darle a Él nuestras manos. Así es como trabajamos, aún agonizamos, sobre estas obras de arte, mientras que con gran vehemencia, Él nos da el poder para transformar las almas dañadas en hombres y mujeres plenos.

 

Esta es la formación espiritual: servir como escultores del alma. Ningún honor podría ser tan grande, ni responsabilidad más alta, ni rendición de cuentas mayor. Debemos tomar esta tarea como la más seria que lleguemos a tener en el tiempo o la eternidad.

 

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