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“No somos un ministerio grande, pero sí somos un gran ministerio”

Chico-problema: qu hago? Parte 2.

Chico-problema: qu hago? Parte 2.

En el nmero anterior comenzamos a reflexionar sobre el desafo que significa para un maestro, lder o encargado de actividad infantil, trabajar con nios que presentan problemticas especficas de conducta o aprendizaje. Reconocimos la impotencia que muchas veces generan, derivando incluso involuntariamente en el rechazo a incluirlos en lo que hacemos por la frustracin que puede producir el trabajo con ellos. Intentamos tener una mirada integral hacia sus vidas, basndonos en el ejemplo de Jess, y compartiendo algunos aspectos sobre cmo trabajar mejor con ellos. Esta vez intentaremos contestar nuevas preguntas, y seguir redoblando esfuerzos en la direccin de abarcarlos cada vez ms y mejor.

Volver a enfocarnos:
Cul es el objetivo de nuestra tarea?
Ceo que es crucial el tema de las expectativas. Ms de una vez me ha sucedido escuchar de parte de personas que trabajan con chicos con dificultades, marginales, o con problemticas importantes que: No hay que esperar mucho de ellos, ya que por su entorno, su historia, sus capacidades, su procedencia estn limitados y no van a lograr demasiado en la escuela, en el mundo, en la vida.
La consecuencia de este tipo de pensamiento es que el maestro o lder invierte en ese nio en proporcin a lo que espera que suceda con l, coartando con esa escasez de inversin mltiples posibilidades de cambio y de logros. Al respecto es til recordar las palabras de Pablo en Efesios 4.13: Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.
Cul es el objetivo de aquellos que estamos enseando a otros? Qu expectativa debiera tener como maestros de un grupo pequeo o de la escuela bblica para con los chicos con quienes trabajo? La respuesta, si se quiere, es ambiciosa: Que alcancen la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Pero, Quines? Slo aquellos que tienen una capacidad intelectual adecuada para entender las verdades bblicas? Slo aquellos que vienen de un trasfondo familiar cristiano? La respuesta de Pablo se describe entre signos de admiracin: Todos!
Qu mejor cosa podra sucederles a tus nios que suees para ellos con que alcancen la plenitud de la persona de Cristo forjada en sus vidas. Que logren sentir, pensar, actuar, experimentar la vida como Jess. Si tus expectativas son altas, tus esfuerzos van a ir tras ellas, y tus chicos van a gozar de un abanico de posibilidades abiertas para llegar a la plenitud en sus vidas, no importa donde venga o como se encuentren ahora.

Reconocer nuestras limitaciones
Ahora bien: reconozcamos y recordemos que ese logro no es producto de nuestra obra, la obra en la vida de los chicos la realiza Dios. Es una tarea espiritual. Pero nosotros, como mayordomos, debemos utilizar todos los recursos que poseemos de la mejor manera posible, para acercar a los nios a Dios, y l realizar la obra en sus corazones. Slo a partir de un encuentro personal con Dios se pueden esperar cambios. Dios realiza, perfecciona y completa su obra de acuerdo con su voluntad y tiempos.

Involucrar a la congregacin
En el artculo anterior relatamos el encuentro de Jess con el endemoniado gadareno y la restauracin integral del muchacho. Jess no slo se ocup de su espritu necesitado, sino de un ser bio-psico-socio-espiritual. Esa tarea de abarcar todos los aspectos y las necesidades de la vida de los chicos, no es nada sencilla; es pretenciosa y costosa en mltiples sentidos. Atender el aspecto escolar, familiar, emocional, material, psicolgico, relacional de los chicos es una demanda enorme.
A veces, la congregacin descuida a los que trabajan con los nios. El ministerio con nios, a veces se torna un rea de la iglesia relegada, que slo queda librada a las ganas y esfuerzos de quienes lo llevan a cabo. La congregacin suele desconocer, no slo la tarea realizada, sino quines son los nios que asisten al templo. La idea de iglesia como cuerpo, radica en ese: Que todos lleguemos. Pablo enfatiza la unidad y el crecimiento conjunto, no de cada uno por su lado.
Por lo tanto, me parece que es la tarea del maestro involucrar a la congregacin con los nios necesitados de nuestra clase bblica o grupo. Esto tiene mltiples beneficios: para el maestro, para el chico, y para los miembros de la congregacin. Adems, cumple con la idea bblica de cuerpo. Por un lado, el maestro ya no se siente tan solo y puede compartir su carga. Tiene quien lo apoye tanto en oracin por los chicos, como con los recursos que sean requeridos, que ya no corren slo por su cuenta. Los nios con los que trabajamos pueden necesitar ropa, calzado, alimentos, alguien que los lleve al mdico, ayuda con las cuestiones escolares, salidas recreativas que su entorno no puede proporcionarle, etc. Todo esto es demasiada carga para una sola persona. Pero en nuestra congregacin puede haber gente dispuesta a invitar a una merienda una vez por semana, alguna abuela que repare vestimenta en mal estado, un matrimonio joven que una tarde quiera llevar al nio/a a pasear y un corazn generoso que ofrende para cubrir alguna necesidad material. Las necesidades de los chicos pueden ser cubiertas dentro de las multiformes capacidades y bondades del pueblo de Dios. El nio experimentar el amor de Dios no solamente de su maestro, sino de diferentes personas. Eso es un impacto an mayor en su vida!
Abrir estos espacios, genera nuevos ministerios y lugares para servir. (El Rey les responder: Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, an por el ms pequeo, lo hicieron por m Mateo 25.40).

Trabajar con la familia
As como involucramos a la familia de Dios como una presencia concreta y real para la vida de nuestros nios, es bueno no olvidarnos de la familia nuclear de nio con el que trabajamos. De ninguna manera podemos desconocer con quien vive el chico, donde vive, en qu condiciones lo hace y, mnimamente, cul es la dinmica familiar de la que proviene. Cuando trabajamos con nios, indefectiblemente tendremos que trabajar con los padres. Esto puede ser positivo o negativo, segn los padres de los que estemos hablando, pero lo que quiero enfatizar es que si trabajamos con un nio, ineludiblemente parte de nuestra tarea es con sus padres. Permitir que ellos nos conozcan a nosotros, explicarles lo que hacemos con sus hijos en el templo o la actividad que llevamos a cabo y ponernos a su disposicin para acompaarlos en el proceso de crianza de sus hijos.
Tengamos en cuenta, que si estamos hablando de chicos que nos traen dificultades a la hora de llevar adelante nuestra clase, esos padres pueden acarrear una gran cantidad de frustracin, al vivir durante toda la semana, lo que nosotros experimentamos en la clase del domingo. Mostrarnos accesibles, comprensivos, nunca juzgar sus actitudes o conductas, acercarles material de lectura, palabras de aliento o la posibilidad de consulta a un profesional, son recursos que todos tenemos a nuestro alcance y que, al llegar a los paps, estarn redundando en bendicin para la vida de nuestro querido nio.

Ser mensajeros de la gracia
Son tiempos de extrema necesidad material, psicolgica, social y espiritual. Las problemticas en los nios van hacindose cada vez ms profundas, ms presentes y ms complejas.
El poder de Dios a quien servimos es el mismo siempre, dispuesto a ser derramado en las vidas necesitadas. Nosotros trabajamos para Dios. Por eso les rogamos que no desaprovechen todo el amor que Dios les ha demostrado (2 Corintios 6.1)

Tomemos el desafo de ser puentes entre Dios y los nios necesitados. Seamos embajadores, reconciliadores, comunicadores incansables del mensaje de vida abundante. Dios ya nos demostr su amor.María Laura Panero
Psicloga y Psicopedagoga. Trabaja en el Centro Familiar EIRENE.

 

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